I Jornada de divulgación científica

No, las culebras no se comerán todas las lagartijas de Ibiza antes de 2030

El mayor experto sobre ‘Podarcis pityusensis’ duda de que el endemismo pitiuso vaya a desaparecer de Ibiza en ocho años como consecuencia de la expansión de las serpientes de herradura, tal como se afirma en una tesis que criticó duramente

Valentín Pérez Mellado durante su conferencia en Can Jeroni. | J.A.RIERA

Valentín Pérez Mellado durante su conferencia en Can Jeroni. | J.A.RIERA / José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Hace justo un año cundió el pánico: «El ritmo al que se está extendiendo la población invasora permite predecir que la lagartija se extinguirá de la isla de Ibiza antes de 2030». Era lo que se aseguraba en el abstract (síntesis) de la tesis ‘Natural history and impacts of an invasive snake: the horseshoe whip snake on Ibiza’, presentada en la Universidad de Valencia por Elba Montes, extécnica del Consell. En ocho años, ni una. Valentín Pérez Mellado, doctor en Zoología de la Universidad de Salamanca, el mayor experto en reptiles endémicos pitiusos, lo duda, según expuso ayer durante la charla que ofreció en el marco de la I Jornada de Divulgación Científica organizada por las Reservas Naturales de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent junto al Parque Natural de ses Salines.

«En la tesis se dice que las lagartijas prácticamente han desaparecido del noroeste de la isla. No es cierto. Tampoco es cierto que, como señala la tesis, antaño estuvieran uniformemente distribuidas en toda la isla. Sería el único caso del planeta"

Básicamente, Pérez pone en duda tanto las conclusiones de esa tesis como la pureza del método científico utilizado. «En el trabajo de Elba Montes se dice que las lagartijas prácticamente han desaparecido del noroeste de la isla. No es cierto. Tampoco es cierto que, como señala la tesis, antaño estuvieran uniformemente distribuidas en toda la isla. Sería el único caso del planeta», señaló Pérez, que se basa en los datos que recogió junto a la doctora Ana Pérez Cembranos en 2017: «En el noreste, la densidad es discreta. Y ya lo era antes de la llegada de las serpientes», afirma.

«No por no verlas no las hay»

El catedrático de Zoología criticó, además, la manera en la que, a partir de un transecto de 500 metros, Montes saca la conclusión de que en la zona analizada ya no hay rastro de lagartijas porque se las han zampado los ofidios: «No se puede hacer un transecto de 500 metros y, si no las has visto, decir que ya no las hay. El dato negativo no es fácil de obtener, requiere muchos años de trabajo [...] Como científico no acepto que por un transecto de 500 metros digas que ya no hay lagartijas porque no las has visto».

"Como científico no acepto que por un transecto de 500 metros digas que ya no hay lagartijas porque no las has visto»

Por su experiencia (lleva estudiando las lagartijas pitiusas desde hace más de 40 años), a veces las hay, otras no: «Las fluctuaciones, sobre todo en los islotes, son muy grandes». Poblaciones magníficas hace seis años «se mantienen en valores mas bajos tiempo después, pero no por eso hay que echarse las manos a la cabeza. Hace falta tener series de años para poder decir algo concreto al respecto», indica Pérez, que puso el ejemplo de es Vedrà: «Ahora tiene poblaciones extraordinarias, pero eran muy bajas hace cinco años».

«Conclusiones apocalípticas»

En ese sentido, explicó que no se debe llegar a conclusiones «apocalípticas» sin tener en cuenta otros datos, como los factores estocásticos (procesos cuya evolución en el tiempo es aleatoria), «aquellos que no podemos gobernar». Por ejemplo, la lluvia. En sus estudios sobre la lagartija del Aire (Menorca), comprobó que «hay una correlación entre las precipitaciones y la cantidad de lagartijas. Cuanto más llueve, más hay. Es un factor que hay que tener en cuenta». A veces, una tormenta basta para diezmarlas, como suele ocurrir en el islote d’en Pou, en pleno es Freus, o en es Caragoler, donde ahora «se puede estimar una población, cuando durante años no se llegó a ver ni una». Las poblaciones no son una foto fija.

«No se puede hacer el silogismo de que si no ves lagartijas en el noreste de la isla, que no es cierto, en 2030 habrán desaparecido de Ibiza»

A juicio de Pérez, «no se puede hacer el silogismo de que si no ves lagartijas en el noreste de la isla, que no es cierto, en 2030 habrán desaparecido de las lagartijas de Ibiza», tal como se indica en la tesis de Montes. «La situación -avisó- de la podarcis es seria, pero no se puede establecer, dramáticamente, un escenario apocalíptico. Cuando dentro de nueve años no se produzca, se reirán de nosotros».

Pérez considera que los ofidios «son un problemón», por lo que hay que «controlarlos», dada su apetencia por las Podarcis pityusensis: «Pero hay otras características que inciden. [...] Las poblaciones no están bien, es cierto, pero no solo por las serpientes. Hay muchas razones por las que su situación es complicada».

Poner el cascabel al gato

Por ejemplo, aboga por controlar los gatos: «Reivindico que no debemos situar todo el foco en los ofidios. Hay que ponerle el cascabel al gato. ¿Qué pasa con ellos? Hay que meterlos en la ecuación, pero como son tan populares. Como tenemos una educación judeocristiana, es fácil demonizar a las serpientes; a los gatos es más complicado». La educación cristiana y ver tantas películas de Disney, que han distorsionado nuestra visión del mundo animal hasta infantilizarla.

«Reivindico que no debemos situar todo el foco en los ofidios. Hay que ponerle el cascabel al gato. ¿Qué pasa con ellos? Hay que meterlos en la ecuación, pero como son tan populares"

El herpetólogo considera que las culebras de herradura y de escalera «han sido la puntilla para poblaciones de lagartijas que llevaban amenazadas desde hace tiempo». Porque en 60 años «ha cambiado la isla de manera brutal». El urbanismo, cementar las paredes... Eso sí que las ha puesto contra las cuerdas desde hace décadas, asegura: «En Ibiza, lo que pasa, el principal problema, es que desaparece el medio natural».

Lagartijas a 20 euros

El catedrático de Zoología salmantino recuerda que en cada islote hay endemismos propios (más de cuatro decenas en las Pitiusas), con un material genético único: «Crear 44 unidades evolutivas, mantener ese banco de genes, sería crear un centro de crías en cautividad que no existe en ningún lugar del mundo. Es irrealizable tener esas poblaciones», señala sobre esa otra ocurrencia reciente. Y tampoco sería útil, a su juicio, pues el animal no es sólo genética: «Está la epigenética [modificaciones que se producen como respuesta a los cambios en el entorno], la influencia de las condiciones ambientales, que no se logra en cautividad. Siempre optamos por soluciones artificiales, cuando lo que hay que proteger es la población, el islote donde viven».

«Crear 44 unidades evolutivas, mantener ese banco de genes, sería crear un centro de crías en cautividad que no existe en ningún lugar del mundo. Es irrealizable tener esas poblaciones»

Existe otra presión sobre las lagartijas: la humana. En los siglos XIX y XX (hasta 1983, supuestamente) se capturaban a cientos para colecciones científicas: «Esa colección continúa: en na Bosc vimos en 2017 varias trampas con botellas de plástico. Se siguen comercializando». Hasta a 20 euros el ejemplar, pese a su prohibición.

Unos alemanes intentan legalizar sus criaderos para «exportarlas a Estados Unidos». Cites (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) pidió a Valentín Pérez un informe al respecto. Y fue categórico: «No puede legalizarse ese comercio porque no hay manera de saber el origen de esas lagartijas, que seguro que es reciente. Desde 1983 está prohibido sacarlas de aquí. Los alemanes dicen que las tienen desde hace 50 años. Es otra barbaridad. Utilizan como argumento que se podrían usar para traslocaciones [trasladar individuos de una especie a otro lugar para repoblar] en caso de que estén en peligro en algunos islotes. Es indignante ese razonamiento, que es puramente comercial».

«No puede legalizarse ese comercio porque no hay manera de saber el origen de esas lagartijas, que seguro que es reciente. Desde 1983 está prohibido sacarlas de aquí. Los alemanes dicen que las tienen desde hace 50 años. Es otra barbaridad"

Porque las traslocaciones de lagartijas «son impracticables», a su juicio: «Cada población es un tesoro que hay que conservar». Cada una de ellas, en cada islote, «lleva cientos de miles de años aislada, con características únicas. No tiene sentido traslocar, es una barbaridad. Eso no es una medida de conservación». Por ejemplo, si en es Vedranell cayera en picado su población de lagartijas, «sería insensato traslocar lagartijas de es Vedrà para solucionar ese problema».

El endemismo de es Vaixell

Pérez recordó el experimento hecho hace 90 años por Martin Eisentraud en el islote de es Vaixell (entre otros). Introdujo allí 58 lagartijas de la isla de Ibiza. Se creía que habían desaparecido, hasta que un responsable de las Reservas Naturales, Jorge Calvo, las vio con prismáticos desde na Gorra. Cuando subió a es Vaixell (dado su endemoniado relieve hay que hacerlo mediante escalada alpina), las que vio Valentín Pérez no tenían nada que ver con las de Ibiza. Un análisis posterior determinó que su genética era única: completamente melánicas, su ADN está muy lejos del de la isla principal y cerca del de na Gorra, pero con sutiles diferencias. Son una subespecie (aunque Pérez prefiera hablar de unidad evolutiva significativa) única: «No contiene haplotipos de Ibiza. Ergo, las que introdujo Eisentraud no llegaron a juntarse con las de es Vaixell, desaparecieron».

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