Irene de Andrés y las 350 páginas capaces de detener a la muerte

La artista ibicenca expone en la facultad de Bellas Artes de la Complutense de Madrid su proyecto ‘350 páginas’ 

Irene de Andrés, ayer por la mañana, junto a la instalación ‘350 páginas’.

Irene de Andrés, ayer por la mañana, junto a la instalación ‘350 páginas’. / archivo personal

«Había que cerrar/con tinta/las ventanas/¡Libros /levantad muros!/de papel/de cartón/de piel/para cerrarle/la entrada a la muerte». Los libros como cueva, como refugio, como escudo. No es metáfora. Es real. Lo fue. Libros antibalas. Capaces de detener a la muerte. De frenar el avance fascista. Libros salvavidas. No es metáfora (que también). Es real. Lo fue. Y sobre ello reflexiona y anima a reflexionar la ibicenca Irene de Andrés en ‘350 páginas’, su último proyecto. Una instalación que inaugura hoy a las siete de la tarde en la sala de exposiciones de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. La misma en la que estudió y a la que vuelve ahora, catorce años después de echar a volar, para rescatar (porque De Andrés no cuenta, rescata) una historia que sucedió en ese mismo lugar. En esa biblioteca. Una historia sepultada por las capas de pintura y hormigón nuevo: cuando la ciudad universitaria levantó tricheras para frenar el avance del fascismo y los brigadistas, a falta de sacos terreros echaron manos de los libros.

Irene de Andrés y las 350 páginas capaces 	de detener a la muerte

Detalle de una de las fotografías a los libros heridos. / Irene de Andrés

El título de la instalación, ‘350 páginas’, hace referencia, explica De Andrés, recién salida de las catacumbas de la facultad, donde anda ultimando la muestra, «al grado de penetración de las balas» en un libro, según explicaba uno de aquellos brigadistas. La muestra la componen 48 imágenes de esos libros que detuvieron la muerte. O que al menos lo intentaron. También el poema-ensayo de Javier Pérez Iglesias, director de la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes de la UCM y «activista bibliotecario», según se define él mismo. Poema, del que beben las primeras y las últimas líneas de esta página y cuya publicación, con imágenes de aquel momento de trincheras de libros, ha diseñado Marina Meyer.

Trincheras de libros

De Andrés explica que se topó con esa historia de los libros cueva, los libros refugio, los libros escudo cuando investigaba para uno de sus proyectos anteriores, sobre el río Manzanares. «Di con los libros que se habían usado en la defensa de Madrid, que sirvieron de parapeto en la recién inaugurada facultad de Filosofía y Letras», recuerda. Habló del tema con Iglesias, descubrió que se conservaban en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla, de la universidad, y pidió poder fotografiar aquellos volúmenes, muchos de ellos ejemplares del siglo XVIII, marcados por la guerra. Sus cicatrices, sus túneles de balazos, sus hojas rasgadas... Los libros como testimonio de una guerra. «Los libros son muy expresivos. Tienen restos de metralla, algunos son ilegibles o tienen marcas porque servían para apoyar los rifles», comenta la artista, que detalla que, tras Madrid, ‘350 páginas’ se podrá ver en Canarias, en el Tenerife Espacio de las Artes (TEA).

La instalación ‘350 páginas’, de Irene de Andrés y, a la derecha, un detalle de una de las fotografías a los libros heridos.  | IRENE DE ANDRÉS

La instalación ‘350 páginas’, de Irene de Andrés. / Irene de Andrés

Cazadora de metáforas y de los hilos invisibles que unen espacios, tiempos y memorias, la ibicenca, cuando mira el vacío de los proyectiles que hirieron las páginas no puede dejar de ver un balazo que, en realidad, atraviesa las épocas. El antes de ese momento en que en una biblioteca se levantaron trincheras con broqueles de papel —‘La Ilíada’, ‘La Odisea’, ‘El libro del saber de astronomía’ de Alfonso X, o ‘Lesercizio della buona morte’ tratando de detener a la muerte y el avance del fascismo— y el después de esa lucha: bibliotecarios represaliados y una reconstrucción que oculta las huellas y las cicatrices de aquella barbarie. «Como si aquí no hubiera pasado nada», reflexiona De Andrés, que recuerda que para el desarrollo de ‘350 páginas’ fue «fundamental» ‘Libros que salvan vidas, libros que son salvados’, de Marta Torres Santo Domingo. Un texto que recoge testimonios de aquellos brigadistas que, durante la Guerra Civil, se atrincheraron en la facultad de Filosofía y Letras y convirtieron los libros en parapetos y también los de los bibliotecarios que participaron en las campañas de salvación de estos libros, algunos de ellos «auténticas joyas del patrimonio bibliográfico de la Complutense», comenta la artista, que, entre otros muchos proyectos, está preparando una exposición individual que podrá verse en el Centro Párraga, en Murcia. Aunque eso será después de pasar por Chile, en febrero, y después de estas350 páginas’ capaces de frenar la muerte: «Queda/a veces/como si nada/muy dentro del libro/el proyectil detenido/escondido/para esperar/sin prisa/agazapado/al tiempo que vendrá».

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