Teatro

Cómo el crimen de Alcasser y la narrativa del terror sexual de los 90 marcó a varias generaciones

La directora María Velasco estrena a finales de mes en el CDN ‘Primera sangre’, una obra que comparte con el ensayo de Nerea Barjola sobre aquel triple crimen y su repercusión una lectura política

Imagen de ensayo de 'Primera sangre', la obra de María Velasco que estrena el CDN a finales de abril.

Imagen de ensayo de 'Primera sangre', la obra de María Velasco que estrena el CDN a finales de abril. / Luz Soria

Marta García Miranda

En abril de 1991, Laura Domingo fue hallada muerta en un paraje cercano a Burgos llamado La Majada, veinte días después de que, según testigos presenciales, un hombre se la llevara de la mano mientras jugaba en el parque. Tenía seis años, los mismos que tenía entonces la directora y dramaturga María Velasco: “El caso de Laura Domingo sucedió en el mismo lugar donde yo nací y crecí, y cuando las niñas de la generación de Laura estábamos ya en edad de ser madres de otras niñas, me di cuenta de que su historia seguía muy presente”, explica a El Periódico de España, del mismo grupo editorial. Treinta y tres años después de aquello, Velasco estrena el próximo 26 de abril, en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional, su obra 'Primera sangre', un texto que parte de la memoria personal y colectiva de ese crimen con una puesta en escena que se mueve entre el memorial y el documento, el 'thriller' y el cuento de fantasmas.

“Me preguntaba si esas niñas iban a conocer una España igual o diferente y, aunque es cierto que era mi experiencia y mi trauma, cuando empecé a abordarlo en la obra no lo entendí como un suceso aislado, sino como algo que estaba sucediendo en los primeros años de la década y me di cuenta, como dice Walter Benjamin, de que las muertas todavía no estaban a salvo, que había algo por la memoria de esas muertas que todavía no se había hecho”, dice Velasco. “También entendí que si eso seguía tan presente para mí es porque había tenido una huella fundamental en mi manera de entender el peligro o las primeras experiencias sexuales, y cómo eso había estado muy presente a la hora de decantarme entre el miedo y la libertad”.

Un año después del asesinato de Laura Domingo, el 13 de noviembre de 1992, Míriam GarcíaAntonia Gómez y Desireé Hernández desaparecieron (de manera forzosa) en las inmediaciones del municipio de Alcàsser, donde vivían. Tres meses después, se hallaron sus cuerpos en un paraje conocido como La Romana, con signos de haber sufrido violencia y tortura sexual. El relato de lo que sucedió entonces está en las hemerotecas y en la memoria individual y colectiva, un relato que analizará y cuestionará en 2018 la investigadora y activista Nerea Barjola en su ensayo 'Microfísica sexista del poder. El caso Alcàsser y la construcción del terror sexual' (Virus Editorial), un libro en el que Barjola someterá a revisión la narrativa de aquel crimen desde la teoría crítica feminista.

“El libro surge de una indignación que viene de mi práctica y de mi activismo feminista”, explica Barjola, que entonces formaba parte de “la Comisión Antiagresiones de la Asamblea de Mujeres de Vizcaya y estaba haciendo el máster de Feminismos y Género, y llegó el momento de decidir cuál iba a ser el objeto de estudio. Yo tenía la idea de que quería conceptualizar las representaciones sobre el peligro sexual como un concepto político, y es ahí cuando nace una conversación a partir de mi propia etnografía corporal y se me verbaliza la palabra Alcàsser. Entonces entro en contacto con un terror que es individual, pero que era colectivo, y lo que me interesaba fundamentalmente era analizar Alcàsser y por extensión todas las narrativas sobre el peligro sexual como una narrativa política que determina y que configura nuestras prácticas y nuestras vidas”.

Barjola resignificará en su ensayo el crimen de Alcàsser “no desde el suceso y lo excepcional, sino desde la estructura y el sistema” y María Velasco lo leerá cuando ya ha escrito 'Primera Sangre', pero convocará a la autora en un encuentro en el CDN titulado 'Ser niña en los 90. Vislumbres sobre el miedo y el deseo' para hablar de su universo compartido. Antes de ese coloquio, que también reunió a la periodista Ana Requena y a la cantante Miren Iza (Tulsa), este diario conversó con ambas.

Más allá de la repercusión que tuvo el ensayo de Nerea tras su publicación en 2018, tengo la sensación de que hemos hablado muy poco de la influencia y de la repercusión que tuvo Alcàsser en varias generaciones de mujeres...

N. B. Claro, porque no había perspectiva política. Era un crimen súper cruento que nos afectaba de una manera muy emocional, muy desde el cuerpo, y no había perspectiva política, no había un porqué. Es algo que acontece, que sucede y nos lo comemos. Y así también te comes toda la disciplina del terror sexual. A mí me costó hacer las entrevistas para el libro porque para mí suponía ponerme frente a una herida súper profunda mía y un relato súper impactante en mi vida. Las primeras veces que bajaba a Alcàsser tenía esta cosa de, oh, voy a ir a Alcàsser. Y hablándolo con la gente de allí me decían, "pero ¿a ti qué te da miedo?". Ahí está la potencialidad de la representación y del trauma. Tú dices Alcàsser y es la palabra que encauza el dolor, por eso no lo hablamos.

Cuando por las mismas fechas desaparecieron unas niñas en Aguilar de Campoo, la prensa puso el acento en las conductas reprobables de las niñas, que eran conductas que nosotras, como prepúberes, empezábamos a anhelar y a desear"

María Velasco

— Directora y dramaturga

M. V. Una de las actrices de la obra se está leyendo tu libro y me decía que para ella está teniendo un efecto sanador porque justamente teníamos interiorizado ese terror de una forma muy inconsciente. Yo no sabía que me habían calado tanto determinadas imágenes de la época, y gracias a tu ensayo tuve la capacidad de recordar, de hacer como un déjà vu de crónicas en la prensa local sobre el caso de Laura Domingo que me habían hecho mucho daño. En una de ellas, y aparece citada en la obra, se romantizaba muchísimo la escena del crimen y se decía que había podido ser fruto de alguien enamorado espiritualmente de la niña… Y también lo que la prensa dijo de las niñas que desaparecieron por las mismas fechas en Aguilar de Campoo, que pusieron el acento en las conductas reprobables de las niñas, que eran conductas que nosotras, como prepúberes, empezábamos a anhelar y a desear. Entonces, cosas que yo había abordado de una manera mucho más personal, tu ensayo me ayudó a politizarlas, y me ayudó, sobre todo, a poder desentrañar este tipo de narrativas. Cuando lo incomprensible se vuelve más accesible, lo puedes nombrar. Esa es la maravilla del glosario que ha creado Nerea, y lo dice también Cristina Rivera Garza: qué suerte cuando tuvimos la palabra feminicidio para tipificar ciertas cosas, ¿no? Porque es el nombre lo que crea muchas veces la categoría, una conciencia colectiva y una conciencia política.

La dramaturga y directora María Velasco.

La dramaturga y directora María Velasco. / Miguel Ángel Altet

“El caso Alcàsser es un claro ejemplo de que el relato continúa perfeccionándose”, escribe Nerea en su ensayo. ¿Cómo ha continuado perfeccionándose ese relato en el presente?

N. B. Alcàsser no deja de suceder. Alcàsser ya sucedía antes de Alcàsser y se perpetúa y continúa porque no hace falta que tengamos uno todos los años para que contemos las narrativas sobre el peligro sexual de la misma manera. O sea, cada generación tiene su narrativa. Nosotras estuvimos impactadas por Alcàsser, pero hay muchas mujeres adolescentes impactadas por el relato de Marta del Castillo, Rocío Wanninkhof, Sonia Carabantes o Diana Quer. Porque lo que tienen en común todos los relatos es dónde ubican el foco, y va a ser siempre en cuál es la responsabilidad o cuáles son los elementos transgresores que hemos hecho y no deberíamos haber hecho, el motivo por el que nos han asesinado y por el que a nivel conceptual hemos podido llegar a consentir ser asesinadas. Es perverso y la continuidad es clara. Lo que me parece increíble es que adolescentes que no han vivido Alcàsser se traguen el documental de Netflix y contacten con el terror sexual a través de aquello. Fíjate si sigue viva la continuidad. Es muy fácil... Lo difícil es deconstruirlo. Lo difícil es decirte no tengas miedo por la calle cuando vuelves de fiesta porque es un derecho tuyo, legítimo, y no puedes renunciar a él bajo ningún concepto. Alcàsser sigue sucediendo, no deja de suceder y va a continuar sucediendo, a menos que hagamos algo.

Claro que el movimiento feminista ha conseguido generar un montón de conceptos y ahora todo el mundo sabe lo que es el consentimiento y tiene un conocimiento y una definición de las violencias sexuales muchísimo más amplia de la que podíamos tener en el 92, pero sigue sucediendo"

Nerea Barjola

— Politóloga e investigadora feminista

Ha habido avances desde el 92 y hoy la conversación feminista está en los medios y en la sociedad

N. B. Claro que ha habido cambios, pero una cosa es el cambio discursivo y otra, la práctica. Claro que es superimportante que las compañeras feministas estén ahí dando caña, eso es innegable. Claro que no estamos en el 92. Claro que el movimiento feminista ha conseguido generar un montón de conceptos y ahora todo el mundo sabe lo que es el consentimiento y tiene un conocimiento y una definición de las violencias sexuales muchísimo más amplia de la que podíamos tener en el 92, pero sigue sucediendo. Eso lo que nos dice es que han cambiado las formas, pero no los contenidos.

Tampoco la estructura…

N. B. Tampoco la estructura. El patriarcado continúa su camino y nosotras continuamos el nuestro. Y nuestra indignación tampoco es la misma ahora.

M.V. Yo creo que sí que tenemos más herramientas de codificación y análisis, pero no sé si están al alcance de todo el mundo. Lo digo, sobre todo, porque el entorno en el que yo estoy es el de la ficción, que siempre se fabrica a partir de la realidad, y (me pregunto) cuánto renovamos los géneros y las estructuras narrativas. Y desde ahí a veces digo, uf, qué anquilosamiento, cómo siguen pudiéndonos las viejas narrativas a un nivel que parece que es estético, pero es que lo estético también es ideológico.

Hay dos cosas que se han tambaleado. Una es la impunidad, que sí que se ha tocado con esta nueva aparición de discurso. Y también hay una crisis muy importante de la masculinidad, que se siente súper atacada"

Nerea Barjola

— Politóloga e investigadora feminista

N. B. Hay dos cosas que se han tambaleado. Una es la impunidad, que sí que se ha tocado con esta nueva aparición de discurso. Y también hay una crisis muy importante de la masculinidad, que se siente súper atacada. Creo que esas dos cosas son importantes. Y pienso que como feministas tenemos que estar fuertes y mantenernos, y no empezar quizás con los discursos más blandos de pobrecitos, hay que ayudarles a comprender… Comprenden perfectamente. Y, de hecho, comprenden tan bien que cuando se les exige por su parte ciertos privilegios, responden con más violencia.

M. V. Esa transformación tiene que ser dinamizada desde la política y las leyes. Creo que los avances que ha habido no son casuales, sino que, por suerte, ha habido detrás una avanzadilla política que los ha hecho posibles. Creo que lo que está en la agenda del movimiento feminista es lo que entra en la política y luego tiene que haber alguien que tenga las ganas de transformar eso en política pública.

La politóloga e investigadora feminista Nerea Barjola.

La politóloga e investigadora feminista Nerea Barjola. / Cedida

¿Las representaciones también han evolucionado?

N. B. Yo diría que han evolucionado en función de los automatismos de los discursos, pero luego están los mitos y los estereotipos, que permanecen vigentes y con total salubridad. Los vigentes están claros: es tu responsabilidad, vuelves a casa borracha, la forma de vestir, la agresión sexual por parte de los hombres es una incontinencia de su sexualidad, la forma en que construimos al agresor siempre fuera del conjunto social… Y los nuevos adquieren nuevos formatos. Por ejemplo, las nuevas formas de ejercer violencia sobre las adolescentes o las mujeres jóvenes dentro de los espacios digitales. De hecho, el mundo de las violencias digitales está por explorar para que las mujeres que se enfrenten a esto sepan que lo que les está pasando es una violencia y necesitamos nombres para nombrar eso.

Y los mecanismos de adoctrinamiento, ¿cómo han cambiado? ¿Sigue viva esa idea que se manejó durante el caso Alcàsser que defendía la vuelta a la familia tradicional como espacio de seguridad?

N. B. Yo creo que los mecanismos de adoctrinamiento son básicamente los mismos todo el rato. En el último estudio que hice en 2022 para la Diputación Foral de Vizcaya, sobre chicos y chicas de 14 a 30 años, ha habido un retroceso con respecto a las prácticas de las tías y el espacio público. Si tienen que volver solas a casa, no salen. Si salen, se quedan en casa de alguna amiga. Están constantemente conectadas a través de ubicación en tiempo real. No salen solas ni fuera de la discoteca, no van al baño solas. Si se van a liar con algún chico fuera de la discoteca, envían la ubicación a tiempo real o hacen que sus amigas puedan verlas. Y cito textualmente un testimonio: “le paso mi ubicación a mis amigas por si desaparezco”. Esto es terrible, y a mí me afectó un montón porque hice un estudio para Barcelona en 2019, antes de la pandemia, y se notaba una potencia que venía de la mani del 8M de 2018 y seguían enfrentando muchísima violencia, pero la conceptualizaban y la manejaban… Y en 2022 tienen formas de conceptualizar la violencia, no se les escapa la más mínima agresión, pero luego se ha incorporado muchísimo la protección y el autocontrol. En mi tiempo, volvíamos solas a casa. Ahora, no. Si no pueden volver acompañadas, no salen.