Fútbol en Baleares: árbitros que también educan

La función de los colegiados de Balears con los jugadores de entre 7 y 12 años va más allá de aplicar el reglamento y se centra en formación y valores

Imagen de un partido de fútbol sala femenino en Eivissa

Imagen de un partido de fútbol sala femenino en Eivissa / FFIB

pau ferragut.

En los tiempos que corren, donde el foco mediático del fútbol profesional está centrado en las polémicas arbitrales, junto a los crispados debates que genera la aplicación de la tecnología del videoarbitraje (VAR), existe la realidad paralela de los más de 300 partidos federados que cada fin de semana disputan jóvenes de entre siete y 12 años en las islas.

Para subsanar los malos vicios de la sociedad actual, que se reflejan inevitablemente en cualquier fenómeno de masas como es este deporte, el ámbito de actuación por parte de los estamentos federativos baja hasta la raíz: el fútbol de proximidad y kilómetro cero.

Los episodios de violencia, intolerancia, racismo o machismo se ven exaltados ya en categorías, base cuya función original es la formación de futbolistas a nivel técnico, táctico y en valores. Es por ello que los árbitros hace varias temporadas que han decidido tomar parte activa para erradicar esta lacra.

Más allá de impartir justicia y aplicar el reglamento durante el juego, los colegiados y colegiadas del Comitè d’Àrbitres de Futbol de les Illes Balears (CAFIB) que dirigen encuentros de las categorías y edades citadas, también educan parando el juego para explicar el por qué de algunas de sus decisiones a futbolistas y técnicos, así como indirectamente al público asistente a los campos de Balears.

«No es una función específica ni damos instrucciones en este sentido desde el CAFIB, pero sí depende del criterio de cada colegiado y de que tenga mayor o menor mano izquierda durante los partidos», explica Miquel Guardiola sobre esta importante cuestión. El árbitro en activo, además de coordinador de la Comissió Tècnica y formador, recalca también la importancia de los entrenadores y los aficionados.

«En las redes sociales, de forma espontánea, recibimos mensajes de padres de estos jóvenes futbolistas alabando este diálogo de nuestros compañeros e incluso otras tareas como la de ayudar a los porteros a colocar barreras defensivas en las faltas o a atar los cordones de las botas a los más pequeños», agrega Guardiola.

Arbitrar y educar

Aina Aguiló tiene 26 años y lleva siete temporadas como colegiada del CAFIB a nivel territorial y categorías formativas. «Intento ser bastante didáctica con los más jóvenes, pero es algo que se gana con los años de experiencia. Cuando empecé, con 19 años, no tenía el mismo nivel de tranquilidad como ahora, que he aprendido a gestionar este tipo de partidos de una manera explicativa y gesticulando cada vez más», asegura.

La árbitra principal en Primera Regional Preferente y asistente en Tercera División, considera que no son solamente los y las futbolistas quienes no entienden lo que se señala. «Explicarlo también sirve a padres y entrenadores que lo ven fuera y se evita tensionar innecesariamente el ambiente. Intentamos ayudar y que entiendan que formamos parte también de los equipos. No somos adversarios, ni queremos perjudicar a nadie. Hay que hablarles con buen tono, respeto y que comprendan que el fútbol no son solamente gritos», matiza.

«Lo que he aprendido con los años es que hay que tomarse tiempo en explicar mis decisiones para gestionar el partido, que no se complique ni vean falta de sensibilidad. Porque, de la misma manera, los niños muchas veces son los primeros que te dicen la verdad si han tocado el balón antes de que salga fuera o son honestos si han cometido una falta», aclara Aguiló.

1.618 tarjetas blancas

Una iniciativa conjunta de la Federació de Futbol de les Illes Balears (FFIB) y el CAFIB fue la de implantar la figura de la tarjeta blanca. Desde la temporada 2016-17 hasta finales del pasado año los colegiados han enseñado un total de 1.618 para «premiar las acciones de juego limpio de futbolistas hasta los 16 años, técnicos y aficionados», argumenta Guardiola.

Algunos de los casos en los que Aguiló ha mostrado tarjetas blancas han sido «al dudar en una decisión y los niños o el entrenador admiten su autoría» o también un caso reciente en el cual «a uno de los dos equipos le faltaba un jugador y el rival jugó también con un futbolista menos hasta que llegó el que faltaba».

«Son actos de ‘fair play’ que los niños ven y les sirven para aprender valores en pequeñas acciones del juego. A estas edades son como esponjas y, cuando crezcan, tenemos la esperanza que el juego limpio se interiorice y repercuta en el fútbol del futuro si ven buenas acciones en compañeros, árbitros, público y técnicos», asevera la árbitra.

Aguiló reconoce que en el fútbol balear existe un antes y un después de la llegada de dicha iniciativa. «Siempre ha habido acciones de juego limpio, pero la tarjeta blanca ha ayudado a mejorar el juego. El fútbol mueve a mucha gente y, que los niños vean según qué protestas de sus ídolos en la tele, es malo. En partidos de alevines hay veces que me cuestionan por qué beneficio al rival y hay que evitar las malas influencias», concluye.