Pesca en Ibiza: Nueva vida para el ‘Antonio José’

El ‘Antonio José’, un ejemplo característico del trabajo de los ‘mestres d’aixa’ de Ibiza, estaba condenado a acabar en el desguace. Daniel Ferrer, un pescador de sa Cala, necesitaba un nuevo barco y la Ley obliga a deshacerse del anterior para mantener la licencia. Finalmente, el que ha sido el sustento de tres generaciones en su familia ha podido salvarse para servir de prácticas al CIFP Can Marines.

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

A bordo del ‘Antonio José’ han faenado tres generaciones de la familia Quintals, de sa Cala de Sant Vicent. El más joven de ellos, Daniel Ferrer, de 40 años, se embarcó por primera vez en 1998 y se ha ganado el sustento con él hasta el año pasado, cuando se compró una nueva embarcación. Muy a su pesar, y para cumplir con la normativa, debía renunciar a un llaüt que para su familia «es casi como un hijo» y resignarse a su desaparición.

«Es una ley injusta. Ha obligado a desmantelar barcos que representaban la esencia de la pesca en Ibiza y que deberían formar parte de nuestro patrimonio», lamenta Juan Carlos Escandell, profesor de Pesca en el Centro Integral de Formación Profesional (CIFP) Can Marines. Este centro imparte un grado medio de Navegación y Pesca Litoral y otro superior de Navegación y Pesca de Altura. En este caso, al contrario que los alumnos de las especialidades agrícolas, donde les basta la finca de can Marines, el acceso a las sesiones prácticas es más complejo.

El inicio

«Un día entré en el despacho de Pepita Costa [directora del CIFP Can Marines] y me preguntó si no podíamos buscar un barco, porque estamos siempre cerrados en el aula», recuerda Escandell. Ambos se pusieron manos a la obra y han dirigido el proyecto que, con la colaboración del Consell y de la dirección general de Pesca, ha fructificado con «el indulto» al ‘Antonio José’ y su nuevo función como barco para la formación profesional. El inspector de Pesca del Consell Toni Boix se encargó de poner en contacto a los Quintals con el CIFC Can Marines.

Gracias a las cofradías de pescadores y empresas náuticas colaboradoras, los alumnos de Navegación y Pesca ya disponían de horas de prácticas. Ahora, además, contarán con un llaüt propio que, además, podrán mantener y «conocer los valores de la cultura tradicional», destaca la directora del CIFP Can Marines.

Arraigo

«Este llaüt tiene mucho valor para nosotros, porque es de una familia de pescadores de la isla y fue obra de un mestre d’aixa ibicenco», resalta Costa. El carpintero de Ribera que construyó la barca era Vicent d’en Lluc, por encargo de Antonio Ferrer Quintals y su socio en esos momentos, José Marí.

De ahí que el llaüt, de 7,5 metros de eslora y 2,9 metros de manga, recibiera el nombre de sus dos promotores, ‘Antonio José’ en su botadura en 1971. Quintals se retiró en 1978, en un momento que su hijo, también llamado Antonio, se estaba hartando de la hostelería.

«Hubo una época muy buena, pero después era complicado porque, donde hacían falta diez trabajadores, había solo tres», recuerda. Él, siendo jefe de sala de un hotel, incluso tuvo que servir desayunos a las habitaciones. «Eso no podía ser», sentencia. No se lo pensó y se sintió liberado heredando el oficio de su padre y el ‘Antonio José’, en el que se embarcaba desde su varadero en la Cala de Sant Vicent hasta su retirada a principios de siglo.

Su hijo mayor, el tercer Antonio de la saga de pescadores, faena a bordo de su llaüt, el ‘Gatons’. El pequeño, Daniel, heredó el ‘Antonio José’, en el que se imaginó ganándose la vida desde que tiene uso de razón. «Siempre he querido ser pescador, porque era lo que veía en casa». ¿Se siente afortunado? «Sí, porque hago lo que me gusta», confiesa.

Puesta a punto

Padre e hijo contemplan con cariño la barca en el taller de Náutica Seni, en Sant Rafel, donde luce completamente renovada. Al mestre d’aixa, José Luis Torres, solo le faltan los últimos retoques, como pintura y finalizar la regala. Da la causalidad de que él se inició en este oficio con Vicent d’en Lluc, el constructor del ‘Antonio José’ 52 años atrás.

«Yo era patrón de barcos de excursiones en Sant Antoni y, como me gustaba este oficio, él me lo fue explicando», recuerda. Torres se acabó dando de alta como carpintero de ribera en el 90, pero dejó de lado este trabajo para ser patrón del remolcador ‘Sofía’ de Salvamento Marítimo, aunque seguía haciendo encargos para los pescadores.

«Vuelvo a estar de alta de autónomo desde hace tres años, porque puedo dedicarme por las tardes estando de guardia», precisa. Para él, el ‘Antonio José’ es un claro ejemplo de por qué Vicent d’en Lluc fue uno de los mestres d’aixa más valorados. «Tiene mucha robustez para aguantar los embates del mar. Aunque vaya cargado de aperos, navegas sin notarlos», valora.

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