Un día de perros para celebrar Sant Antoni

El Passeig de ses Fonts acoge la bendición de mascotas en el día grande del patrón del pueblo

Hasta los años 40 se celebraba una romería con un centenar de cabras que se ordeñaban tras la misa

La mañana de este miércoles gris y el fuerte garbí que azota Sant Antoni amenazan con arruinar la bendición de animales en honor al patrón del pueblo. De hecho, la tarde anterior, ante la mala previsión meteorológica, el Ayuntamiento decidió trasladar la procesión con las mascotas, prevista frente a la sede consistorial, al Passeig de ses Fonts, algo más resguardado.

Pero el tiempo regala una breve tregua y el sol comienza a radiar poco después del mediodía. En la plaza de la iglesia ya esperan varios vecinos con sus mascotas cuando la Colla de Portmany empieza a resonar sus tambores, flaütes y castanyoles para entrar en el templo abarrotado. El obispo, Vicent Ribas, inicia la misa, mientras que el párroco, Francesc Xavier Torres Peters, se encarga de dirigir el coro.

Ribas, que se ha criado en Sant Antoni, recuerda los orígenes del protagonismo de los animales por el día del patrón. «No es una tradición de toda la vida, sino que es más bien reciente», aclara. El responsable de introducir esta bendición en el día grande fue un párroco, Joan Torres, Borrasca. Sin embargo, ya existían precedentes similares en el pueblo.

Las cabras de ‘Frit’

El propio obispo, con su cercanía y naturalidad, se encarga de explicar durante el sermón el pasado de estas bendiciones. Hasta los años 40, se celebraba una peculiar procesión de cabras en Sant Antoni por el día de Sant Pere (29 junio), mientras que cinco días antes, por la festividad de Sant Joan, la misma ceremonia se llevaba a cabo en Santa Agnès.

VÍDEO | Así fue el día grande y bendición de animales en Sant Antoni

Ribas precisa que el responsable de esta romería caprina era un vecino de Buscastell. Mientras prosigue con el relato, se da cuenta de que en un banco, debajo de la talla de Jesucristo crucificado, se encuentra uno de los descendientes de aquel pastor y provoca un divertido momento. «¿Pero que no era tu abuelo?», se interesa, señalando a uno de los sonadors de la colla de ball pagès. «No, era el padre de mi abuelo», aclara Vicent Cardona, Frit.

Tras la misa, el sonador ofrece más detalles. «Mi bisabuelo tenía un buen rebaño pero, además, algunos vecinos le dejaban las suyas para esa procesión y era capaz de reunir un centenar de ejemplares. Las cabras de entonces tenían una cornamenta espectacular. Esa mañana no las ordeñaban, así que llegaban con las ubres bien llenas y daban más espectáculo. También les ponían unos cencerros bien grandes», relata Frit, que llega al Passeig de ses Fonts con el resto de componentes de la Colla de Portmany.

Una vez bendecidas las cabras, las ordeñaban de inmediato. La primera olla se ofrecía al párroco, mientras que el resto se repartía entre los vecinos que no tenían animales para producir leche.

Un canódromo en el paseo

La bendición de animales sigue reuniendo a centenares de personas, pero, tal y como viene sucediendo en las últimos ediciones, cada vez se aprecia menos diversidad. Más aún tras la entrada en vigor de la Ley de Bienestar Animal. Mientras que hace unos diez años era fácil encontrarse con exotismos como serpientes, iguanas o todo tipo de loros, además de conejos y mascotas menos habituales.

María Torres, que lleva a Hayka a la bendición, recibió su primer perro guía de la ONCE en el año 88

Ahora, salvo unos caballos de doma y de la exhibición de la Asociación de Carreteros de Ibiza, unos periquitos y algún gato, el monopolio de los canes es abrumador. No solo se trata del mejor amigo del hombre, sino que a personas como María Torres, le han cambiado por completo la vida desde que, en el año 88, la ONCE le hizo entrega de su primer perro lazarillo.

«Te dan una autonomía total, porque andar con ellos es como ir con otra persona, además de toda la compañía que te hacen», destaca Torres. Ahora lleva a bendecir a Hayka, un labrador de siete años y el cuarto perro guía de su vida.

Bárbara y Cristian vienen a la fiesta por primera vez con Mía, una mini pincher de un año. «Tenemos otra, Dana, pero ya es muy mayor y está enfermita, así que no la podemos traer. De hecho, nos quedamos con Mía pensando que Dana faltará dentro de poco», confiesan. Mía se ha convertido en la compañera de juegos favorita de su hijo pequeño, Darío.

«En casa tenemos perros desde que soy pequeño y no me imagino la vida sin ellos», admite Ángelo. Ahora disfrutan de tres, dos caniches y una mezcla de yorkshire y chihuahua.

Las palomas son capaces de recorrer distancias de 1.000 kilómetros para regresar a su palomar

La bendición de mascotas finaliza con la suelta de palomas del Club Colombòfil de Portmany. Su vicepresidente, Pep Prats, Papís, abre las jaulas para que salgan volando 400 aves. Tras alzar el vuelo, una vez orientadas, cada una de ellas se dirigirá a los diez palomares de los que proceden.

«Son capaces de recorrer distancias de 1.000 kilómetros», detalla Prats. El mayor reto colombófilo en que ha participado consistió en una suelta de palomas entre Lisboa y Ibiza.

«Para nosotros es solo una afición, pero en China y Taiwán se lo toman muy en serio», explica Prats. Allí, la colombofilia está tan profesionalizada que se han llegado a pagar en una subasta 1,9 millones de euros por un palomo de competición.

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