educación u Nueva edición del ciclo ‘vívete’ con el lema ‘vidas que inspiran vidas’

Nuevos héroes para los adolescentes pitiusos

El atleta Álex Roca y la actriz y cantante Míriam Fernández, ambos con parálisis cerebral, son los protagonistas de las charlas ‘Vívete’ para transmitir a los jóvenes valores de superación y confianza en uno mismo

El eslogan de las jornadas ‘Vívete’ es ‘Vidas que inspiran vidas’, lo que nos recuerda que la humanidad siempre ha necesitado héroes, reflejos sobre los que proyectar sus aspiraciones. Héroes reales o inventados. Los antiguos tenían a Hércules, a Aquiles y a Alejandro Magno, quien conquistó el Imperio Persa con sólo 26 años. Los 900 adolescentes que ayer llenaron el auditorio de Can Ventosa -repartidos en dos sesiones- tuvieron también ante sus ojos dos ejemplos heroicos. Más domésticos y terrenales que Aquiles o Alejandro, pero con una voluntad comparable a la de quienes lograron rendir a Troya y al ejército persa.

Ellos son Míriam Fernández y Álex Roca, dos personas a quienes la vida les dio muy malas cartas al nacer, pero con una personalidad, una voluntad y un carisma que les han permitido lograr auténticas proezas. Una de ellas, por ejemplo, ha sido la de ganarse la atención de un revoltoso y adolescente auditorio compuesto por estudiantes de tercero y cuarto de la ESO.

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Míriam Fernández narra al auditorio sus experiencias personales. / Toni Escobar

Así, en la primera sesión asistieron alumnos de Sant Antoni, Sant Josep, Santa Eulària y Sant Joan. En concreto de los centros educativos del IES Xarc, Morna, IES Quartó de Portmany, IES Sa Serra, IES Sant Agustí, Escola de Mare de Déu de les Neus, Escola d’Arts y el IES Balàfia. En la segunda sesión, a las doce del mediodía, fue el turno de los estudiantes de Vila, de los centros IES Isidor Macabich, IES Sa Colomina, IES Santa Maria, Colegio Mestral, Sa Real y Sa Consolació. Hoy es el turno del IES Marc Ferrer, en Formentera.

Un atleta sin límites

Álex Roca deslumbra a los adolescentes. No es alguien cualquiera. A sus 32 años, se ha convertido en la primera persona del mundo en completar una maratón pese a tener reconocida una discapacidad del 76%. A los seis meses, un herpes le afectó el encéfalo y le provocó una parálisis cerebral severa. Los pronósticos médicos indicaban que Álex estaba condenado a vivir en estado vegetativo. A día de hoy, es un triatleta consagrado que también ha completado un maratón y seis media maratones: «Tenéis que luchar por vuestros sueños. Aquello que hagáis, que os motive y os haga feliz. Los límites te los pones tú», explica el atleta catalán gracias al lenguaje de signos. Es su pareja, Mari Carmen Maza, quien traduce y pone voz a sus gestos.

Agradece la ayuda de los psicólogos con los que trató su problema de autoestima, pero sobre todo, destaca el apoyo incondicional de su familia: «Mi ídolo es mi abuelo. Él siempre decía, ‘¡como que me llamo José Campillo que mi nieto va a andar!’». Otra frase de sus padres que se le quedó clavada: «Lo haremos todo para que nuestro hijo sea feliz».

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Los alumnos que ayer asistieron a las charlas en Can Ventosa siguen atentamente las intervenciones de los dos protagonistas. / Toni Escobar

No se trata, por supuesto, de un camino de rosas. Incluso los héroes contemporáneos se sienten frágiles y necesitan apoyo y sentirse queridos. «De niño, en la calle me miraban y yo me sentía como un monstruo», explica Roca, quien se refiere a su mano izquierda, paralizada: «Mi mano me parecía muy fea pero mi madre me decía que es maravillosa. Igual que mi pie, que me parecía deforme, pero gracias a ellos ya he hecho más de 70 carreras».

En su intervención, Roca también cuestiona al auditorio sobre conceptos como la ‘normalidad’ o la ‘discapacidad’. «¿Qué significa ser normal? ¿Hay alguien normal? Todos somos únicos y diferentes». También confiesa sus debilidades y qué es lo que le saca de quicio, como el falso paternalismo que debe soportar a diario: «Muchas veces escucho palabras como ‘pobrecito, qué mala suerte ha tenido’. ¿Pobrecito? ¡Con lo bueno que estoy!», bromea entre risas, ganándose el aplauso de un complicado auditorio.

Álex corre acompañado de su equipo y siempre viste una camiseta de color amarillo fosforito: «De pequeño no quería que nadie me viera, quería ser invisible. Ahora voy de fosforito cuando quiero que me miréis, que sepáis que estoy aquí».

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El ejemplo de Roca, que se dirigió al auditorio utilizando la lengua de signos, entusiasmó a los adolescentes. / Toni Escobar

La vida es levantarse

En el caso de Míriam Fernández, se repite un patrón: una enfermedad infantil -en su caso, una parálisis cerebral de nacimiento- y un diagnóstico inapelable: «El médico, que era muy optimista -ironiza- dijo que, a lo sumo, podría arrastrarme usando los codos».

Pero Míriam ha entrado en el escenario caminando, ayudada por un andador. Ella también desafió a su destino aunque, en su caso, tuvo que sufrir un auténtico via crucis. «Mis padres eran adolescentes, no tenían recursos económicos y, en un acto de amor, me dieron en adopción a una familia que sí tenía medios económicos». Ella lo explica con un tacto exquisito, mostrando un gran amor hacia sus primeros padres, aunque lo que cuenta es terrorífico: más insalvable que la discapacidad, más discriminatorio que la enfermedad, es la barrera económica y social.

La cantante, actriz y nadadora, narra los trucos que desarrolló su familia de adopción para estimular sus capacidades, los juegos de su madre para que pudiera mantenerse en pie y cómo, a los cuatro años, logró dar su primer paso. Narra también las tardes pasadas en rehabilitación y una terapia que no ha logrado olvidar: «La terapeuta me dejaba un segundo de pie y luego me tiraba al suelo. Y así una vez, y otra, y otra. ¿Por qué hacía esto? Porque en la vida me iba a caer tantas veces, que era muy importante aprender a caer bien. ¡Gracias a esto he logrado caer con muchísimo estilo!».

Su carácter se puso a prueba nuevamente cuando tuvo que soportar episodios crueles de bullying escolar. Fernández relata, sin que le tiemble la voz, cómo los niños hacían un círculo y la empujaban pasándosela como si fuera una pelota, que una niña le cortó el pelo, o que el día en que ella quiso cantar en clase, durante un concurso de habilidades, los compañeros le desconectaron el cable y boicotearon su actuación: «Solo era feliz cuando me encerraba en mi habitación y le cantaba a los peluches, que eran mi público. Solo era feliz sola».

Nuevos héroes para los adolescentes pitiusos | FOTOS DE TONI ESCOBAR

Fernández y su andador que, según sus palabras, tiene el poder de distinguir a las personas que realmente valen la pena. / Toni Escobar

Després de tocar fondo, decidió «en vez de llorar, devolver cada mal gesto con una sonrisa», y asegura que «cuando una confía en sí misma, es cuando puede cumplir los sueños y las metas».

A partir de aquí, Míriam Fernández ha podido hacer realidad sus anhelos infantiles. Logró ser campeona nacional de natación adaptada, ganó el talent show ‘Tú sí que vales’, ha trabajado como actriz, ha grabado un disco y está a punto de publicar el segundo. Un arma que le ha ayudado, asegura, es el sentido del humor: «Este andador es fantástico para las discotecas. Me sirve como portacubatas, también va bien para dejar la chaqueta y te ahorras el guardarropa, y cuando me ven con él, los de la puerta me dejan entrar y me salto las colas», bromea.

Héroes ¿inalcanzables?

A la salida, los jóvenes comentan sus impresiones tras las charlas. «Me ha encantado todo lo que ha comentado Álex. Es increíble que haya conseguido todo lo que ha hecho», dice entusiasmado Joan, un alumno del IES Sant Agustí. «Transmiten un mensaje muy bonito», opina Inés, alumna del IES Quartó de Portmany. María, una compañera suya de clase, completa: «Te hacen reflexionar sobre cosas y sirve para valorar lo que tienes, que tenemos que ser felices».

Además, tanto Álex Roca como Míriam Fernández han conseguido una hazaña al alcance de pocos, como es la de encontrar el amor, algo que fascina especialmente a su joven auditorio. «El andador tiene un gran poder», explica Míriam, «y es que me permite distinguir a los chicos superficiales de los chicos que realmente valen la pena». En el caso de Álex, su pareja es también su intérprete, su voz en actos públicos y su compañera en las carreras: «Me decía que nunca tendría pareja, pero ya llevamos siete años juntos. Somos el equipo perfecto». Mari Carmen, su esposa, comenta divertida que tienen discusiones, pero que son silenciosas porque lo hacen en lengua de signos: «Cuando él se enfada mueve las manos muy deprisa», dice ella entre risas».

«Te ayuda a reflexionar», valora Jorgelina, una alumna del IES Sant Agustí. Álex y Míriam son casi unos gigantes y han superado unas adversidades inimaginables. Lo ideal sería, también, que no fuera necesario ser tan fuerte para salir adelante. Que no fuera necesario ser un héroe.

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