Antonio Lagunilla Obituario

Adiós a Antonio Lagunilla, poeta, clown, dibujante y alma de Los Corleone

Lagunilla, nacido en Barcelona, falleció el pasado 24 de julio a los 52 años

Antonio Lagunilla, leyendo con su nariz de clown.

Antonio Lagunilla, leyendo con su nariz de clown. / D. I.

Dudo mucho que haya alguien, en toda la isla, que no se cruzara, al menos una vez en su vida, con Antonio Lagunilla Ferrer. Porque Antonio, que falleció el pasado 24 julio, a los 52 años, se comía la vida. Disfrutaba de ella. Y de la mayoría de los actos culturales de la isla. Allí estaba siempre, con su sonrisa, hablando con conocidos y trabando nuevas relaciones con desconocidos. «Nunca me aburro en la isla», repetía a quienes le preguntaban. «Siempre estoy liado con la prensa, con los eventos que se organizan, estoy en todas partes porque me gusta encontrarme con la gente, me gusta actuar, disfrutar de cada momento», continuaba en una antigua entrevista.

Antonio Lagunilla nació en Barcelona, en 1971, pero vivió prácticamente toda su vida en la isla, adonde, antes de convertirse en su hogar, ya de pequeño, viajaba con su familia durante las vacaciones.

El arte era su pasión. Aficionado al clown, fue alumno del prestigioso Eric de Bont, que dirigió una obra en la que el barcelonés actuó con otros amigos de la antigua asociación de personas con discapacidad AMIF. No fue la única vez que se subió a un escenario para meterse en la piel de un clown. De hecho, el propio Lagunilla bromeaba siempre diciendo que le encantaba «hacer el payaso». Además, escribía poesía, hacía ilustraciones y fue uno de los fundadores del grupo musical Los Corleone, donde tocaba el teclado y con los que actuó, durante años, en numerosas fiestas de Ibiza con sus amigos Pepe Alba, Félix Cubero, Pablo Sánchez e Isaac Romero. A Antonio, que recibió formación musical de pequeño, le gustaban el jazz, el rock y el blues. Musicasa, la tienda de música, era como su segunda casa. Y Juan Carlos, su propietario, su amigo con el que pasaba horas hablando de melodías e instrumentos.

Su primera exposición de caricaturas

En invierno de 2008 Antonio Lagunilla mostró por primera vez sus caricaturas en una exposición en el Azul Café de la ciudad de Ibiza. En esa muestra su intención era mostrar «al Antonio irónico, picante, más creativo y crítico», indicaba él mismo, que calificaba de «disparatados» estos dibujos. «El de las ideas disparatadas, el que da en el clavo, el que dibuja sin tapujos, el que escribe sin normas, el artista innato, el de la visión mágica, el irrepetible Antonio», se definía en uno de sus dibujos.

Precisamente, este mismo adjetivo, «disparatados» es con el que se refería a sus versos, que en más de una ocasión leyó, en eventos culturales, con su querida nariz roja de payaso. Solidario hasta la médula, no sólo no faltaba a los actos culturales sino que era un voluntario habitual de los eventos benéficos de la isla.

«Antonio era todo un intelectual encubierto en su papel de clown», escribió, tras enterarse de su fallecimiento, su gran amiga, Marga Jarrín, que recordaba cómo, durante la última celebración del Día del Libro —«a la que siempre acudía»— estuvo firmando y escribiendo dedicatorias en puntos de libro con un dibujo suyo. «Seguro que con su visión cósmica estará por fin disfrutando de esa ‘otra vida mejor’ que auguraba siempre», continúan las palabras de Jarrín, a quien le queda «la alegría» de sus «encuentros al azar».

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