Opinión | el álbum

Los puteros, ¿para cuándo?

«Jornadas que nunca acababan, con apenas dos horas de descanso al día. Obligadas a acostarse con puteros, a consumir drogas con ellos. A aguantar malos tratos, golpes y todas las perversiones que estos hombres quisieran hacerles...». El pasado martes la excelente periodista Marta Torres publicaba un artículo denunciando el horror vivido por seis mujeres víctimas de trata en dos pisos del centro de Vila. Ellas ahora son testigos protegidas y la Fiscalía pide entre cuatro y medio y tres años de prisión para los tres principales encausados (qué barato sale destrozar a una mujer). Nada a los dueños de los pisos, que si «no se enteraron» del infierno que se vivía en ellos fue porque no les dio la gana, y mucho menos para los «clientes» que, cuando querían, las meaban y humillaban, que las abusaban y golpeaban porque «yo he pagado para esto». El putero que las llena de babas, fluidos y asco, el que con cada «servicio» personalmente las viola, el ‘buen ciudadano’ que alimenta este infame «negocio» de quebrar niñas aprovechándose de su miseria para romper sus vidas, negarles su humanidad y convertirlas en ‘aliviaderos’, queda impune. Siempre pasa así, y es aberrante. Termino recordando las palabras de la gran Mabel Lozano en la gala de los Goya: «Se dice que la esclavitud ha desaparecido de la civilización europea, pero no es cierto. Todavía existe pero solo se aplica a las mujeres y se llama prostitución». También en Ibiza.

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