Cáritas endulza el «duro» invierno de unas 80 familias de Ibiza en Navidad

Desde la entidad entregaron ayer por la mañana productos para celebrar las fiestas a los ciudadanos con dificultades económicas y gracias a las donaciones altruistas realizadas a lo largo de todo el año por parte de colegios, familias y comercios de la isla

«El invierno es duro», señala una mujer que hacía cola ayer por la mañana frente al local de Cáritas de Sant Antoni, situado en la calle de Lepant, porque se ve con problemas para afrontar las necesidades más básicas después de haber sido despedida en abril «de forma improcedente», dice.

Es solo una de las personas que se acercaron ayer por la mañana, en apenas una hora desde la apertura de puertas, a la entidad para recoger los productos de alimentación básica habituales y la cesta de Navidad extra que se entrega en estas fechas para poder celebrar las fiestas de forma digna.

«Normalmente estamos desde las 9.30 horas, pero hoy hemos empezado un poco antes, a las 9, porque hay más gente de lo normal», detalló ayer Silvia, trabajadora social de Cáritas, que estos días gestiona las entregas junto con tres voluntarios. Entre ellos se encuentra Vicent, vicario de la parroquia de Sant Antoni, que echa una mano desde que llegó a la isla desde Formentera.

«Ayudaré en lo que haga falta», asegura, antes de dirigirse a un hombre que le pide un brick de leche y entregarle un caramelo. «Para que endulces la vida y felices fiestas», le desea a su interlocutor, que anota su nombre y firma en un documento que le tiende el voluntario. Durante estos días, aumentan también las personas que se encargan de ayudar.

Dos personas hacen cola frente a la puerta del local, junto al aparcamiento de ses Variades. | TONI ESCOBAR

Dos personas hacen cola frente a la puerta del local, junto al aparcamiento de ses Variades. | TONI ESCOBAR / Ángela Torres

Ochenta personas atendidas

A las diez de la mañana de ayer, unas veinte personas esperaban en el aparcamiento de ses Variades, frente almacén. A esa hora, ya se había atendido a doce familias (muchas de ellas con niños pequeños y bebés), una cuarta parte de las que se preveía atender a lo largo de la mañana hasta las 12. Así como «muchísimos trabajadores», derivados en la mayoría de los casos de los servicios sociales de Sant Antoni.

Silvia espera que entre ayer y mañana viernes, cuando se volverá a hacer entrega de alimentos y cestas navideñas, acudan a recibir estos productos entre unas setenta y ochenta personas. En invierno, explica la trabajadora social, el número de ciudadanos que hacen cola en Cáritas crece considerablemente.

Las causas principales son una temporada turística ya lejana y unos sueldos que no alcanzan a cubrir las necesidades más básicas, con el precio de la cesta de alimentos por las nubes en el supermercado y unos precios de vivienda en la isla desorbitados.

«Los gastos fijos cada vez son mayores y los ingresos no han aumentado tanto, hay gente que necesita estos alimentos para poder ahorrarse algo en la compra», manifiesta Silvia. «Hay gente que viene todos los meses y otra que lo necesita más en invierno, porque el sueldo del verano no les llega para todo el año», apunta.

En este local de Cáritas llevan ya diez años entregando alimentos perecederos y frescos a la gente del pueblo que se encuentra en esta situación por distintas causas, gracias a la recogida de alimentos de los colegios y a las entregas solidarias (hechas a lo largo del año) por parte de familias.

Cáritas endulza el «duro» invierno de algunas familias en Navidad

Cáritas endulza el «duro» invierno de algunas familias en Navidad / Ángela Torres

De estas compras se apartan dulces, chocolates, polvorones y otros productos para la entrega de Navidad. También hay donaciones especiales, como la de una familia de Sant Antoni que cada año hace una compra para las cestas de Cáritas con valor de unos «4.000 o 5.000 euros», cuenta Silvia. Además, una Iglesia anglicana del pueblo entrega y prepara paquetitos con chocolatinas para los niños.

Por otro lado, muchas empresas de Ibiza que abren solo durante la temporada, a su cierre entregan a la entidad congelados que también formarán, junto con los dulces típicos, un caldo, una botella de aceite y demás, parte de la entrega navideña.

Desesperación «si falla el curro»

«El invierno es duro si la gente ha trabajado y no tiene ayuda», considera una mujer que espera para ser atendida y que relata que el complejo hotelero en el que trabaja como camarera de pisos le dio la espalda tras una década siendo trabajadora.

«Un día antes de despedirme me decían que era como su hija», expresa con media sonrisa y con tono de incredulidad. Desde abril no puede trabajar por la artrosis cervical, el desgaste en de tercer grado en el túnel carpiano y una posible hernia que presenta, además de otras lesiones forjadas a lo largo de años de trabajo.

«Hasta que no me llamen de la Seguridad Social para operarme no puedo buscar otro puesto y en teoría debería estar de baja, pero la empresa no me paga ya que me despidieron de forma improcedente el mismo día que mi jornada laboral terminó en el Hospital Can Misses», lamenta.

En el caso de Ernesto, que hace cola con Ada, está pendiente de un documento para poder trabajar. «Cuando te falla un curro por una enfermedad o lo que sea y no estás cualificado, caes aquí directamente», dice Ada señalando la cola, «no hay riesgo de exclusión social, o no estás excluido o lo estás de lleno». Un pensamiento que comparte su compañero, que añade que una vez en ese supuesto no hay «un colchón, sino una superficie de piedras».

Marisa ha sufrido un cambio en la recepción del ingreso mínimo vital que le había otorgado el Estado. «Cuando he visto que estaba con el agua al cuello he dicho: tendré que ayudarme con esto», suspira.

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