Desde la marina

Ibiza da miedo

Miguel Ángel González

Miguel Ángel González

El lector disculpará que por una vez personalice. Lo hago porque entiendo que mi situación es la que tienen muchas otras personas, quienes residen en la isla y quienes pasan aquí sus vacaciones. Vivo en Barcelona y hasta hace dos años solía venir a la isla varias veces al año, pero la cosa ha cambiado. En estos momentos, como suele decirse, no las tengo todas conmigo cuando decido pasar unos días aquí. Lo hago con prevención, casi con miedo. Con motivos justificados. Mi ficha médica me tiene ‘fichado’ como enfermo crónico. Operado de infarto, con 3 by-pass y varios stents, tengo muchos números de padecer anginas, arritmias y demás adornos coronarios. A partir de aquí, cuando leo la situación por la que están pasando los enfermos que ingresan en el servicio de urgencias en Can Misses, me entran unas ganas tremendas de quedarme en casa y olvidarme de viajar a la isla. Con el consiguiente cabreo.

Me consta que el personal del centro hace más de lo que puede. Esta nota de indignación no va con ellos. Todo lo contrario. Sólo podemos agradecerles sus esfuerzos. Dicho esto, la evidencia que tenemos delante de nuestras narices es que Can Misses es poco más que fachada. Un hospital enorme, muy aparente, pero en el que faltan camas, faltan oncólogos, faltan cardiólogos y especialistas, dejan a los enfermos en los pasillos, se plantea incluso la barbaridad de reducir la actividad quirúrgica para ofrecer más camas...

Un desastre. Y lo tremendo es que este desmadre lo tenemos en el mes de marzo. ¿Se han preguntado qué puede pasar cuando en julio y agosto se incremente la población estacional en 300.000 personas o más? ¿Qué hacen las administraciones? Si no consideran crítica esta situación, de verdadera emergencia, es que son tontos de solemnidad. Por no decir otra cosa. Consell, Govern y consistorios no pueden quedarse a verlas venir. Con la salud no podemos jugar. Hemos tenido una pandemia que se ha llevado por delante a miles de personas y no hemos aprendido nada. Tal vez convendría que los agentes turísticos adviertan a sus clientes de que Ibiza es un destino de riesgo.

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