Fruta o argumentos

Cuando mi padre golpeaba la mesa al tiempo de exclamar «¡tengamos la fiesta en paz!», todos enmudecíamos. Ignoro si se sigue utilizando esa frase para cortar de raíz las absurdas discusiones familiares que suelen acompañar a la sopa de fideos. Digo esto en el caso de que exista aún la sopa de fideos (quizá sí), pues llevo evitándola desde que abandoné la casa de mis progenitores porque me produce dolor de cabeza. En algunas festividades especiales se le añadían a esta sopa lo que mi madre denominaba «menudillos» y que no eran otra cosa, me temo, que trocitos de hígado de aves inocentes. No soy sopero, en fin. Esto es lo que le dije a mi psicoanalista en la primera sesión del nuevo año, nada más tumbarme en el diván.

—No soy sopero.

—¿Y eso?

—Me trae recuerdos de gente que se agredía verbalmente sin otro objetivo que el de llevar razón.

Tengamos la fiesta en paz.

Me pregunto si el Rey de España, como jefe de Estado, como primera autoridad, como persona en teoría ajena a las luchas partidistas, etc., etc., etc., podría aparecer un día en la tele y dar un puñetazo en la mesa al tiempo de gritar:

—¡Tengamos la fiesta en paz!

Ya votamos en julio, ya hemos sobrevivido a la cena de Nochebuena y al vestido (o lo que sea) de la Pedroche, ya tenemos gobierno, ya hemos entrado en la rutina de 2024. ¿Sería posible que tuviéramos la fiesta en paz? Dejemos de llamarnos hijos de puta unos a otros, dejemos de embestirnos irracionalmente en los parlamentos regionales, también en el nacional. Dejemos de colgar gente por los pies o por la cabeza. Cenemos de una vez, que se enfría la sopa.

Quien habla de cenar habla de gobernar, que se enfrían las leyes. Es una ingenuidad, por cierto, creer que solo gobierna el gobierno. La oposición también. Puede elegir entre hacerlo repartiendo fruta o juntando argumentos. Para ello, es preciso sentarse a la mesa (o en el escaño) con espíritu no digo constructivo, sino civilizado. A veces imagino a nuestros diputados tomándose un bol de sopa de fideos al tiempo que Francina Armengol solicita que tengamos la fiesta en paz. Pues eso, que una tregua, por Dios.

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