Carmen González, cuidadora en Ibiza: «Si no fuese auxiliar de ayuda a domicilio, lo haría de voluntaria»

Cuando González dice que es trabajadora de ayuda a domicilio, lo más habitual es que tenga que explicar en qué consiste exactamente

De lunes a viernes acude a casas de diferentes puntos de la isla para cubrir necesidades básicas de mayores y dependientes

Carmen González posa para Diario de Ibiza.

Carmen González posa para Diario de Ibiza. / Toni Escobar

Toni Escandell Tur

Toni Escandell Tur

Ibiza

«¿Trabajadora familiar? ¿Eso qué es?». Esta es la respuesta estándar que recibe Carmen González cada vez que cuenta a qué se dedica. «¿Trabajadora social?», le dice alguno. Es cuidadora a domicilio en la isla de Ibiza y confirma que los empleos relacionados con los cuidados, como el suyo, continúan siendo invisibles. Y esto, a pesar de que durante la pandemia se evidenció que las tareas que llevan a cabo con personas mayores o dependientes por otras casuísticas son totalmente imprescindibles, recuerda.

González tras la charla con Diario de Ibiza.

González tras la charla con Diario de Ibiza. / Toni Escobar

El primer paso en una conversación de este tipo es aclarar que ella y sus compañeras no son limpiadoras, ya que ofrecen un servicio integral: «Tienes unas funciones dependiendo de lo que necesite cada usuario». Hay tareas domésticas (barrer, preparar el desayuno u otras comidas, recoger, hacer la cama, enderezar la habitación o controlar la medicación) y también hay una parte emocional y psicológica que es clave: «A veces simplemente vamos a charlar con ellos, a hacerles compañía. Los abuelos te agradecen mucho lo que haces. Es satisfactorio, porque mi trabajo consiste en que ellos tengan calidad de vida y que estén en su entorno».

Y es que, de alguna manera, las trabajadoras de ayuda a domicilio contribuyen a que no sea necesario que estas personas vayan a parar a una residencia. «No es lo mismo que estar en tu casa, con tus recuerdos y todas tus cosas», explica la entrevistada, que nació en Sevilla y vive en la isla desde los once años de edad. González trabaja en el Servicio de Atención Domiciliaria (SAD) de Ibiza que ofrece la conselleria balear de Asuntos Sociales a través de la empresa Servisar Servicios Sociales, cuya contrata en la pitiusa mayor es Domusvi.

¿Huelga a la vista?

Actualmente tienen convocada una huelga indefinida desde el 17 de este mismo mes, aunque señalan que aún están a tiempo de evitarla si se llega a un acuerdo sobre el único punto sobre el que hay diferencias con la empresa: la bolsa de horas laborales.

En resumen, la función de las profesionales de este sector es «ayudar a que el usuario tenga cubiertas sus necesidades básicas» y mejorar su día a día. Asegura, con una sonrisa en la cara, que «es un trabajo muy bonito» y gratificante, sobre todo cuando recibe mensajes de agradecimiento tanto de los dependientes a los que atiende como por parte de sus familiares. «Fíjate si me gusta esto que yo estaba en una residencia con mi plaza después de opositar y me llamaron de aquí y me fui. Lo dejé todo. Y si pudiese vivir sin trabajar, lo haría a través de un voluntariado».

Con todo, concluye que «la pena» es que no las valoren, dice mientras niega con la cabeza al preguntarle sobre si hay un suficiente reconocimiento de esta labor social que llevan a cabo.

A todo lo que menciona se unen los dolores físicos fruto de los esfuerzos que realizan, por ejemplo, para mover a algunas personas dependientes con problemas de movilidad. De hecho, hay un acuerdo entre las cuidadoras y Servisar Servicios Sociales (Domusvi) para hacer estudios de salud laboral, cuenta a este diario González, que es delegada sindical «desde hace tres o cuatro años». Esta técnico sociosanitaria lleva 17 años trabajando en el sector.

«La gente que conoce nuestras funciones y nos ve trabajar en sus casas con sus familiares, nos valora. Hay quienes siempre me han dicho que no saben cómo agradecerme lo que hacemos», añade González. Atienden a pacientes con diferentes grados de dependencia, desde quienes aún mantienen cierta autonomía hasta usuarios del SAD encamados.

«Hacemos cosas tan variadas como las compras, ir a la farmacia, vigilar el tema de la medicación... También hemos hecho de peluqueras, vamos de paseo, les preparamos comidas...». Y en casos de personas con alzhéimer o demencia, es muy importante —añade—hacer que ejerciten su mente, por ejemplo mediante juegos, para activarles y trabajar la memoria.

El duelo

Con el vínculo inevitable que se crea con el usuario —«te cuentan sus cosas, yo me siento querida y arropada por ellos»—, si éste fallece, las cuidadoras a domicilio también experimentan un duelo: «Siempre me acordaré de mi primer usuario que falleció. Entonces trabajaba para un ayuntamiento y me llamó un responsable para decirme que ya no podía ir a esa casa. Parecía que se había muerto mi abuela. Iba todos los días allí y cuando supe la noticia lloré a mares».

Recuerda cómo, en otra ocasión, falleció un usuario con el que había trabajado durante cinco años.

En ese momento, y más cuando una está comenzando a trabajar en este sector, parece complicado aprender a gestionar estas emociones: «Ahí te dices a ti misma: como llore por cada abuelo o abuela, me moriré de la pena. Porque con algunos compartes tiempo durante años y creas un vínculo, también con la familia. Inevitablemente sientes mucha pena».

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