Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama / Testimonio

Vicky Ferrazzano , en Ibiza: «Hay que salir a la calle, intentar ser feliz y seguir adelante porque el cáncer se puede curar»

En la celebración del Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, Vicky Ferrazzano reclama más dinero para poder investigar nuevos tratamientos para esta enfermedad

Vicky Ferrazzano, ayer, en la sede de Diario de Ibiza.

Vicky Ferrazzano, ayer, en la sede de Diario de Ibiza. / JA RIERA

Maite Alvite

Maite Alvite

Vicky Ferrazzano conoce muy bien «al bicho», como dice ella misma. Lleva veinte años conviviendo con él. Primero, le tocó lidiar con un cáncer linfático que se le reprodujo tres veces y ahora hace frente a «un cáncer de mama hormonal con metástasis en el hígado». «Tenía antecedentes familiares, mi abuela padeció cáncer linfático y mi hermana, de mama. A mí me han tocado los dos», comenta.

«Positiva» y luchadora, no se deja llevar por el desánimo y sigue adelante con su vida y con su labor como voluntaria de la Asociación Elena Torres por la Investigación Contra el Cáncer. «Estoy animada, tengo fuerzas y quiero ayudar a la gente y que no se deprima porque le digan que padece esta enfermedad. En mí tienen la prueba de que se puede superar, hace veinte años que me dijeron que lo tenía y, mira, todavía estoy aquí», afirma. «Hoy en día con la investigación que se está haciendo, hay muchas posibilidades. En mi caso no me puedo curar del cáncer porque tengo metástasis y ya está en la sangre, pero con el tratamiento que recibo se ha paralizado», continúa.

Esta mujer emprendedora, que estuvo en los inicios de la moda Adlib como modelo y como secretaria de Smilja Mihailovitch con Fomento de Turismo de Ibiza, además de montar un par de empresas, tenía cerca de 56 años cuando le detectaron por primera vez cáncer. «Todo empezó porque me dolía algo el hombro y el cuello. Pensaba que sería a consecuencia de un mal gesto porque nado cada día en la piscina de es Raspallar, pero me encontré por la calle al doctor Tito Vilás y, tras tocarme la zona y hacerme un par de preguntas, me sugirió que fuera a su clínica y me hiciera algunas pruebas. El resultado fue que tenía cáncer linfático», relata.

Cuando le dieron la noticia, como en aquellos tiempos era todavía «inculta» en la materia, pensó que la solución sería «operación, quimioterapia y radioterapia». Sin embargo, la doctora le «echó un jarro de agua fría en la cabeza» cuando le dijo que su cáncer «no era operable». La única vía para hacer frente a su enfermedad era la quimioterapia.

«Lo peor, la quimio»

De estos veinte años lidiando con el cáncer, de lo que guarda peor recuerdo precisamente es «de la quimio»: «Llegaba a las ocho de la mañana a Can Misses y muchas veces salía a las cinco de la tarde después de haberme puesto varias bolsas de quimio. Me provocaba alergia y tenían que parar para darme una pastilla y que se me quitara, luego me ponían quimio de nuevo. El primer tratamiento contra el cáncer que tuve fue horroroso». «Eran unos años en los que no había lo que hay ahora, por eso digo que la investigación es importantísima, porque con ella se están curando muchos cánceres y las personas que los padecemos tenemos remedios que no nos afectan tanto a la salud», puntualiza a continuación.

Al año de haberle anunciado que tenía cáncer linfático, Ferrazzano se recuperó, pero un año y medio después la enfermedad se le reprodujo, y «así hasta tres veces».

Le volvieron a dar quimioterapia hasta que los especialistas que la atendían en Barcelona le dijeron que la única solución era hacerle un trasplante de células madre. «Antes me dieron una quimio que me dejó a cero de defensas, fue tan fuerte que me dijeron que me tenía que tomar un polo para no quemarme la boca», explica. Luego llegó el trasplante de células madre. «Quince días después de que me lo hicieran ya estaba en la calle totalmente curada», asegura.

Tuvo un lustro de respiro hasta que el cáncer volvió a llamar a su puerta. «Fue hace cinco años, en una de las revisiones periódicas que me hacía, cuando me dijeron que tenía cáncer de pecho con metástasis en el hígado», detalla.

Cuando Ferrazzano escuchó la palabra «metástasis» pensó que como mucho «iba a durar seis meses», así que dijo que no quería «quimio ni ningún tipo de medicación porque quería vivir bien» el tiempo que le quedaba. «Entonces la doctora me explicó que mi tipo de cáncer era hormonal y que podían darme unas pastillas que no tendrían ningún efecto secundario, decidí probarlas y aquí estoy todavía», señala.

Para esta mujer de 76 años el cáncer de pecho con metástasis está siendo más llevadero que el primero. «Éste no está siendo tan problemático. Con el cáncer linfático lo pasé muy mal. Me tuvieron que ingresar varias veces en el hospital y ponerme muchas transfusiones de sangre porque estaba muy baja de defensas», apunta.

Vicky Ferrazzano lleva veinte años haciendo frente al cáncer.

Vicky Ferrazzano lleva veinte años haciendo frente al cáncer. / JA RIERA

Teniendo metástasis el cáncer de mama de Ferrazzano no era operable, así que lo que los médicos han intentado todos estos años es frenarlo. Al parecer lo han conseguido, porque en este momento, asegura, «el tumor cancerígeno en la mama ha desaparecido y de todos los tumorcillos que tenía en el hígado solo quedan tres o cuatro».

«El tratamiento con el que empecé hace cinco años era una pastilla que me tomaba cada noche, pero al detectar que la metástasis me había crecido un poco, me lo cambiaron hace tres años por otro que consistía en dos inyecciones de hormonas cada mes y dos pastillas que me tengo que tomar durante 21 días», detalla.

Esta voluntaria de la Asociación Elena Torres, que anteriormente fue vicepresidenta de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Ibiza, es supervisada en el día a día en Can Misses, en Vila, y cada tres meses viaja a Barcelona para acudir al Hospital Clínic, donde le hacen todas las pruebas que necesita.

Con el primer tratamiento, asegura, no experimentó apenas efectos secundarios, pero el segundo sí que le está provocando algunos efectos no deseados: «Prácticamente no tengo pelo, pero como soy presumida me lo peino hacia atrás con gomina. También tengo muchos problemas intestinales y de vez en cuando cansancio, sobre todo cuando me pinchan las inyecciones, pero luego se pasa».

El cuidador quemado

Ferrazzano asegura que para sobrellevar la enfermedad no buscó apoyo psicológico: «Cuando estuve de vicepresidenta de la AECC en Ibiza me lo ofrecieron, pero al final no fue necesario, porque soy una persona bastante positiva». Sin embargo, añade, sí requirió de esa ayuda profesional uno de sus dos hijos durante un mes y es que un cáncer es un golpe duro para la persona que lo padece y para todo su entorno. Para Ferrazzano el bajón llegó cuando acababa de superar su cáncer linfático: «Mi marido me dejó, tenía el síndrome del cuidador quemado y no podía soportarlo más. Nos separamos, pero volvimos al poco tiempo porque lo nuestro es amor», cuenta con emoción en la voz.

Mientras estaba afrontando el cáncer linfático, Ferrazzano tampoco recurrió a ninguna de las asociaciones que hay de lucha contra el cáncer en Ibiza. Sin embargo, cuando se recuperó, decidió entrar en la AECC para ayudar. Comenzó como voluntaria y a las pocas semanas se convirtió en vicepresidenta. En los últimos años forma parte de la Asociación Elena Torres como «mano derecha de su presidenta», Mari Carmen Gutiérrez. «La llevamos las dos con el apoyo inestimable de Montse Monsalve», apunta.

Si hay una lección que ha aprendido en estos veinte años es que «no somos nadie y que hay que ayudar a todo el mundo». Es por ello que ella no para y trabaja a diario como voluntaria para la Asociación Elena Torres. Se encarga, entre otras cosas, de llevar el tema administrativo y también está a veces en la tienda solidaria de la entidad. «Procuro ayudar a todo el mundo que me necesita, sea o no de la asociación», afirma.

En el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, que se celebra hoy, Vicky Ferrazzano quiere incidir sobre todo en la necesidad de seguir buscando nuevos tratamientos para acabar con la enfermedad. «El Gobierno tiene que soltar dinero para la investigación», reclama con contundencia.

Ferrazzano, además, tiene un mensaje esperanzador para todas aquellas mujeres que, como ella, están haciendo frente al cáncer de mama: «Yo les diría que no se preocupen, que salgan a la calle y que intenten ser felices. Lamentarse y quedarse en sus casas no sirve de nada, tienen que luchar y seguir adelante porque el cáncer se puede superar, y yo soy la prueba, me he curado cuatro veces».

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