Riqueza y exclusión social en la economía pitiusa

Una vez más, Cáritas Diocesana denuncia que el primer factor de exclusión social en Ibiza es el precio desorbitado de la vivienda. El coordinador de esta entidad, Gustavo Gómez, lo advirtió con claridad el viernes, durante la presentación de la memoria de 2022: «El esfuerzo en la creación de empleo y el trabajo de los agentes sociales sirven de muy poco si no van acompañados de medidas para paliar los aumentos desproporcionados de los costes de la vivienda y de la vida». Así es.

Las dramáticas consecuencias las vemos cada día a nuestro alrededor, por donde vayamos: nunca ha habido tantas personas viviendo en vehículos o en tiendas de campaña como ahora. La mayoría, trabajadores de temporada que no pueden pagar una vivienda, como los 60 saharauis que han montado un campamento cerca de Sant Jordi, o los que han convertido en hogar autocaravanas o furgonetas sin condiciones de habitabilidad, aparcadas en infinidad de terrenos de la isla. Situaciones al límite a las que este diario ha dado visibilidad esta semana.

Tal y como advierte Cáritas, tener empleo a jornada completa, un sueldo fijo y estabilidad laboral no garantiza una vida normalizada con un hogar mínimamente digno. Las familias que recurren a la ayuda de Cáritas para sobrevivir destinan el 70% de sus ingresos a gastos esenciales (vivienda, alimentación y transporte), pese a contar a menudo con dos sueldos, lo que les condena a sufrir privaciones importantes, como es prescindir de calefacción en invierno o no poder comer carne o pescado.

Tradicionalmente, el empleo era el mecanismo clave para la inclusión social. Hace ya tiempo que en Ibiza no lo es, o al menos no basta, debido a la falta de vivienda a precios asequibles, un problema dramático para la isla al que todavía no se le han dado soluciones eficaces. Mientras tanto, las personas que a pesar de todo vienen a hacer la temporada (otras muchas desisten ante las dificultades de alojamiento) o no tienen opciones para trabajar en la península, buscan alternativas extremas, como vivir en vehículos o en tiendas de campaña, lo cual no está permitido en la isla salvo en los campings, que son turísticos y caros, por lo que no representan una solución para ellas.

Jugar al ratón y al gato, que la Policía les desaloje de un sitio para que se trasladen a otro, es un parche que no afronta el problema, que cada año es más grave y afecta a más personas. La expansión del chabolismo y las infraviviendas, como única opción habitacional para un número creciente de personas con trabajo (y, por tanto, con ingresos), ya no se puede encarar desde las prohibiciones y sanciones que prevén las ordenanzas municipales y las normativas insulares, que no están adaptadas a la realidad actual ni pensadas para hacer frente a una emergencia social como la que viven las Pitiusas. El fenómeno ha adquirido una dimensión colosal y tiene que abordarse con un enfoque humano, que ponga en el centro a las cientos, posiblemente miles, de personas que malviven en condiciones deplorables varios meses en verano (y algunas de ellas, también durante el resto el año), una cifra que irá en aumento de forma irremediable si la vivienda sigue siendo un bien esencial inalcanzable para buena parte de la población por culpa de la especulación masiva. Algo falla en la opulenta economía pitiusa, que tanta riqueza y prosperidad genera, cuando a la vez deja una galopante exclusión social como indeseado efecto colateral.

El PP gobernará durante los próximos cuatro años todas las instituciones insulares, Govern balear, los dos consells pitiusos y todos los ayuntamientos ibicencos, de modo que sobre su gestión va a recaer toda la responsabilidad de remediar esta situación, que ya es el mayor de nuestros problemas porque corroe inexorablemente la economía y los servicios y acrecienta la desigualdad social en Ibiza y Formentera. La sintonía política debería facilitar el trabajo coordinado y la adopción de medidas contundentes. No hay tiempo que perder ante esta lacra social que debería avergonzarnos a todos.

DIARIO DE IBIZA