Desde la marina

Los Freos, circo estival

Siempre que subo en verano a la Ronda de la Almudaina y me asomo al sur desde cualquiera de sus baluartes, el de Sant Jordi o el de Sant Bernat, me deja boquiabierto el circo que tenemos montado en los Freos, convertidos los julios y agostos en una autopista marina en la que se cruzan, van y vienen, en ininterrumpida procesión, ferris, embarcaciones de línea, chárteres de excursiones, lanchas y yates de particulares. Y por extraño que parezca, pienso en los peces. Tienen que estar sordos. El ruido desde la muralla es un molesto ronroneo, pero en los fondos marinos tiene que ser atronador, una escandalera. El tráfico parece una festiva competición, una estúpida carrera. ¿A qué viene tanto barco y tanta prisa? Se dice –y si no es exacto puede aproximarse a la verdad- que estos Freos en verano son el trayecto marítimo con más tráfico de todo el Mediterráneo. Y la afirmación parece enorgullecernos.

Todavía recuerdo la entrevista que Carmelo Convalia, compañero de página, le hizo el 2019 en estos papeles a Joan Torres Mayans, formenterés que ha capitaneado casi 30 años los barcos que cubren la línea entre las dos islas. Han pasado cuatro años y si traigo a colación alguno de sus comentarios es porque, en vez de mejorar, la situación empeora. Sin que las administraciones , Consells, Autoridad Portuaria y Capitanía Marítima, muevan un dedo para controlar el desmadre y reducir el impacto medioambiental que ahora tenemos. No se pueden poner puertas al campo y menos al mar, pero algo habrá que hacer.

Volviendo a la entrevista de marras, Joan Torres Mayans comentaba que en un solo día, ya entonces, se consumían 57.000 litros de gasoil; y que las millas que en un día recorren sólo los barcos de línea equivalen a cruzar el Mediterráneo desde Valencia a las costas sirias. Aberrante. ¿Y qué decir del pequeño puerto de la Savina, donde al mismo tiempo pueden salir cinco barcos y entrar otros cinco? Por no hablar de la regresión de la posidonia por los arrastres de los malos anaclajes. O de los vertidos. No deja de ser curiosa la cláusula de confidencialidad que sobre esta evacuación de aguas sucias imponen algunas navieras a sus empleados. No tenemos remedio.

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