ARRANCA LA CAMPAÑA EUROPEA

Vox busca doblar sus diputados en Bruselas el 9J aupado por la extrema derecha europea

Abascal cuenta con doblar su representación en el Parlamento Europeo, dar carpetazo definitivo a la crisis electoral de Vox y aspira a tener un papel protagonista en el reagrupamiento de la extrema derecha europea gracias a su relación personal con grandes líderes como Meloni y Le Pen

El cabeza de lista de Vox para las elecciones europeas, Jorge Buxadé.

El cabeza de lista de Vox para las elecciones europeas, Jorge Buxadé. / Matias Chiofalo / EP

Paloma Esteban

Paloma Esteban

De todo el ciclo electoral en este primer semestre del año, las elecciones europeas eran la cita que más esperaba Vox. Entre otras cosas, por el auge de sus partidos homólogos en países de la Unión Europea que, en algunos casos, como la italiana Giorgia Meloni y el húngaro Viktor Orbán, ejercen de primeros ministros. El año empezó con dificultades para el partido de Santiago Abascal, inmerso en una crisis interna por marchas significativas entre sus cuadros y, sobre todo, por el bajón de las últimas elecciones generales. Pero las cosas no le han ido mal: en Galicia no lograron representación -en realidad, nunca contaron con ella- pero en el País Vasco y en Cataluña mantuvieron sus posiciones.

Y ahora afrontan una campaña europea con el viento de cola que les dejó el cónclave ultra del pasado fin de semana en el Palacio de Vistalegre. Todos los primeros espadas de la extrema derecha europea participaron, igual que otros líderes mundiales como el argentino Javier Milei -que desató un conflicto diplomático de primer orden-, el chileno José Antonio Kast, representantes de la candidatura de Donald Trump e incluso un ministro de Israel.

La extrema derecha europea tendrá que decidir si se reagrupa o no tras el 9J. En este momento hay dos familias que conviven en el Parlamento Europeo: los conservadores y reformistas (ECR por sus siglas) entre los que está Vox; y los que figuran en Identidad y Democracia (ID) con la francesa Marine Le Pen y el italiano Matteo Salvini a la cabeza. En todo caso, la dirección nacional de Vox pone en valor haber conseguido aglutinar a todas las sensibilidades en Madrid hace unos días, como prueba de que habrá entendimiento.

Vox tuvo en 2019 tres eurodiputados. Era un momento previo a su crecimiento por toda España, cuando Ciudadanos estuvo cerca de darle el sorpaso al PP. Ahora, tanto en el partido ultra como en Génova saben que los de Santiago Abascal crecerán en la cita de junio. Algunas encuestas los sitúan entre los 7 y 8 diputados y hay otros -como el CIS- que le da un máximo de 6. En todo caso es previsible que doblen su representación.

Y lo que Abascal tiene claro es que las formaciones hermanas de Vox -y ellos mismos- se situarán como tercera fuerza en el Parlamento Europeo. Está por ver si finalmente el PP comunitario -con Ursula von der Leyen- a la cabeza busca apoyos puntuales en la extrema derecha. El objetivo de Vox es unir a todos los partidos ultra y, desde luego, en España trabajan por que la alemana no pueda volver a presidir la Comisión Europea.

El cabeza de lista de Vox, Jorge Buxadé, abandera las posiciones más duras del partido y así lo seguirá exhibiendo en campaña. Los ultraderechistas intentan salir del marco creado por el PP, que plantea las europeas como un plebiscito contra Pedro Sánchez para que los electores perciban una especie de segunda vuelta. “Os van a bombardear los medios con que si Sánchez sí o no. Esto no va de eso. A Sánchez ya le echaremos. Nos jugamos el futuro de Europa, son las elecciones más importantes”, repetía estos días Buxadé en compañía de Abascal.

Vox intenta hacer pedagogía ante los suyos con los debates que mejor le funcionan: el campo -en clara disputa con el PP- y acabar con la agenda verde europea. Por eso, muchos de sus discursos están centrados al mundo rural y la amenaza, según dicen ellos, el primer sector sufra o quede en riesgo de desaparición por las exigencias y la normativa comunitaria.

Ya en el Palacio de Vistalegre todos los participantes en el acto coincidieron en cargar contra “los burócratas de Bruselas” y la agenda 2030. Dos lemas indispensables para estas formaciones. Lo primero es un llamamiento a “cambiar del todo el rumbo de Europa”, según proclaman desde Vox. “Queremos dar voz a los que no la han tenido durante décadas en Bruselas”, clamó Buxadé en uno de sus mítines.

En ese planteamiento se mueve la ultraderecha en España, consciente también de que un impulso en las europeas puede ser crucial para dar carpetazo a la sensación de que Vox entraba en declive. Las catalanas fueron una prueba importante al respecto pero, ahora, este 9J buscan dar el golpe definitivo.

Abascal sabe que hace meses la situación dentro de su partido era complicada. Necesitaban un impulso electoral, un golpe en la mesa que demostrara, al menos, que el PP no se comerá todo su electorado. Y así consideran que se está viendo en este ciclo electoral a pesar de las dudas que mostraron tantas veces y el convencimiento en Génova de que acabarían con Vox.

La crisis diplomática con Argentina y el reconocimiento unilateral de Palestina le permite a Vox exhibir su posición más dura y distante con el PP. Le reprochan “equidistancia” a los conservadores frente a la defensa a ultranza que ellos hacen sobre la figura de Milei o sobre el Gobierno de Israel sin hablar de la catástrofe humanitaria creada en Gaza.

Esos serán los ejes de esta campaña: intentar situar a PP y PSOE “en lo mismo” -igual que en el Parlamento Europeo denuncian “que votan juntitos el 90% de las veces”- en cada debate que surja, sea de política internacional o de la agenda española. Abascal, como siempre, se volcará por completo como si él fuera el candidato.

En esta ocasión tiene una presión mayor: sus socios europeos esperan un resultado bueno y su sintonía personal con todos ellos, incluso algunos que están enfrentados, le garantizan un papel protagonista en futuras conversaciones.