La madurez de The New Young Polaks

Cuando escuchas un disco varias veces llegas a un punto en que es difícil decidir si es bueno o malo. Puedes saber si te gusta mucho, poco o nada, pero a cada escucha se va perdiendo la capacidad crítica. Si llegas al punto de tararear el estribillo de algunas canciones estás perdido. Escribo esto porque he escuchado unas cuantas veces el flamante primer disco de la jovencísima banda ibicenca The New Young Polaks y si me lo pongo un par de veces más ya no podré hacerlo. Lo primero que llama la atención no es que tenga un regusto setentero, es que parece que se hayan ido a grabarlo a los setenta. Todos los que asistimos regularmente a conciertos en esta isla hemos visto en alguna ocasión a los Polaks y sabemos cómo suenan, pero el ambiente que genera el disco es aún más de esa época. Canciones con guitarras potentes y bases sólidas que van del blues al soul, con pinceladas de folk rock e incluso country. En la onda de unos Doors a los que les hubieran robado el melotrón. Si se le puede poner una pega es que suena tan bonito, tan limpio y tan redondo que pierde un poco la frescura de un disco tocado por cuatro chavales recién salidos de la adolescencia. Parece el elepé de una banda ya madura. Ladies and gentlemen The New Young Polaks have left the building.

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