En corto

Un «Rubiales» para la historia

No es tan fácil dejar una huella en la historia, aunque sea solo como una de esas pisadas de can que a veces quedan en el cemento fresco. La huella puede ser buena o mala, pero ese es ya otro tema. ¿Quedará para siempre, con el nombre del inventor, el modo de robar un beso a alguien, sujetándole a dos manos la cabeza pero haciendo solo la presión justa para vencer el estupor de la persona sorprendida por el gesto? En esa justa medida de la presión, para aparentar ausencia de violencia, está el asunto, y la correlativa medición social del acto, al milímetro, da cuenta del estado actual de la frontera del consentimiento. Así que, bien mirado, la huella en el cemento fresco dejada en este caso por la patita quizá sea más rica en matices de lo que parece, y «hacer un Rubiales», como ya se dice, merezca pasar a la historia de los gestos (columna de actos reprobables, desde luego).

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