Entrevista | María Luisa Cava de Llano Carrió Abogada y expolítica

María Luisa Cava de Llano Carrió: «Voy con la cabeza muy alta como feminista»

«Hay que tomar medidas muy duras contra los hombres que ejercen la violencia o que se atreven a ponerle una mano encima a una mujer»

María Luisa Cava de Llano,ayer, en su despacho de Vila.

María Luisa Cava de Llano,ayer, en su despacho de Vila. / Vicent Marí

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

Una de las primeras cinco abogadas de Ibiza, concejala y teniente de alcalde de Vila (1987-1991), consellera insular de Hacienda, vicepresidenta del Govern balear (1991-1993), diputada en el Congreso (1993-2004), adjunta al Defensor del Pueblo (2005-2010), la segunda mujer que ejerció como Defensora del Pueblo (2010-2014) y miembro del Consejo de Estado (2014-2018). María Luisa Cava de Llano Carrió (Barcelona, 1948) reivindica el feminismo y la igualdad entre hombres y mujeres con motivo del 8M. Destaca lo mucho que queda por conseguir tanto en España, donde apunta a la violencia machista y la brecha salarial como los principales problemas que atenazan a las mujeres, como en los países en los que la mujer sigue siendo una ciudadana de segunda, sin apenas derechos.

¿Qué es feminismo para usted?

Una posición social que intenta, por una parte, lograr la equiparación y, por otra, evitar cualquier tipo de discriminación de la mujer.

Siempre se asocia la lucha feminista a la izquierda.

Esto es falso, feministas somos muchas mujeres. Tenemos claros ejemplos de feminismo, mujeres que han roto techos de cristal, que se han dedicado a conseguir mejoras para la mujer en el plano educativo y en el laboral, aunque ahí estamos muy lejos aún de la equiparación total. Aunque algo se ha adelantado. Feministas somos todas estas mujeres, todas hemos aportado lo que hemos podido, demostrando que podemos compaginar vida familiar, laboral e incluso política. Requiere un esfuerzo muy grande, pero somos capaces de hacerlo. Eso es feminismo. Lo que no es feminismo, para mí, son las posturas extremistas de mujeres que pasan de la equiparación a la supremacía. El feminismo es lograr la igualdad en todos los ámbitos, no lograr la supremacía de nadie sobre nadie, ni del hombre sobre la mujer ni de la mujer sobre el hombre.

¿Alguna vez ha sentido que por ser una mujer conservadora le negaban el carnet de feminista?

La izquierda siempre ha pretendido llevar la bandera del feminismo y de la moral en la vida española. Me parece absurdo. Tengo muy claros mis valores, he defendido siempre la posición de la mujer y he trabajado mucho por ella, no cacareando lo que hago sino con un trabajo muchas veces silencioso y oscuro, pero ayudando muchísimo a las mujeres. No tengo ningún complejo, al contrario, voy con la cabeza muy alta como feminista, con las premisas que he comentado.

¿Quiénes fueron sus primeros referentes mujeres?

Una siempre se fija en los familiares más cercanos, mi madre, mi abuela. Luego vas creciendo, vas leyendo, te vas informando. He leído mucho a Simone de Beauvoir y me ha interesado mucho la lucha por el voto femenino de Clara Campoamor, quien, además, me ha servido para preocuparme y hacerme voluntaria de la patronal penitenciaria de Cáritas por su ejemplo de preocupación por la población reclusa. También Federica Montseny y Concepción Arenal. Y la madre Teresa de Calcuta, a la que quiero mucho.

¿Cuándo se da cuenta de que ser mujer no es como ser hombre?

El movimiento feminista ha conseguido muchas mejoras para la situación de las mujeres, es indudable. Hace años parecía que los únicos que podían acceder a puestos de responsabilidad eran los hombres. Esto, afortunadamente, ha ido mejorando. Mira, tengo aquí unos datos [saca un papel]: tras las elecciones municipales y generales hay 1.806 mujeres concejalas y un 42% de los escaños del Congreso son mujeres. El Gobierno tiene doce ministras de las que tres son vicepresidentas. Es un logro muy importante. Cuando empecé en política las cosas no eran así. O cuando empecé a ejercer como abogada. Éramos cuatro o cinco en Ibiza. Todo eso se ha ido caminando, alcanzando gracias al trabajo de todas. Es falso que sea gracias al trabajo de la izquierda. Es gracias al trabajo de todas las mujeres que nos hemos empeñado en que la mujer esté donde le corresponde.

Cuando empezó su carrera, ¿la trataban como a los demás o le pasaban cosas diferentes por ser mujer?

No tuve nunca esa sensación. Quizás porque tuve una vocación muy clara. Quería ser abogado y trabajar y tuve muy buena acogida por parte de los compañeros. Éramos muy pocas, pero bien acogidas.

¿Y en la política?

Empecé en política en el 87, en las listas del Ayuntamiento de Ibiza, y no tuve la sensación de que me relegaran. Ni mucho menos. Enseguida fui teniente de alcalde y de ahí pasé a otros cargos muy importantes en política. He conocido la Administración en todas sus esferas: municipal, insular, autonómica y nacional. Quizás se reconocía un poco más la labor de los hombres que la de las mujeres. Hemos sabido demostrar que estamos a la misma altura que los hombres. No tienes más que mirar los estudios, las carreras universitarias. ¿Faltan puestos de responsabilidad para las mujeres en las empresas? Pues sí. Pero hay muchas mujeres que han demostrado que tienen la misma capacidad que un hombre y conseguido estar en lugares muy preferentes.

Como Defensora del Pueblo, ¿qué situación de desigualdad de la mujer le impactó más?

La de las mujeres de África y Asia. Ahí la situación es lamentable y queda muchísimo trabajo por hacer. Espero que con el tiempo sepan de la valía de las mujeres y no se las pueda relegar a donde se las relega. Esa primacía del hombre sobre la mujer es inadmisible. Y no te hablo nada ya de Irán, Irak y todos esos países en los que se las obliga vestir de determinada manera, se les prohíbe estudiar y trabajar… Eso es lacerante y humillante.

¿Y qué siente cuando ve que se organiza en estos países un mundial de fútbol? ¿O al ver a futbolistas yéndose a jugar a países en los que sus novias y mujeres, si no fueran famosas, tendrían peor trato que un animal?

No sigo mucho el fútbol, pero me llamó mucho la atención ver que tenían reservadas allí a prostitutas. Es triste y lamentable. Hay mucha hipocresía. Mira, sin ganas de meterme en la política, hay gente que va de progresista por la vida, personas de izquierda a las que se les llena la boca hablando de feminismo y luego vemos, y pongo los ejemplos de Tito Berni, de Koldo y de Ábalos, que cuando tienen un ratito libre se van con prostitutas. Qué triste, qué lamentable y vergonzoso. ¿Cómo se puede aguantar una cosa así en un partido político?

Se supone que son abolicionistas.

Ya no sé por dónde van en materia de prostitución, pero sí sé que son hipócritas.

¿Es conciente de haber abierto camino y sido referente para otras mujeres?

No, para nada. Siempre he hecho lo que creía que tenía que hacer, siempre me he guiado por mis valores y por los principios que me inculcaron. De igualdad. De respeto a todo el mundo. De no mirar nunca a nadie de arriba a abajo sino al contrario, de abajo a arriba. No he tenido la sensación de ser referente de nada. Si lo he sido, muy contenta, pero no he sido consciente.

A pesar de los avances, ¿estamos dando pasos hacia atrás?

Muchos. Cuando hago un examen retrospectivo de mis años en política veo que fueron muy bonitos y satisfactorios, pero de mucho esfuerzo, sacrificio, de no estar con mi familia, no tener tiempo para el ocio. Lo hacía todo con la esperanza de dejar una España mejor para mis hijos, pero cuando veo lo que hay actualmente pienso qué tristeza, qué pena de años perdidos, 30 años de mi vida dedicados a la política, ¿para qué? ¿Para encontrarme lo que me voy a encontrar hoy [por ayer], que se aprueba el dictamen de la ley amnistía? ¿Por siete votos somos capaces de decir que un prófugo de la justicia no ha hecho nada, olvidarnos del Código Penal, denigrar al poder judicial? ¿Para todo esto he trabajado 30 años? Es triste.

¿En qué ámbito cree que hay más desigualdad?

En el salarial. Las mujeres cobran un 20% menos que los hombres por el mismo trabajo. En educación hay más mujeres que hombres en carreras universitarias y en cuestión social, en España la mujer está bien reconocida. Creo que la principal desigualdad es el tema salarial.

Encontré una entrevista que les hicieron a usted y su socia, Rosa María de Hoyos, en 1980, cuando juraron sus cargos como abogadas. Explican que la abogacía es una profesión liberal y podían dedicarse al trabajo y la vida personal.

[Ríe] Eso era el año 80. Sí, pero empezamos y el trabajo comenzó a abrumarnos un poquito. No tengo derecho a protestar porque he tenido una socia maravillosa que ha permitido que mi dedicación a la política fuera posible. Si no lo hubiera aceptado hubiera sido muy difícil. He restado muchas horas de despacho precisamente por la política.

¿Sororidad?

Sí, completamente.

Me llama la atención en esa entrevista que habla de las tareas del hogar compartidas.

Sí, dijimos que debían repartírselas hombres y mujeres.

No me diga que era una indirecta para su marido.

[Ríe] Es posible. Fíjate lo que es la vida. Ha sido un marido maravilloso y un padre extraordinario, pero criado a la antigua usanza, no participaba mucho en las labores sociales porque no era esa su cultura. Pero, últimamente, desde que somos mayorcitos, y, sobre todo, desde que me he quedado aquí definitivamente, sí que comparte muchos trabajos domésticos. Estoy admirada.

¿Cuando montaron el despacho la mayoría de clientes eran mujeres?

No, no, para nada. Enseguida vinieron hombres. Llevábamos muchos temas de derecho de familia, separaciones, divorcios… Empezó a correrse la voz de que llevábamos temas de estos y nos venían cantidad de hombres.

Como Defensora del Pueblo se entrevistaba y se reunía con hombres de países con culturas machistas. ¿Alguna vez les sorprendió que fuera usted una mujer?

Siempre he ido a los sitios pisando fuerte. Si pisas fuerte ven que contigo no pueden. No tuve tampoco ningún problema. He ido a los sitios bien preparada, pisando fuerte y con ganas de trabajar y no de perder el tiempo. Y me han respetado. Los comentarios que hicieran detrás los ignoro, pero me daban igual. Mi padre nos decía siempre: «hija mía, en este mundo al que se arruga lo planchan». Nunca me arrugué ni dejé que me plancharan. Al contrario. A veces, cuando me iba a algún sitio un poco preocupada, mi padre me preguntaba que cómo iba de ánimo. Si le contestaba «hombre…», me decía «¡No! A quien se arruga lo planchan. ¡Ánimo!».

En casa la apoyaron, veo.

Sí, en mi padre siempre intentó que todas tuviéramos carrera universitaria, que nos espabiláramos en la vida, que no nos dejáramos amilanar por nadie, que ayudáramos a todo el mundo y que tratáramos a todos por igual.

¿No le dijo que cuando se casara dejara su carrera?

No, no. ¡Qué va! Nos decía siempre que nunca dependiéramos de nuestros maridos.

Eso en esa época era muy moderno.

Sí. Nos decía que no teníamos que depender nunca de nuestros maridos. Que tuviéramos nuestra carrera y luego, al mercado de trabajo.

Hay mujeres que dejan de trabajar para dedicarse a la crianza.

Es un error dejar el trabajo. Si luego llega una separación te encuentras sin pareja y sin trabajo. Pensar que un hombre te va a mantener toda la vida es un error. Las mujeres deben ser autosuficientes. Y más aquí, que hay separación de bienes.

¿Qué medidas cree que hay que implantar para la igualdad?

Concienciar a la juventud sobre la igualdad durante la fase de aprendizaje. La igualdad debe ser el eje, el norte, el foco que guíe cualquier actuación. Y, luego, mucho cuidado, con un tema tan preocupante como es el de la violencia.

María Luisa Cava de Llano,
ayer, en su despacho 
de Vila.  Vicent Marí

María Luisa Cava de Llano, ayer, en su despacho de Vila. / Vicent Marí

undefined

Prácticamente día sí y día no vemos los casos más extremos de esta violencia: hombres que matan a mujeres o que les hacen daño a sus niños para torturarlas a ellas.

El tema de la violencia es terrible, hay que tomar medidas muy duras contra los hombres que ejercen la violencia o que se atreven a ponerle una mano encima a una mujer. Y ya no te hablo de casos más graves. Esto depende de la educación, de educar a los niños, mientras son pequeños, sobre igualdad y valores. Se tiene que acabar la gracia de que tu padre sea el machito de la casa y qué gracioso es cuando dice tonterías contra las mujeres. No tiene ninguna gracia. Hay que erradicarlo por completo de la época de formación de los niños. Educación, educación y educación. Educación en valores.

¿Qué opina de medidas como la ley del sí es sí?

Es un bodrio. La intención es que el consentimiento fuera algo claro y evidente. El consentimiento siempre ha estado presente en este tipo de delitos, no se descubría la pólvora. Y con una ley absolutamente absurda efectuada por personas que no tenían la más mínima idea de lo que es la justicia lo que se ha conseguido es que casi 2.000 convictos hayan visto reducida su pena. El resultado ha sido funesto. Tremendo. Con estas cosas no se juega, hay que ser serios. Es intentar matar moscas a cañonazos. Intentar llamar la atención: «Fíjate en lo que hemos hecho, qué ley tan buena para las mujeres». Y no se dan cuenta de que hay muchas mujeres que han salido perjudicadas porque las personas que las han atracado sexualmente, unas están en la calle y otras tienen menos condena.

Se habla poco de esto, ahora.

Es que pasan tantas cosas cada día que de lo que pasó ayer ya no nos acordamos. Y mañana no nos acordaremos de lo que pasó ayer. Vivimos tiempos líquidos.

¿Echa de menos un paso atrás?

¡Claro, por el amor de dios! Cuando uno se equivoca, no pasa nada si se reconoce. Se pide perdón y se dice «mi intención era muy buena, pero me equivoqué». Lo que no se puede hacer es persistir en el error y en la infamia. Eso es soberbia.

Luego están los que niegan la violencia contra las mujeres.

No. Eso es absurdo, pero, por desgracia, aún existe y hay que luchar con todas las fuerzas de que seamos capaces para erradicarlo.

Aunque sea en privado, ¿le ha afeado a su partido llegar a acuerdos con la ultraderecha que, precisamente, niega esta violencia?

No conozco a nadie de mi partido que niegue la violencia contra las mujeres. La situación que vive España es tan caótica, que, aunque lógicamente hay temas en los que se difiere, no hay más remedio que gobernar y unirte con alguien para evitar el mal mayor, que es lo que estamos viviendo ahora: un gobierno integrado por socialistas, independentistas y terroristas. Hay que defenderse. ¿Cómo? Pues, si no hay más remedio, unirte con otros porque te faltan votos, buscar a las personas más afines aunque haya cosas que no nos gusten.

Suscríbete para seguir leyendo