Desde la marina

Vila, ciudad desvanecida

Miguel Ángel González

Miguel Ángel González

Con referencia a la ciudad, Vila, hace unos días hablaba con un amigo sobre la polémica que se ha montado sobre la ubicación que conviene dar al centro cultural polivalente y a la Peixateria. Independientemente de la solución que se adopte, uno cae en la cuenta de que hace ya demasiados años que nos entretenemos con iniciativas urbanas que están bien —cuando están bien—, pero que no pueden justificar al gobierno de turno. Lo único que las administraciones consiguen con esta política de parches y con intervenciones de segundo orden que no son prioritarias es distraerse, distraernos y encubrir la desvertebrada situación que tiene la ciudad, un problema del que no se habla, que no parece quitarle el sueño a nuestros mandarines y ante el que la ciudadanía parece resignarse. Pero vamos a lo que voy.

La ciudad tiene cuatro barriadas o zonas diferenciadas, la Marina, Dalt Vila, la Penya y el Ensanche. Y de las cuatro, sólo una está viva y aumenta su población, el Ensanche, lo que queda más allá de Vara de Rey, el área más ajena a lo que la verdadera Ibiza es y que se confunde con cualquier barrio de cualquier otra ciudad. No soy capaz de llamar Vila al Ensanche. Vila, para mí, sigue siendo la ciudad que conforman la Marina, Dalt Vila y la Penya.

Y sin embargo es la ciudad que se desvanece, que se deshabita y dejamos morir. ¿Tiene sentido que la ciudad que nos identifica y es distinta a cualquier otra, se muera y se vea sustituida por un Ensanche anodino? ¿Tiene sentido que de las cuatro áreas urbanas, tres tengan el abandono que tienen? ¿Qué se hace para incentivar la rehabilitación de la Marina y conseguir que gane vecinos? ¿Alguien cree que la policía, aunque esté presente en el barrio, solucionará el enquistado problema de la Penya? Me temo que falta imaginación y que hay mucho miedo de mancharse con medidas efectivas que a medio plazo puedan darle la vuelta a la situación. Si no se actúa con decisión y criterio, me temo que la ciudad perderá —ya la está perdiendo— la identidad que tenía.

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