Pesca

Sandra Planells, la ibicenca a la que el mar atrapó en sus redes

La única pescadora de Ibiza tiene 36 años y ama el amar y su trabajo, que aprendió de todo un maestro, su padre, que fue de quien heredó la embarcación de la que es armadora y patrona

El Mediterráneo y la pesca son compañeros inseparables de Sandra Planells Calleja (Ibiza, 1987) desde que tenía 17 años, cuando su padre, Juanito Planells, en vista de que no quería continuar estudiando, la animó a seguir sus pasos. La propuesta resultó ser un acierto porque enseguida el mar la atrapó en sus redes y decidió dedicar su vida al oficio de su progenitor y de su bisabuelo.

En estos momentos, como confirman con orgullo ella misma y sus compañeros de la Cofradía de Pescadores de Ibiza, es la única fémina dedicada a la pesca profesional en la isla, aunque «hay otras mujeres que han probado el trabajo y luego lo han dejado». Su propia madre, Josefa Calleja, gaditana criada en Ibiza, «siempre ha ayudado reparando redes» y se embarcó por un periodo breve de tiempo con su marido y tres meses con su hija para echarle una mano cuando Juanito Planells cayó enfermo. Desde que falleció su padre en 2016, es su marido, Toni Riera, el que pesca con ella, que siempre ha salido al mar acompañada.

Sandra Planells Calleja, a bordo de su embarcación, un ‘llaüt’ heredado de su padre, Joan Planells.  | TONI ESCOBAR

Sandra Planells, en su embarcación, con las redes. | TONI ESCOBAR / Maite Alvite

Sandra Planells es armadora y patrona de una embarcación de nueve metros de eslora y probablemente casi medio siglo de historia que lleva por nombre ‘Lluch’ y que heredó de su padre, que a su vez la compró a un pescador de Sant Antoni que la había adquirido en Palma. Es un llaüt tradicional de madera que «exige muchos cuidados». De hecho, de los dos meses al año que Planells no pesca, uno lo dedica a cuidar a ‘Lluch’. «Primero saco el barco a tierra y tengo que esperar unos cuantos días a que se seque un poco la madera, luego lo lijo, lo pinto, reparo los motores y lo dejo listo para que pueda aguantar toda la temporada. Aun así, siempre me toca ir retocando un poco», explica.

Ser la única pescadora de Ibiza en un mundo típicamente masculino, asegura, no le ha supuesto problemas. No se ha sentido nunca discriminada ni tratada con condescendencia. «Aquí en la Cofradía de Pescadores de Ibiza soy una más, me siento en familia y nunca mis compañeros han hecho diferencias», asegura.

Supersticiones

Minutos después, haciendo memoria, recuerda que cuando empezó en el oficio «algunos de los pescadores de más edad, que ya no están, creían que una mujer a bordo daba mala suerte» y no le dirigían la palabra. «Pero eso fue al principio, luego ya sí me hablaron», aclara.

Fue Juanito Planells el que enseñó a esta joven de 36 años todo lo que sabe de pesca artesanal, después de que la adolescente se sacara el título de patrón local. Fue un profesor «cañero», reconoce Sandra sobre su padre, al que acompañó como marinera los primeros años. Además de maestro exigente, fue también un padre orgulloso, que comprobó cómo su hija asimilaba las lecciones con facilidad. «Si te gusta una cosa, la aprendes rápido», dice sin asomo de duda la actual patrona de ‘Lluch’.

Todavía se le iluminan los ojos cuando rememora un episodio de sus inicios como pescadora que probablemente no olvidará en la vida. Fue un día en el que se avecinaba una fuerte tormenta desde Formentera. La pesca se les estaba dando tan bien que apuraron hasta el último minuto y el chaparrón, los rayos y truenos, el viento y el oleaje se les echaron encima. Tardaron cuatro horas en hacer el trayecto desde la Pitiusa menor a Ibiza, cuando normalmente apenas se requiere una hora. Ni se mareó, ni sintió miedo, al contrario, aquella experiencia la «emocionó», prueba de que ya apuntaba maneras como loba de mar.

Siempre, admite, ha sido «muy nerviosa», aunque ahora ya se ha relajado algo. Acumula una experiencia como pescadora de artes menores de 19 años, pero todavía sigue aprendiendo cosas nuevas cada día. Cree, de hecho, que del mar, tan inabarcable, «nunca se llega a aprender todo».

‘Lluch’, la embarcación de Sandra Planells, atracada en el muelle, frente a la sede la Cofradía de Pescadores de Eivissa.  | TONI ESCOBAR

‘Lluch’, la embarcación de Sandra Planells, atracada en el muelle, frente a la sede la Cofradía de Pescadores de Eivissa. | TONI ESCOBAR / Maite Alvite

Planells emplea el trasmallo para pescar. Del 1 de abril hasta el 31 de agosto, principalmente langosta, roja (cabracho), rascassa (rascacio) y corvas, además de salmonetes (a partir de agosto) y algunos gallos y meros. Hace un mes precisamente capturó un ejemplar de este pez de doce metros y medio. Es una hazaña que recuerda con una gran sonrisa. Con un mero de esas dimensiones, opina, ya se puede considerar la jornada de pesca provechosa, aunque un buen día, para ella, también es «conseguir hacerse con cuatro o cinco dentones y una caja o dos de roges». Pero no todos los días le son tan propicios, señala, «algunos sólo se pesca para comer y poco más».

En la jornada que concede esta entrevista a Diario de Ibiza, por ejemplo, ha pescado «dos cajas de roges y rascasses» y el balance parece bueno, pero no para tirar cohetes, a juzgar por su gesto.

«El oficio de pescador es duro, pero no tanto como parece a primera vista y, además, es posible ganarse bien la vida»

En estas fechas sale a pescar a las seis de la mañana y está en el mar hasta «las doce o la una de la tarde». Es la época que menos le gusta, porque «para capturar langosta hay que ir más lejos, hace mucho calor y la red sale del agua más sucia». De hecho, lo que más detesta del oficio es «tener que picar la piedra que viene con la langosta». Por ejemplo, el día anterior tuvo que emplear «cuatro horas» para dejar limpia la red, de la que tiene que eliminar no solo rocas, sino también «basura y los pescados de talla pequeña, que se devuelven al mar vivos». El resto de lo capturado lo ponen en hielo y lo venden en la lonja y en algunas ocasiones se reserva algo para casa. A sus hijos, cuenta, les encanta al pescado, a ella no tanto, «después de comer toda la vida tanto». Sus bocados predilectos son la araña y el calamar, «cocinado de todas las maneras posibles».

De hecho, la temporada que más disfruta de su trabajo es la que se inicia en septiembre, la del raor y la de estos moluscos cefalópodos. Sale a pescar en esa época sobre las cinco de la madrugada y termina la jornada a las once o las doce del mediodía y el resto del tiempo lo dedica a sus hijos, Hugo, de cinco años, y Samara, de doce. «La pesca del raor y del calamar es la que más me gusta, es más suave y empiezas a trabajar más temprano», comenta enumerando lo que considera sus principales ventajas.

Octubre y noviembre permanece en tierra. Un mes es para vacaciones y el otro, como hemos dicho antes, para arreglar su embarcación. Regresa al mar a mediados de enero, cuando empieza la temporada de la sepia. En este caso, trabaja de siete de la mañana a la una y media de la tarde.

Más basura, menos capturas

Planells ha observado en los últimos años que el mar Mediterráneo está cada vez más lleno de basura. Lo comprueba cada día que navega, al observar residuos flotando, y cuando recoge las redes, llenas en muchas ocasiones de plásticos y botellas de cristal.

También se ha percatado de que en los últimos 18 años «ha habido un descenso en las población de especies marinas, aunque en las reservas que se han creado se está notando una recuperación», apunta con tono que suena optimista.

A lo largo de la entrevista, la propietaria del ‘Lluch’ desmonta unos cuantos mitos asociados al sector. Asegura que la pesca es «dura, pero no tanto como parece» y, además, «da para vivir bien».

«Cada vez hay más basura en el mar. Yo con las redes recojo mucho plástico y botellas de cristal»

«Un cosa buena es que puedes adaptar tu trabajo a tu estilo de vida. Yo tengo las tardes libres, además de la mayoría de los fines de semana y las jornadas con temporal y ese tiempo lo dedico a estar con mi familia y a la casa, donde también coso las redes», explica como una de las principales ventajas. «Todo es subjetivo, a mí, que no me gusta mucho andar, me parece más sacrificado subir montañas que pescar», comenta con una sonrisa en la boca. Tampoco hace falta estar especialmente en forma, «el cuerpo se adapta y la fuerza se va ganando con el tiempo». Además, «el rodillo de proa y, sobre todo, la maquinilla hidráulica», que tiene su llaüt, ayudan a recoger las redes reduciendo el esfuerzo físico.

A aquellas mujeres que estén pensando convertirse en pescadoras como ella, les aconseja que «prueben», siempre que les guste «el mar y la pesca».

Ella, que siempre apoya a sus hijos en todo, también lo haría si deciden convertirse en pescadores. De momento, Samara, la mayor, es, como Sandra Planells, una enamorada del mar. «Hace regatas de optimist», y, apostilla, «sueña con ser bióloga marina».

La Red de Mujeres de Pesca

Sandra Planells forma parte de la Red de Mujeres de Pesca de Ibiza, que se dio a conocer en septiembre de 2022 en las jornadas sobre el sector pesquero que se organizaron por el centenario de la Cofradía de Pescadores de Ibiza y Formentera.

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