En corto
Ojo, tremendistas
El gran éxito de la Transición española y de la Constitución que plasmaría su espíritu viene en gran parte de la ausencia de tremendismo en medio de un tiempo que en realidad era tremendo. Todo el texto del artefacto constitucional está lleno de vaselina contra el tremendismo, en forma de «sin perjuicios», contrapesos y formas de «sí pero no» que no dan la razón a nadie para dársela a todos, permitiendo lecturas diversas o dialécticas. Curiosamente muchos de los «constitucionalistas», que casi medio siglo después se han erigido en intérpretes supremos del artefacto, en una escala que va de doctos académicos a predicadores de la Vulgata en los medios, pasando por viejas guardias, se han vuelto tremendistas, como si la vaselina de antaño se hubiera endurecido hogaño y vuelto cortante cristal. Cualquiera que les toque el artefacto desata la violenta cólera del retén tremendista.
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