Girasoles para recordar y despedir a Helen Watson

La iglesia de Sant Jordi se queda pequeña para acoger a los asistentes al funeral de la presidenta de Ibiza y Formentera Contra el Cáncer, de quien todos destacan su calidez y su determinación

Varias voluntarias de Ibiza y Formentera Contra el Cáncer se abrazan. Algunas lloran, desconsoladas. Buscan el refugio de la sacristía mientras en la capilla principal de la iglesia de Sant Jordi los girasoles se acumulan sobre el féretro de Helen Watson. «Eran sus flores favoritas», comentan quienes la conocían bien que, prácticamente acabada ya la despedida religiosa, se permiten venirse abajo. Suena la dulce voz de Samantha Hocking (acompañada por el organista Johnny Hocking), que se alza por encima de llantos, suspiros, hipidos y las palabras de cariño que decenas y decenas de personas dirigen a su familia. A su marido, Manuel de la Osa, su hija Raquel, su hermana Angela, sus nietos...

«Nos preguntamos si alguna vez te agradecimos por los sacrificios que hiciste, por dejarnos tener lo mejor, y por las cosas sencillas, como las risas, las sonrisas y los momentos que compartimos», lee Berno Kiberd, haciendo esfuerzos por contener la emoción. «Esperamos que supieras todo el tiempo lo mucho que significaste para nosotros», continúa su voz, que es, en realidad, la de todos y cada uno de los integrantes de la asociación. De su «ejército rojo» como la propia Watson, cónsul británica hasta su jubilación, lo bautizó, medio en broma medio en serio, en alguna ocasión. «Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío, dar la espalda o puedes hacer lo que le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir», lee Gordon Roper, gran amigo de Watson, tomando prestadas las palabras del poeta David Harkins.

Maravillosa "por dentro y por fuera"

«Helen era una maravillosa mujer. Por dentro y por fuera. Se dedicó a ayudar a los enfermos de cáncer. Incluso durante su propia enfermedad les regaló su tiempo, su inteligencia y su energía para mejorar la atención oncológica. Y lo hizo con una sonrisa, con cariño y con la determinación de conseguir lo que se había propuesto», recuerda, en su discurso Berno. «Estaba llena de amor, su labor tuvo mucho impacto en los demás», indica, en su sermón, Adrian Green, capellán de la iglesia anglicana en Ibiza, que participa en la funeral, oficiado por Daniel Martín, párroco de la iglesia de Sant Jordi, que se queda pequeña para acoger a todos los que quieren dar un último adiós a Watson. Entre ellos, representantes de otras asociaciones oncológicas, y no pocos enfermos de cáncer, algunos de los cuales, antes de la misa, recuerdan todo lo que consiguió Watson y lamentan la situación en la que se encuentra el servicio de Oncología.

Girasoles para recordar y despedir a Helen Watson |

Enrique Garcerán muestra sus condolencias al viudo y la hija de Watson. / Toni Escobar

El calor de la tarde de verano no puede competir con el del cariño y la tristeza que se respira en la iglesia. Algunos sonríen al ver, en el díptico con los poemas, una foto de Helen de niña. El mismo pelo rubio, los mismos ojos azules, la misma expresión decidida y la misma sonrisa que todos conocían. Voluntarios de Protección Civil reparten aguas para mitigar el sofoco de la tarde. Y el sonido de los abanicos no da tregua. «Suenan como alas de ángel», comenta una de las asistentes, amiga, compañera de batalla y colaboradora de Watson en su labor por mejorar la vida de los enfermos de cáncer.

Corazón rojo

«El rojo es el símbolo de la pasión, de la fuerza, de la energía y del corazón. Todo lo que ha simbolizado Helen Watson estos años al frente de la asociación Ibiza y Formentera Contra el Cáncer. También es el símbolo del amor, el que ha tenido no sólo a los pacientes de cáncer de las Pitiusas, sino a su familia y amigos», lee Enrique Garcerán, gerente del Área de Salud de Ibiza y Formentera, frente a la fachada del Hospital Can Misses, donde pasadas las nueve de la noche se concentran decenas de personas, entre ellas políticos y representantes de otras asociaciones oncológicas. Muchos llegan directos desde el funeral. No quieren perderse el homenaje que la sanidad pública rinde a Helen. Su Helen, de cuya «calidez», «perseverancia», «acción» y «emoción» aún está lleno el hospital: mejoras en la sala de quimioterapia, la consulta de enfermería oncológica, el cribado de cáncer de colon, la unidad de linfedema... Y el cariño granjeado entre pacientes y sanitarios. A todos agradece su marido, Manuel de la Osa, el cariño y el trato que, en los últimos tiempos, mientras permaneció ingresada, brindaron a Helen.

Girasoles para recordar y despedir a Helen Watson | FOTOS DE TONI ESCOBAR

Una voluntaria, con los girasoles que entregó la asociación a los asistentes al funeral. / Toni Escobar

«Despedimos hoy a una de las referentes de la lucha contra el cáncer, de las personas que más ha hecho por mejorar la calidad de los pacientes oncológicos de las Pitiusas, siempre con moderación y enorme sentido de la responsabilidad», continúa el gerente, a quien escuchan, entre el público, representantes de varias de las asociaciones que acompañan en su día a día a los enfermos de cáncer y sus familiares. «Hoy nuestro corazón está más rojo que nunca y la fachada de nuestro hospital, su hospital, también», concluye Garcerán. El edificio se vuelve rojo. Color que teñirá la fachada tres noches. Y todos, emocionados, aplauden, recordando y añorando a Helen Watson. Su Helen.

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