Entrevista |

La historia de superación de Víctor Martínez, que venció a la cocaína: «Piensas: 'a mí no, soy diferente, tengo el control sobre todo'»

El consumo fue aumentando progresivamente hasta que se convirtió en un hábito diario y cuando quiso darse cuenta, se la «pedía el cuerpo»

Víctor Martínez, ex usuario de Proyecto Hombre, en el centro integral de Ibiza

Víctor Martínez, ex usuario de Proyecto Hombre, en el centro integral de Ibiza / Á.T

El camino para superar una adicción está lleno de resistencias, es largo e invita muchas veces a abandonar. Las cosas y personas que eran significativas en tu vida «no las ves, no te importan», porque hay un nuevo agente que domina tu día a día.

En el caso de Víctor Martínez, un joven de 36 años de Barcelona que se mudó a Ibiza hace una década «por amor», era la cocaína.

Algo que empezó de manera recreativa se convirtió en un problema hasta que decidió pedir ayuda. Una historia que cuenta junto a Elena Sánchez, su terapeuta, entre las paredes de Proyecto Hombre.

¿Qué tipo de adicción sufrió? ¿Hubo alguna causa que le llevó a engancharse o fue algo que sucedió sin causa concreta?

Todo empezó de una manera esporádica: en cumpleaños, en fiestas, los fines de semana... pero no era un consumo habitual. Luego fue aumentando pero no estuvo motivado por algo que pasara en especial, que me echaran del trabajo o cualquier otra cosa. Lo normalizas, piensas que no pasa nada y con el paso de los años el consumo va a más. Ahí es cuando hay un problema. Antes también, claro, pero es en este punto en el que te das cuenta de que no puedes vivir así.

¿Tuvo algo que ver su aumento de consumo con su llegada a la isla y su realidad vinculada al ocio nocturno?

En Barcelona ya consumía de forma recreativa y aquí igual, el fácil acceso está en todos lados. Mi consumo no era en discotecas. Tampoco soy una persona que vaya mucho de fiesta. Solo que fui aumentando y aumentando el consumo hasta que hubo un momento en que me lo pedía el cuerpo. Al final se convirtió en algo diario. Y ese consumo diario se prolongó un año o un año y medio.

Lo terminas banalizando.

Sobre todo, no te imaginas que te va a pasar a ti. Piensas: ‘a mí no, soy diferente’, que lo tienes todo bajo control. Esto es algo que sale en la tele y en documentales y piensas: ‘¿Yo? Yo así no voy a acabar nunca’. No te ves así y nunca te ves ahí dentro.

¿En qué momento se dio cuenta de que era necesario hacer un cambio y dejar de consumir de manera tan habitual

En mi caso, cuando me vi solo. El momento en que me di cuenta de que mi entorno había dejado deja de ayudarme y de que la situación ya solo dependía de mí. La gente que te quiere se rinde, deja de preocuparse. Recuerdo esas miradas con las que parecían decir: «Haz lo que quieras ya, me he cansado de luchar», porque ven que al final vas a hacer lo que quieras.

¿Hubo muchos momentos de soledad?

Es duro llegar a casa a las tantas y esperar una bronca que no llega. Esas cosas duelen y eso, en mi caso, es lo que me hizo reaccionar. El hecho de sentirte abandonado.

¿Siempre contó con esa red de apoyo?

En mi caso conté con ese apoyo a lo largo de todo el año en que consumía a diario, llegando tarde a casa y sin avisar. La gente se preocupa pero a ti te deja de importar el que haya alguien esperándote con la cena hecha. Eso, en el momento, no lo ves ni tampoco te importa. Ante mis ojos yo estaba bien, no pasaba nada. Al final fui yo el que vine a Proyecto Hombre sin decir nada, piqué la puerta y pedí ayuda.

¿Cree que es posible superar la situación sin ayuda o contar con ella es fundamental?

Víctor: Sin apoyo es complicado, pero al final esa red te la buscas tú mismo. También se trata de expresarse y saber decir: me está pasando esto y necesito tu ayuda. Cuesta decirle a tu familia que tienes un problema. Es vergüënza, es miedo, sentir que no te van a entender. Hay tantas cosas dentro de uno mismo y que nos limitan tanto en la vida en general...La gente normalmente no se niega [a proporcionar ayuda]. A eso me han enseñado aquí, a cómo tenía que decir las cosas. Al final, enfocndo el problema de cierta manera te creas esa red de apoyo.

Elena: Mucha gente no expresa lo que vive con las adicciones por miedo y porque a lo largo del día oscilamos (las personas en general) por muchas emociones distintas y estamos muy hermétizados. Piensan que les van a rechazar, entonces deciden hacerlo solos. Son ellos mismos a veces los que se ponen esos muros para no decepcionar o no dar explicaciones si algo no se ha hecho algo como tocaba.

¿Qué siente al percibir de nuevo esa esperanza en su entorno?

Es como un rayito de luz. Recuerdo estar completamente hundido y darme cuenta en ese momento de que podía [dejar la adicción]. O que podía intentarlo, por lo menos. Cuando empecé terapia, me preguntaron si podía acudir con mi pareja algún día. Lo fui a buscar al trabajo y le conté la decisión que había tomado. Recuerdo ese camino de salir de su trabajo hasta casa y como cambió algo en él. Es algo que nadie verbaliza, una sensación de confianza que te viene de la otra persona e indica que algo va a cambiar.

¿Hubo alguna recaída?

Yo tuve una recaída y fue dura. Son instantes en que ves cómo todo cambio realizado hasta la fecha se desvanece y piensas: ‘¿Ahora qué?’. Pero todo el dolor que sientes en esa recaída, el ‘no lo he conseguido’, la sensación de fracaso y de plantearte ese ahora qué y el cómo vas a tratar de salir otra vez de allí, es necesario. El hecho de salir hizo que me diera cuenta de que no quería volver a meterme en el mismo sitio. Me dije a mí mismo que no quería esto en mi vida.

No debe ser muy fácil llegar a esa conclusión.

Víctor: Es algo que acabas viendo luego, con el tiempo. Escribiendo y mirando dentro de ti mismo y de tus sentimientos.

Elena: La idea es ponerse la película, rebobinar y ver desde el principio por qué se dejaron de hacer ciertas cosas, qué es lo que condujo a ese final. Cada recaída es un mundo y hay que extraer conclusiones para aprender de cara a las siguientes veces. Significa que hay cosas que se dejaron de lado y hay que tener en cuenta.

¿Qué pasa cuando se supera ese punto? Es como volver a empezar. ¿Sintió prejuicios luego en algún ámbito?

Fue un punto y aparte. Sales más reforzado y fuerte, teniendo las cosas más claras. En mi caso, en el trabajo me ayudaron mucho. Le conté a mi jefe lo que me estaba pasando y durante la recaída le pedí una excedencia para poder centrarme en mí. El trabajo era un lugar donde no podía hacerlo. Me veía incapaz de seguir con mi vida normal, en general. Tenía la sensación de que tenía que pararla para poder conocerme más a mí mismo.

¿En qué medida le ayudó el aprendizaje de este proceso en el resto de cosas de la vida?

A expresar las emociones. A concienciarme de que si estás mal por algo, lo necesario no es contar el problema en sí, sino cómo te hace sentir a ti ese problema, que es lo que realmente nos afecta interiormente. Esto ha sido un antes y un después, mi vida ha dado un vuelco al salir de Proyecto Hombre.

¿Lo consigue siempre?

Cuesta a veces, y te haces parar. Hay momentos en los que pones el play de la vida y tiras y tiras. Es importante de vez en cuando mirarnos y preguntarnos: ¿Qué es lo que me pasa a mí hoy? ¿Qué me preocupa? Y luego trasladárselo a la persona que tienes al lado. No encerrarte en tí mismo.

¿A día de hoy, cómo se ve a sí mismo en relación con la adicción?

Hay momentos en que claro que piensas en el consumo y quieres hacerlo, pero ahí es cuando entra el poner en práctica las herramientas que he aprendido aquí [en Proyecto Hombre] con la finalidad de bajar esas ganas hasta que puedes decir con alivio: ‘Oye, pues ya se me ha pasado, qué bien’.

¿Ha tenido que cambiar muchos hábitos, encontrar nuevas aficiones?

Víctor: Desde aquí nos animan mucho a llevar una rutina deportiva o de hobbies, yo hago crossfit y patino. Son cosas que me gustaban de antes y que durante la adicción había dejado de lado.

Elena: En las primeras fases del proceso se intenta establecer una rutina y en los meses más avanzados se hace un seguimiento de ocio y tiempo libre, muy vinculado al consumo. Víctor por ejemplo lo tenía muy claro, pero hay personas que tienen que descubrirlo para no quedarse anclados. La terapia supone un cambio integral en todos los sentidos: de amistad, de consumo...

¿Tuvo que dejar a mucha gente atrás?

Muchísima, sí. Acabas creando un entorno consumidor, es lo que te gusta y lo que quieres. Yo era muy reacio al cambio de teléfono (algo que se les propone en Proyecto) y al final acepté. Me di cuenta de que era necesario romper con todo lo antiguo. Ahora me rodeo de gente sana. Yo pensaba que no existían, siempre decía que no iba a conocer a gente y no es verdad, solo que antes [de superar la adicción] ni piensas en ellas ni te importan. No ves.

¿Qué le diría a una persona que esté pasando ahora mismo por esta situación?

Elena: Que se informe para venir a terapia, es un camino muy bonito durante el que pasas por diferentes fases y largo también, porque hay cosas que cuesta enraizar. Dentro de ese trayecto hay ciertas resistencias pero el final es brutal.

Víctor: Aquí, en Proyecto Hombre, hay gente en la que te ves totalmente reflejado, que te cuenta lo que le ha pasado y te ves en ellas. Venir es un compromiso contigo mismo. Lo aprendido son cosas necesarias para la vida, aprendes a disfrutar de ti y a mirar desde otro punto de vista. Yo, aunque no hubiera tenido ninguna adicción, hubiera vivido este proceso. He recuperado muchas cosas.

¿Qué hizo cuando pudo considerar, más o menos, que había terminado todo?

Cuando acabé la terapia fui unos días a Barcelona, le leí a mi madre un discurso que había leído aquí [en el centro integral] el último día. Ella se puso a llorar, me abrazó y también mi padre, mi hermano y mis amigos de Barcelona a los que dejé de llamar. Noté el cariño, que la gente estaba orgullosa de que hubiera conseguido dar ese paso y cambiar. Al final lo más difícil de esta vida es tomar una decisión. Afrontar el cambio, la incertidumbre y el qué pasará luego, pero hay decisiones que hay que tomar.

¿Cómo se siente entre estas paredes hoy?

Sé que esta siempre será mi casa. El día que tenga algún problema, sé que puedo venir aquí.

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