Opinión | Para empezar

Una humillación imborrable

A mi terapeuta le cuento los episodios más bochornosos de mi existencia. Voy a compartir uno con ustedes. Fue hace tiempo, cuando trabajaba en un medio de comunicación que ejercía de portavoz del PP. No hay aquí intención partidista, ya que en la península había estado en un medio en la órbita del PSOE y la injerencia de los partidos no era ninguna novedad. Mi jefa me envió a una rueda de prensa de Jaume Matas con una instrucción clara: debía hacerle una pregunta muy concreta. Como no me vio demasiado espabilado, lo escribió en un papelito y me lo entregó. Hala, cuando estés con Matas le preguntas esto. Fui a la rueda de prensa y mis compañeros bombardearon al entonces presidente con los temas que estaban de actualidad: las carreteras, corruptelas, etc. Entonces levanté la mano e hice la pregunta que me habían ordenado. Matas esbozó media sonrisa, me miró y asintió con agrado, como el dueño de un perrito que ha lanzado una pelota para que se la devuelva. Me miró como se mira a un lacayo, con esa mezcla de desprecio y condescendencia. En ese momento sentí una humillación absoluta. Fue como si el propio Matas se hubiera sacado el pene y me hubiera rociado el rostro con su orina. Quien más quien menos, todos tenemos restos de orina. La tarea es cuidar el dolor de esa humillación para no caer jamás en el cinismo.

Suscríbete para seguir leyendo