Para empezar

Fregar con tequila, ducharnos con champán

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

No lo hemos sabido ver. Nosotros pensando que lo de echarse botellas y botellas de champán encima era una excentricidad de millonarios... Y no. Los veíamos en el exclusive VIP del beach club baldeándose con Veuve-Cliquot, Dom Pérignon y Krug Clos d’Ambonnay y nos llevábamos las manos a la cabeza, incapaces de entender que lo que estábamos viendo, en realidad, era el futuro. Al ritmo que vamos en esta isla el agua acabará siendo un bien tan escaso que no nos quedará más remedio que ducharnos con champán. O cava. El cubo de la fregona lo llenaremos con tequila (¡qué pena más grande!), que si bien vale para desinfectar y adormecer los corazones rotos qué no hará con las baldosas del suelo y los azulejos del baño. Las plantas ya pueden ir preparándose, porque no van a catar más agua que la de la lluvia. Mientras esperan, regaderas de leche. Nos vestiremos con hojas de higuera y de parra, para no tener que lavar. Eso sí, ya podemos tener claro que, mientras, los que antes se rociaban con champán seguirán llenando sus piscinas con agua potable, esquilmando los acuíferos para mantener bien lustrosos sus amazónicos jardines y tomando largos y relajantes baños de espuma en sus mastodónticas bañeras.

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