Despedida de Quin Delibat! | Jordi Cardona Cantante

«La de Quin Delibat! es una ruptura dulce pero definitiva»

«En Ibiza hay calidad de sobra, apoyo poco, pero lo que falla es que no hay salas de conciertos»

Los componentes de Quin Delibat!, en una de sus últimas imágenes promocionales

Los componentes de Quin Delibat!, en una de sus últimas imágenes promocionales / Muchigraphy

Fernando de Lama

Fernando de Lama

Más de una década juntos, casi dos si sumamos los años de Rock Garage, el proyecto que desembocó en Quin Delibat! en 2010, tres discos largos, un epé, 34 canciones, decenas de conciertos... Son números que esconden una historia de música, de anécdotas, de diversión, de risas y sobre todo de amistad. El cantante Jordi Cardona reflexiona sobre todas estas cosas a solo unas horas del concierto de despedida del grupo, este sábado, a partir de las 20.30 horas en Teatro Ibiza, con entrada gratuita.

¿Qué mezcla de emociones hay ante un concierto de despedida?

Lo creas o no estoy supernervioso. Ten en cuenta que el último concierto lo dimos en 2020, en Sant Carles, aún con el público sentado en sillas y con mascarillas. Desde entonces no hemos tocado juntos. Hemos hecho un par de ensayos y haremos otro antes del concierto, pero nada más. Pero también estamos supermegailusionados por poderle poner un broche de oro a esta historia.

Así que está desentrenado...

Y tanto, mis compañeros menos, porque siguen en Barcelona con su grupo Pardals, pero yo estoy acojonado. Espero aguantar todo el concierto sin que me dé un jamacuco, que ya no tenemos 20 años...

Tampoco los tenían cuando empezaron, recuerdo la primera vez que les entrevisté y eran casi unos niños...

Uf. Si nos vamos a la época de Rock Garage, antes de Quin Delibat!, Joan y yo teníamos 18 años y Luis y Jaume 16. Ahora tenemos 36 y 34 y Toni, el batería, que fue la última incorporación, no llega a los 30. Es media vida.

Una de las primeras fotografías del grupo

Una de las primeras fotografías del grupo

¿Por qué se separan?

Se ha dado todo de manera natural, por las circunstancias y la distancia. Ellos están en Barcelona y yo aquí, el último disco casi no pudimos ni presentarlo, cada uno tenemos nuestro trabajo. Si se puede bien, pero si no se puede, no merece la pena estirarlo.

¿Es una ruptura dulce o dolorosa?

Es una ruptura dulce, sin duda. Nos quedan un montón de recuerdos, un montón de historias. Es una etapa muy bonita que se cierra y seguimos siendo colegas, amigos, familia...

¿Es un adiós o un hasta luego?

Es un adiós, pero nunca sabes qué va a pasar en el futuro. Somos amigos y seguro que volveremos a encontrarnos en el camino, puede que con otros proyectos... Pero como Quin Delibat! es un adiós definitivo.

Decía que han pasado media vida juntos. ¿Se puede quedar con un momento?

Son tantos que es imposible quedarse con uno. Me quedo con que lo hemos hecho lo mejor que hemos podido. Me enorgullece pensar que empezamos sin saber nada, ni cantar ni tocar, y hemos aprendido mucho. Me doy cuenta cuando escucho los discos de Rock Garage y pienso que habría que grabarlos de nuevo desde el principio... Me quedo con esos momentos en el estudio en el que alguien llega con unos acordes y acaba convirtiéndose en una canción. Y con todas las fiestas que nos hemos pegado y la cantidad de anécdotas que hemos acumulado.

Me está diciendo que va a machacar a sus nietos con las anécdotas de Quin Delibat!

Ya te digo. Me da para cientos de batallitas. Sobre todo me quedo con la diversión y con las risas.

¿Y qué ha sido lo peor de esta historia?

Hay pocas cosas malas, la verdad. Hay cosas que no pudimos hacer por las circunstancias de la vida, que puede que no llegaran a tiempo... El otro día estaba viendo la serie ‘Todos quieren a Daisy Jones’ y en el momento en que el cantante firmaba el contrato con la discográfica yo pensaba en el que firmamos con Discmedi. Firmé 200 páginas y se quedaron en un cajón, porque nos llegó tarde, con nuestras vidas más hechas. A lo mejor si nos hubiera llegado a los 18 años habría sido distinto. Pero qué quieres que te diga, forma parte del juego.

Además de los componentes del grupo, qué otras personas son Quin Delibat!

Cuando hicimos la nota de prensa quedamos en no nombrar a nadie para no olvidarnos de nadie, pero hay gente que ha sido fundamental en esta historia, como Joan Barbé, que fue decisivo en el paso de Rock Garage a Quin Delibat!, él y Omar Gisbert son nuestros George Martin. Como Marcos Torres, responsable de la imagen y el proceso creativo de los discos; Juanjo Ribas, que diseñó el segundo y al que tengo un cariño especial... Muchos amigos y familia que no nos han fallado nunca; músicos como Omar Alcaide o Vicent Tur, Natxo y Jaume... Mucha gente.

Y su propia hermana...

Y Sara, claro, que me costó un mundo convencerla de que colaborara con nosotros y al final estuvo en el último disco. A ver si algún día hacemos un dúo...

Desde su experiencia, qué le falta a la escena de la música de Ibiza, ¿calidad?, ¿apoyo?, ¿salas?... ¿cómo está el panorama?

Ahora hace tiempo que estoy desvinculado del mundo de la música en directo de Ibiza. En la isla hay mucha música, conciertos a mansalva, gente buenísima que en la península estaría haciendo mucho ruido, pero padecemos el problema de la insularidad. Hay grandes bandas como Joven Dolores, Morning Drivers, Billy Flamingos y muchas otras, gente joven con mucha fuerza como New Young Polaks, músicos ibicencos trabajando en la península de los que aquí se sabe poco, pero que están haciendo grandes cosas. Calidad hay de sobra. Apoyo no hay mucho y debería haber precisamente para compensar la insularidad. Lo que no hay son salas. Solo está Teatro Ibiza, que en los últimos tiempos está apostando por las bandas locales, y nada más. A Can Jordi hay que hacerle un monumento por el apoyo a los músicos, pero no es una sala de conciertos. Eso es lo que falla. No hay salas.

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