Vivienda

Unas 20 personas viven en una infravivienda en un supermercado de Ibiza

Un exinquilino relata que dormían en habitáculos minúsculos y que había mucho moho en Vila, Consell, Policía Local y Nacional identifican a tres comercializadores

Bienvenidos a los 'slums' de Ibiza

Fachada del supermercado investigado por estar funcionando como albergue ilegal.

Fachada del supermercado investigado por estar funcionando como albergue ilegal. / Toni Escobar

Supermercado cerrado por fuera e infravivienda por dentro. Es la situación que, desde hace un tiempo, investigan el Ayuntamiento de Ibiza y el Consell de Ibiza en un establecimiento del centro de Vila. Clausurado hace años, todo parece indicar que lleva un tiempo funcionando como infravivienda.

El Consell y el Ayuntamiento de Ibiza, junto con la Policía Local y el Cuerpo Nacional de Policía están tratando de confirmar las denuncias que han recibido y que afirman que el espacio se ha convertido en una infravivienda en la que malviven una veintena de personas.

El conseller insular de Lucha contra el Intrusismo, Mariano Juan, señala que recibieron diversas denuncias sobre el uso que se estaba dando a este establecimiento —«no sé si de una persona o de varias», indica—, tras lo que su departamento comenzó a «mover el tema». «Como siempre hacemos con el alquiler turístico», recalca. «Las denuncias decían que había unas personas intentando alquilar esto», comenta el también vicepresidente primero de la institución.

Sin embargo, en el momento en el que comenzaron a investigar el caso y les explicaron con algo más de detalle lo que estaba pasando en el supermercado se pusieron en pausa: «Nos pareció que no se trataba de un tema de alquiler turístico, de manera que no era competencia nuestra, del Consell, y nos coordinamos con el Ayuntamiento de Ibiza».

«Si al final es lo que, con los datos que tenemos ahora mismo, parece que es un local comercial que se está usando como vivienda de forma ilegal, sin cambio de uso, sin licencia urbanística de cambio de uso, es competencia municipal.

Estaríamos, como mínimo, ante una infracción urbanística, del Ayuntamiento, pero también podría ser una infracción en tema de vivienda, que sería competencia del Govern», continúa el conseller, que añade que, a falta de poder acceder al supermercado y comprobar la realidad, por las informaciones que tienen «podría ser que no cumpliera las condiciones de vivienda».

Centenares de personas pasan por delante del establecimiento cada día. Desde fuera no parece más que un viejo supermercado cerrado. El letrero aún está, pero las cristaleras están completamente cubiertas de negro y con algunos carteles de sesiones del año pasado en un pub. En la puerta, pegados por dentro, se transparentan dos hojas con información sanitaria. Al acercarse, y fijándose con detenimiento, se aprecian en algunos agujeros de la capa negra, fundas de colchones y tapicerías.

Una cama con cuatro palés

Sólo hay que hablar con algunas de las personas que viven en los asentamientos de trabajadores que se han generado en las afueras de la ciudad para dar con algún inquilino del viejo supermercado. Es el caso de José, de Colombia, que explica que vivía en este local de la calle Aragón, donde un hombre de origen rumano, detalla, le alquilaba una de las áreas en las que había dividido el local. Allí, José tenía una cama hecha con cuatro palés y un colchón viejo, un espacio por el que pagaba 400 euros al mes.

El hombre, que es usuario de Cruz Roja, relata que el local operaba hasta hace unos años como supermercado. «Hasta que quebró», comenta. Fue entonces cuando lo reconvirtieron. El antiguo inquilino de esta infravivienda detalla que mientras él estuvo alojado ahí el espacio estaba dividido en una veintena de parcelas que hacían las veces de habitaciones. Donde antes había estanterías con alimentos ahora hay zulos habitacionales.

Moho y larvas

«Hicieron estancias de dos por dos metros cuadrados sin insonorizar, a lo bestia», continúa José, para quien la falta de higiene del lugar era «un sinvivir». «Los baños estaban de moho hasta aquí», añade levantando la mano hasta una altura de aproximadamente un metro de alto. Además, señala que, a veces, a causa de la comida y de los escombros que se acumulaban en las distintas estancias, aparecían larvas por el suelo del local.

«Me fui de allí porque era una locura», relata el hombre. Tras esta experiencia y ante el grave problema de la vivienda en Ibiza ha decidido adquirir un coche que ni siquiera funciona para, simplemente, poder dormir en él. El colombiano lamenta su situación: «Vine hace veinte años a Ibiza pidiendo refugio y veo que el sufrimiento, hasta el momento, nunca termina. En invierno se puede vivir de manera decente, pero llega el verano y te echan», reflexiona el colombiano.

En las últimas semanas se ha llevado a cabo un dispositivo de vigilancia formado por Policía Local de Ibiza e inspectores del Consell. De hecho, ambas instituciones compartieron la información que tenían.

A través de los teléfonos que tenían el Consell, con la colaboración de la Policía Nacional, había conseguido identificar a dos de las personas «que estaban haciendo de gancho, comercializando esta infravivienda». «Y se pasaron estos datos al Ayuntamiento porque ya tenía diligencias urbanísticas previas abiertas sobre esta cuestión», detalla Juan. A su vez, el Consistorio había identificado a una tercera persona que también estaba ofreciendo alojamiento en el clausurado supermercado.

«El Ayuntamiento nos dijo que pediría una autorización judicial para poder acceder al establecimiento», señala Mariano Juan, que destaca que en ese momento se dio por finalizada la actuación del Consell de Ibiza en este caso.

Desde el Ayuntamiento confirmaron ayer que se ha solicitado esta autorización y que están a la espera de la resolución del juzgado para poder entrar en el supermercado.

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