Miedito

«Está claro que en la arena política nacional sobran egos e intereses particulares; y una mayoría suspende definitivamente en talante, en el congreso y en las calles»

Casi cuatro meses después de las elecciones, y en una fecha significativa en el imaginario colectivo, arranca una semana en la que probablemente por fin estrenemos legislatura. Una suerte de nuevo ‘curso escolar’ sobre el que quedan pendientes muchas incógnitas, pero que a la luz de lo que vimos la semana pasada en el debate de investidura, se presenta con visos de ‘aula’ revuelta, con escasa vocación de unanimidad y faltona.

En las dos jornadas que duró, quedaron ‘retratados’ con sus palabras y con sus actos un repertorio variado de ‘tipos’, más propios de un aula cualquiera de Secundaria, que de un congreso de los diputados. Así, pudimos ver a la ‘sobrada’ de la clase, Isabel Díaz Ayuso, insultando por lo bajini al líder del PSOE. Maleducada y soberbia, no sólo no pidió perdón, también ha tenido la desfachatez de hacer bromas y juegos de palabras sobre el asunto.

También escuchamos al ‘graciosillo’, Aitor Esteban, portavoz del PNV, dedicarle unos versos al señor Feijóo para explicarle por qué no había conseguido aliados para su gobierno: «Alberto, tu tractor tiene gripado el motor, por usar aceite Vox».

Por menciones, hay que hablar del ‘chulesco’ Santiago Abascal, que sigue repitiendo, como un disco rayado, que el pacto sellado por PSOE y Junts es un «golpe de Estado». Un símil que le costó un tirón de orejas de la ‘seño’, Francina Armengol, que se lo afeó y le llamó al orden. Obcecado y cerril, él y sus compañeros de bancada eligieron marcharse al ‘pasillo’ en plan: «me enfado y no respiro».

La paciente presidenta del Congreso lo tuvo complicado y en varias ocasiones tuvo que llamar al orden a la derecha. «Compórtense», repitió más de una vez. Una palabra no exenta de retranca, teniendo en cuenta que si de algo se vanagloria la ‘gente de bien’ de nuestro país es de sus supuestas buenas formas.

Aunque el movimiento se demuestra andando. Y así se lo recordó un inspirado Patxi López, que reprobó las actitudes machistas y fascistas de las concentraciones de Ferraz, que han dejado un repertorio de gestos y anécdotas tan dantescas que dan para otro artículo. Mertxe Aizpurúa, portavoz de EH Bildu, por su parte, tuvo su momento de ‘niña repelente’ del grupo, cuando aprovechó para subrayar sus ‘méritos’: «Los independentistas somos los que impedimos hoy que el bloque reaccionario llegue al poder».

Y Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana, ‘alumno destacado’, que nunca defrauda como orador, recordó a la oposición que lo único que tienen en común todos los partidos que han cerrado filas en torno al PSOE es intentar frenar el avance de una derecha desbocada.

Ésa que consiente y sustenta el bullying que tampoco faltó. Tres disputados del PSOE, Daniel Senderos, María Luisa García y Herminio Rufino Sancho, recibieron amenazas verbales y les fueron arrojados huevos y una taza, antes de entrar al hemiciclo.

Pero, además, hubo otros ejemplos de abusos directos o indirectos. Pedro Sánchez, el chico ‘listo y guapo’, a quien hay que reconocerle el talento para el ‘más difícil todavía’ y la vocación por la política progresista, no estuvo elegante cuando humilló al ‘pusilánime’ Alberto Feijóo, rompiendo en carcajadas al referirse a él como el único caso conocido de persona «que no es presidente porque no quiere».

Y todos tuvimos en la cabeza a Irene Montero, cuando Yolanda Díaz quiso dárselas de ‘aplicada’, defendiendo los derechos de la comunidad LGTBIQ+ y la importancia del feminismo durante su intervención. Era difícil no pensar en la incoherencia de su discurso con el hecho de haber abandonado a una compañera en la estacada por interés electoral.

También hubo referencias a las ‘malas compañías’. Feijóo le afeó al líder socialista «los pactos encapuchados con Otegui», y éste le recordó a él sus ‘amistades peligrosas’ con un narcotraficante. Y el chascarrillo del día fue el momento ‘listillo’ del presidente popular, intentando corregir la cita de Machado, que había ‘plagiado’ Sánchez en su discurso, para quedar él mismo en evidencia después, al saberse que su añadido era del cantautor Ismael Serrano y no del poeta.

Con estos mimbres y la tensión social, al rojo vivo, azuzada por políticos de mal perder, da ‘miedito’ pensar qué nos depararán los próximos meses. Porque aunque todos los principios estén cargados de buenas intenciones, los del año, los del curso y hasta los de la legislatura, está claro que en la arena política nacional sobran egos e intereses particulares; y una mayoría suspende definitivamente en talante, en el congreso y en las calles.

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