Salud mental en Ibiza: «Los menores con problemas de salud mental de familias sin recursos se quedan desatendidos»

La psicóloga Sonia Jofré trabaja en cerrar de la mejor manera los casos de atención psicológica a menores en situación vulnerable dentro del programa ‘Ibiza Cuida’ que ahora quedan «en tierra de nadie»

Sonia Jofre en la puerta de la sede de la asociación Adima Ibiza | VICENT MARÍ

Sonia Jofre en la puerta de la sede de la asociación Adima Ibiza | VICENT MARÍ / Isaac vaquer. eivissa

Isaac Vaquer

Isaac Vaquer

«Hay una serie de necesidades en la isla de menores y sus familias que no están siendo cubiertas». La psicóloga Sonia Jofré se queda con un sabor agridulce después de dirigir durante un año el programa ‘Ibiza Cuida’, que cerrará este mes al no disponer de financiación. Durante ese tiempo ha ofrecido atención psicológica a niños y adolescentes en situación vulnerable de casi 80 familias.

Esta psicóloga, con 20 años de experiencia y especializada en traumas y maltrato en niños y jóvenes, celebra haber tenido tiempo de cerrar algunos casos de los que ha abordado este tiempo. Las familias han visto resultados y ha mejorado la armonía familiar. Con otros no ha tenido el tiempo suficiente. «Algunos llegaron a final de año y se quedan procesos inacabados», lamenta.

Gracias a la puesta en marcha el programa se ha evidenciado que existen necesidades de familias de la isla que no están siendo cubiertas, «sobre todo en familias con pocos recursos que no pueden optar a acudir a profesionales privados. ¿A quién acuden esas familias? Si la administración pública no provee profesionales tenemos familias desatendidas», denuncia.Alerta de que esos niños «crecerán con problemas, que generarán a su vez más problemas en la familia». Es por ello que reclama «una respuesta integral y ágil».

Durante este tiempo ha puesto su granito de arena para dar una respuesta a estas situaciones. Deja en manos del Consell un informe con todos los casos que han abordado distribuidos por tipologías y las deficiencias en los servicios públicos para abordar las situaciones que ha detectado. «Esperamos que hagan un buen uso de esa información e intenten dotar sus servicios de especialistas o los servicios que lo requieran», apunta.

Por parte del Consell falta un documento, el Plan de Infancia y Juventud, que dé cobertura legal a la puesta en marcha de los servicios que requieren estos menores y sus familias. Tras cuatro años sigue sin salir a la luz, y mientras tanto sigue habiendo menores «en tierra de nadie», con problemas psicológicos desatendidos.

Casos que no se atienden

Una de las casuísticas en las que trabajaron desde ‘Ibiza Cuida’ es la de menores a los que los centros educativos o los servicios sociales derivaban al Ib-Salut, pero que eran rechazados por estar vinculados a problemáticas familiares.

La Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil (Usmij) fue la última incorporación a los servicios con los que colaboraban. «Tuvimos una reunión con ellos para ver cómo podíamos colaborar y qué casos se suelen rechazar. Nos sorprendió porque había muchos casos que no abordan. Van sobresaturados, tienen una lista de espera enorme y aquellos casos que vienen de problemáticas familiares no los suelen coger».

Al tratar de forma aislada al menor se considera que no se va a lograr nada, porque se deben abordar también las disfunciones familiares. Jofré coincide con esta idea, pero recuerda que el problema es que no existe alternativa y estas familias «se quedan en un vacío» tras meses de lista de espera. «Una familia con recursos podrá acudir en ese caso a un psicólogo privado, pero una familia en riesgo de exclusión se queda abandonada», denuncia.

Indica que muchos de estos casos vuelven al departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento, que cuenta con educadores sociales, pero no con psicólogos. Esto supone que muchas situaciones de traumas por malos tratos o incluso acoso escolar combinado con una situación familiar complicada, se aborden sólo desde el punto de vista educativo, pero no desde la salud mental.

Explica que una de las tareas más complicadas era hacer ver a algunas familias que los comportamientos de sus hijos estaban ligados a una educación deficiente. Un tema delicado, dado el impacto que puede provocar en los padres «que desmontes su sistema de valores y de crianza». En el éxito de la terapia interviene la habilidad de la terapeuta para mostrarse como una aliada «y nunca culpabilizar a los padres», que se deben «dar cuenta de que ellos son parte del problema».

Apunta que se trata de una problemática muy extendida en la sociedad actual, consecuencia de la ausencia de límites y normas en la familia. Y es que, en muchos casos, los padres quieren poner límites cuando ya es demasiado tarde. «El desarrollo de la autonomía que quiere un adolescente, que es un proceso natural, sumado a la ausencia de límites y normas es una bomba».

Jofré indica que se ha pasado de una época en la que no se le daba la protección y el trato adecuado a la infancia a una educación donde los límites no están claros. «Que queramos un sistema democrático en la familia, no significa que un niño te pueda cuestionar todas las normas que pongas como padre. Le puedes explicar el porqué de las normas, pero no son cuestionables ni todo es tolerable. Hay cuestiones en las que no hay negociación», sentencia.

Sufrimiento psicológico

Muchos de los casos que ha tratado no se encuadran en trastornos diagnosticados, «pero que no haya un trastorno diagnosticado no significa que un menor no pueda estar teniendo un gran sufrimiento psicológico como he visto aquí».

Recuerda que estas situaciones causan un gran sufrimiento personal «que va a incidir en su desarrollo psicológico, emocional, social… que es necesario tratar, aunque no lleguen a suponer esa etiqueta del trastorno».

Es por ello que recuerda la importancia del tratamiento preventivo antes de encontrarse con un problema demasiado grande y difícil de abordar.

«Las situaciones extremas suponen un mayor coste a todos los niveles. Todo los que podamos invertir en prevención lo ahorraremos en coste de intervención. Veo que las administraciones ahorran mucho en prevención, como hay escasez de recursos los destinan a poner soluciones cuando ya se ha producido el problema», lamenta.

En este sentido, indica que durante el año de duración del programa se ha encontrado con todo tipo de casuísticas. Desde menores conflictivos con los que ha tenido que hacer un trabajo importante con las familias para modificar conductas en el hogar, hasta jóvenes con pensamientos suicidas a raíz de casos de acoso escolar mal abordados en el centro.

Una tarea para la que ahora volverá a quedar un vacío.

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