El nuevo lujo en pandemia: en chándal, deportivas y pijama

Escaparates y armarios se llenan de ropa sencilla y cómoda

La moda de la pandemia.

La moda de la pandemia.

María José Iglesias

“Muchos días, me cambio el pijama de dormir por otro que uso para estar en casa y así me pasa la semana”. Lo dice una conocida abogada ovetense que prefiere permanecer anónima, feliz por haberse librado de los tacones desde hace meses. Su caso simboliza la nueva tendencia que recorre los armarios asturianos y buena parte de los del resto del mundo. “La gente busca ropa descomplicada y confortable, lo que no quiere decir en absoluto que se descuide la calidad, que precisamente se aprecia más que nunca”, explica el diseñador asturiano Marcos Luengo, defensor de los procesos artesanales en la confección.

“Una mujer cómoda es una mujer segura y feliz”, señala el creador, convencido de que la cultura de arreglarse y engalanarse en exceso ha pasado a la historia. “Hábitos como el uso de tacones durante todo el día ya no son una opción, eso quedará para momentos y ocasiones concretas”, añade. Esto no quiere decir que sea tolerable vestir de forma descuidada, es simplemente la adopción de un estilo “descomplicado”. Para hacerse una idea del cambio de patrón estético que domina la sociedad en plena pandemia no hay más que darse una vuelta por los escaparates y ver las novedades de temporada. Los pantalones de chándal se reinventan, cambian las gomas de la cintura por lazos ajustables con elásticos y se convierten en básicos para ir a trabajar, teletrabajar y celebrar reuniones digitales, acompañados por jerséis amplios y con el algodón como tejido estrella. El lino es otro de los tejidos que gana presencia a medida que se acerca la primavera.

Algunas marcas viven una nueva era de oro con este rumbo estético que ha acelerado la pandemia

Algunas marcas viven una nueva era de oro con este rumbo estético que ha acelerado la pandemia. Es el caso de la empresa suiza Hanro, con 136 años a sus espaldas y famosa por sus pijamas con adornos mínimos, realizados en algodón sedoso tan suave como el terciopelo. Las prendas de la firma se han convertido en codiciadas piezas, incluso para salir a la calle.

Pijama en casa

Pasamos mucho tiempo en casa y utilizamos ropa cómoda.

El interior es el nuevo exterior y la casa cobra una nueva dimensión social. En ella se hace ejercicio, se charla digitalmente con amigos y, por supuesto, se trabaja. Pero también sigue siendo el interior, donde se duerme, come y juega. Esto puede provocar cambios frecuentes de vestuario.

Los pantalones de pijama –introducidos en la Europa del siglo XIX por los colonialistas británicos que regresaban de Asia y Oriente–, holgados y con cordones, destinados a holgazanear, fueron usados inicialmente en Occidente solo por hombres.

Los pantalones de pijama –introducidos en la Europa del siglo XIX por los colonialistas británicos que regresaban de Asia y Oriente–, holgados y con cordones, destinados a holgazanear, fueron usados inicialmente en Occidente solo por hombres

Con el movimiento del sufragio, muchas mujeres se apegaron a la costumbre de llevar ropa interior, camisones o vestimenta de día a la cama. El escritor Lawrence Langner, en su libro “La importancia de usar ropa”, describe esas prendas como “camisas voluminosas y sin forma que cuelgan del cuello como un globo desinflado”. En los años veinte, Chanel puso de moda los pantalones amplios para pasear por la playa. Fue todo un escándalo, pero la creadora francesa fue una especie de profeta. En cualquier caso, siempre habrá que tener a mano alguna prenda más “formal”. En las últimas semanas se ha hecho famosa una carta del Colegio de Abogados de Florida, aleccionando a los letrados sobre la vestimenta adecuada durante las audiencias de Zoom. El desencadenante fue una sesión en la que uno de los participantes apareció sin camisa y una abogada se presentó en la ciber-reunión metida en la cama. El relax estético también tiene límites.

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