Teatro | Jorge Sanz Actor

El actor Jorge Sanz, en Ibiza: «La industria cinematográfica todavía es muy chunga para las mujeres»

El reconocido intérprete madrileño visitará mañana Ibiza para subirse a las tablas del auditorio de Can Ventosa, donde representará a las 21 horas junto a Ángeles Martín y Gonzalo Hermoso la obra ‘Hechos y faltas’, escrita por Jeremy Kareken, David Murrell y Gordon Farrell y adaptada y dirigida por Bernabé Rico.

El actor Jorge Sanz está de gira con la obra ‘Hechos y faltas’, basada en el libro de John D’Agata y Jim Fingal ‘The Lifespan of a Fact’.

El actor Jorge Sanz está de gira con la obra ‘Hechos y faltas’, basada en el libro de John D’Agata y Jim Fingal ‘The Lifespan of a Fact’. / Imagen cedida por D. I.

Maite Alvite

Maite Alvite

No es la primera vez que Jorge Sanz (Madrid, 1969) pisa el escenario de Can Ventosa. En el auditorio ibicenco estuvo, por primera vez, en 2005 junto a Amparo Larrañaga para dar vida a la obra ‘Pequeños crímenes conyugales’, de Eric-Emmanuel Schmitt.

De aquella ocasión y de los tiempos en los que era asiduo a la isla de la mano de la familia Molina habla distendidamente al comienzo de la entrevista telefónica con Diario de Ibiza, que se desarrolla de camino al aeropuerto para coger un avión a Santiago de Compostela, donde intervendrá en el programa de humor y entretenimiento ‘Land Rober-Tunai Show’, de la Televisión de Galicia.

Mañana el reconocido actor, que atesora 45 años de carrera, volará a Ibiza para meterse en la piel de un reputado autor, John d’Agata, que ha escrito una crónica sobre la tasa de suicidios en Las Vegas para una prestigiosa revista. Le acompañarán Ángeles Martín, en la piel de Emily, la redactora jefa de la publicación; y Gonzalo Hermoso, que hará de Jim Fingal, un becario al que se le encarga verificar los hechos del escrito del cronista veterano.

¿Cómo llega el libreto de ‘Hechos y faltas’ a sus manos?

El papel que yo hago lo había interpretado antes Antonio Dechent, pero le salió una oportunidad muy buena y optó por ella. La gira por entonces todavía estaba gestándose y, como no querían interrumpirla y yo había trabajado ya con gente que está en la producción de ‘Hechos y faltas’, me llamaron. Me subí sobre la marcha. A los quince días de leerme el libreto estaba ya haciéndola en Castellón.

¿Qué le atrajo de la obra para decir ‘sí’ a la propuesta?

Que está basada en hechos reales, es muy moderna y se ha hecho ya en Estados Unidos con Daniel Radcliffe en el reparto (se estrenó en Broadway en 2018). Pero, sobre todo, lo que me atrajo es que está de rabiosa actualidad porque es la historia de un periodista veterano que hace una crónica muy buena y al que le mandan un becario que se encarga de verificar los datos que aporta y que le intenta corregir. Ahora que está tan de actualidad lo de la veracidad en los medios de comunicación, es una obra que entra muy bien y que te hace darle vueltas al tema cuando sales de la función.

¿Cómo se siente en la piel de este veterano articulista?

John D’Agata es un personaje muy chulo. Sale al final del primer tercio de la función, pero se pasan todo el inicio de la obra hablando de él, diciendo lo gran periodista y escritor que es, los premios que ha ganado... y todo eso hace que la gente esté muy expectante. Cuando llega el momento, ven salir a un miura que tiene ganada la atención del público desde el comienzo.

¿En qué lado se posiciona personalmente, en el de su personaje, que no duda en retorcer la realidad para contarla con más arte, o en el del joven periodista idealista que lucha por ser fiel a los hechos?

Creo que una noticia tiene que ser veraz y contrastada, pero los hechos en una crónica o un artículo de opinión sí que pienso que se pueden adornar para llegar más a la gente, siendo fieles, eso sí, a lo importante. Eso es lo que opina, por lo menos, mi personaje.

«Gonzalo Hermoso tiene una vis cómica impresionante y Ángeles Martín vive y respira teatro»

La obra invita a reflexionar sobre la realidad del periodismo en la era digital, en la que prima la inmediatez, pesan mucho las redes sociales y abundan las fake news. ¿Qué opina usted de cómo está este mundo?

A mí me gustaría que fueran los propios profesionales del sector los que reflexionaran con esta obra, que hicieran autocrítica y pusieran medios para solucionar las cosas. Creo que no se debe permitir que se pierda la independencia de los medios, que hoy por hoy está, por lo menos, en entredicho. Pero estoy hablando demasiado, porque yo no soy periodista, solo digo lo que a a mí me gustaría como espectador.

¿Qué tal se entiende sobre el escenario con sus compañeros de elenco, Ángeles Martín y Gonzalo Hermoso?

Gonzalo es un genio. Lo lleva en la sangre porque es el hijo del actor Miguel Hermoso, pero es que, además, es muy bueno. Tiene una vis cómica alucinante, que para mí es lo más difícil porque yo considero que un actor es bueno cuando puede hacer comedia. Tiene veintipocos años y es una gozada verlo en acción. Me siento reflejado en muchas cosas en él. Trabajar con alguien así, con tantas ganas y tan bueno, me está resultando muy gratificante y refrescante. Y Ángeles es una superclase, pero es que casi ha tenido la misma vida que yo. Nos conocimos haciendo ‘Colegio mayor’, que fue la primera comedia de situación que se hizo en España, cuando éramos galanes, no te digo más. Ella vive y respira teatro. Es como la madre de la compañía y me encanta volverla loca. No podemos estar más cómodos y más a gusto. Cada día sale alguna cosita nueva, divertida. Es una compañía muy viva, con un texto que es muy nutritivo.

Lleva como intérprete 45 años y más de cien películas, pero no pisó las tablas de un teatro hasta 2003, cuando se lanzó con ‘Arsénico, por favor’. ¿Por qué tardó tanto en subirse a un escenario? ¿No le atraía el género?

Sí que me atraía, de hecho, me daban muchísima envidia los actores de teatro, pero me consideraba en desventaja con ellos, porque mi técnica, mi forma de actuar, era para la cámara de cine y de televisión. Me moría de ganas de hacer teatro, pero nunca encontraba el momento, porque ya te digo, técnicamente estaba a años luz de ellos. Siempre tenía alguna excusa para no hacer las obras que me ofrecían con regularidad. Pero, claro, me vino Gonzalo Suárez, que para mí es un referente, con su adaptación del clásico ‘Arsénico por compasión’ y el personaje de Mortimer y no encontré argumentos para no hacerlo, me tiré al río. Era la primera función de Gonzalo también y fue toda una experiencia. Sudaba tres camisas en aquella obra. En esa época salía al escenario tocando madera y esperando que no fallara nada y ahora salgo todos los días a ver qué pasa, y, si no pasa nada, lo provoco yo. He conseguido con el tiempo estar en el sitio en el que yo soñaba estar en el teatro, en el de disfrutar mucho y pasarlo bien en el escenario. Además, yo siempre he estado muy mal acostumbrado y he podido elegir los papeles que hacía en cine y televisión, pero va pasando el tiempo y eso cada vez va ocurriendo menos. Sin embargo, en teatro sí puedo seleccionar muy bien lo que me apetece hacer.

¿Qué le ha enseñado como actor el teatro que no le hayan proporcionado el cine o la televisión?

Tener delante una audiencia en vivo es una sensación muy fuerte. Me ha enseñado el poder de las palabras, a darles brillo para provocar una reacción en el público; y a estar sano y fresco de mente. Ahora, todavía sigo pensando que para un actor el trabajo más fino, el más difícil, es el cine. El abanico de posibilidades técnicas que te ofrece es amplísimo y, si las dominas y sabes utilizarlas y encima eres fotogénico, puedes contar una historia con mucha más profundidad que en el teatro.

Gonzalo Hermoso y Jorge Sanz, en un momento de la obra.

Gonzalo Hermoso y Jorge Sanz, en un momento de la obra. / Carlos Pascual

Si pudiera viajar en el tiempo al pasado y hablar con el joven Jorge Sanz de 20 años que se llevó el Goya por su papel en ‘Si te dicen que caí’, ¿qué le diría?

Le diría: «A ver si superas esto» (se ríe). Quiero decir que he llevado una vida y una carrera privilegiada y que no puedo estar más satisfecho y agradecido por ello.

¿Pero usted entonces valoraba lo que tenía y lo que había conseguido siendo tan joven?

No, ni mucho menos. De hecho, al principio, con ocho o nueve años, no sabía lo que estaba haciendo. Yo era un niño muy fotogénico, que entendía muy bien el lenguaje de los rodajes y que se me daba muy bien, pero en realidad no creaba ningún personaje. Yo hacía sencillamente lo que me decían. Luego, con el tiempo, fui aprendiendo. Con veinte años ya había hecho cuatro películas con Victoria Abril y Vicente Aranda. De hecho, creo que de los 16 a los 20 años fue cuando más aprendí en mi vida.

Muchas intérpretes mujeres se quejan de que a partir de los 40 empiezan a notar que cada vez les llegan menos papeles y menos interesantes. ¿A los actores como usted, que ha hecho mucho tiempo de galán, les pasa lo mismo?

Bueno, yo he hecho un poco de todo a lo largo de mi carrera, desde jovencito a galán cómico o romántico. He tocado todos los géneros y he hecho secundarios también. Pero sí que es verdad que, no sé por qué, hay menos personajes interesantes de mujeres que de hombres. Cada vez ocurre menos, también es verdad, pero sí que hay una diferencia bestial. A mí, con la edad y con la experiencia que tengo, me llegan a veces unas ofertas de trabajo que me dan pereza. Me gusta trabajar y hay que hacerlo porque tengo una familia y facturas que pagar, pero cada vez soy más y más selectivo. Imagínate lo que es para una mujer. La industria del cine todavía es muy chunga para ellas.

¿Cree que las plataformas de streaming van a hacer un daño irreversible a las salas de cine o que pueden convivir en paz y armonía?

Yo creo que sí van a poder convivir, pero no sé si en paz y armonía. Que está más complicado para las salas de cine, sí, pero también hay que tener en cuenta que gracias a las plataformas, entre otras cosas, la oferta de contenidos es mucho más amplia, se ven muchas más películas que antes y hay una demanda de contenidos y profesionales bestial. Creo que después de la pandemia, la taquilla de las salas sí sufrió, pero ahora han remontado. La gente necesita salir y hacer planes, como ir al teatro y el cine, además, la sensación de ver una película en la gran pantalla no es la misma que estando en casa.

Como actor, ¿le tiene miedo a la Inteligencia Artificial (IA)?

No. Creo que el verdadero peligro de la IA es que a través de ella van a poder manejar y dominar la opinión de la población.

Además de ‘Hechos y faltas’, ¿en qué otros proyectos está trabajando?

Llevo dos años intentando terminar un libro que me pidieron los de Penguin Random House. Creo que lo tendré listo para este verano. Para septiembre tengo también una película y, después, una serie, y, además, la gira de ‘Hechos y faltas’ se está calentando y ya tenemos bolos para todo el año que viene.

«Echo de menos el ambiente de trabajo que había en la época analógica»

¿Puede contarme algo más de ese libro?

Es sobre mi vida. Lo que pasa es que mi trayectoria profesional va desde la Transición, porque empecé en 1978, y abarca toda la época del destape y de la Guerra Civil en el cine. Me está resultando un poco complejo hacerlo porque quiero contar cómo ha evolucionado en todos estos años la sociedad y cómo ha cambiado la manera de hacer cine. Piensa que yo empecé en la era analógica, en una época en la que lo que grababas en una jornada de rodaje lo veías dos días después y es entonces cuando te dabas cuenta de lo que habías hecho bien y lo que no.

¿Echa cosas de menos de aquellos tiempos?

Echo de menos cómo eran los equipos y el ambiente de trabajo. La producción era la que era, escasa, solo había una televisión y los actores siempre éramos los mismos. Yo era el niño de los Fernán Gómez, de Agustín González, de Manuel Alexandre...Para mí es un lujo haber vivido eso siendo un chaval, viendo trabajar a todos esos actores en una época en la que si no llegabas tarde a los rodajes no eras nadie, justo todo lo contrario que ahora, y en la que bebían desde las once de la mañana como cosacos. Todo eso visto desde la distancia tiene cosas divertidas.

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