Opinión | Para empezar

La voz de Tito Zornoza

En la última época de Ses Canyes tenías que ser muy rápido pidiendo la cuenta, porque en cuanto te descuidabas Tito Zornoza o Pepe Gamba te habían pagado la ronda, con ese rollo suyo de caballerosidad y cordialidad extrema. Y si además te invitaban a sentarse en la mesa de los chicos de Toc Rock, en la que compartían la botella de cava con Toni y Sergio, ya tenías la diversión asegurada, con todo su anecdotario de las mil batallas rockeras vividas, como cuando empezaron a tocar con Los Diana a mediados de los 60, con solo 14 años, y ensayaban en la azotea de un edificio que entonces eran las afueras de Vila y que ahora estaba ahí al lado, en pleno centro de la ciudad, o cuando comenzaron a hacer bolos con su conjunto en las salas de fiesta de la isla y siempre había alguien que les avisaba si venía la Guardia Civil, porque eran menores de edad y no podían ni entrar ni trabajar. Tito era una de esas personas que da rabia. Caballero, elegante, guapo, simpático y encima buena persona. Y además tenía esa voz grave y cálida que atrapaba igual en una mesa de bar como en un escenario. Pero sobre las tablas era donde tenía su hábitat natural y parecía que el foco le iluminaba solo a él. Ahora lo que da rabia es que se haya ido tan joven. Porque siempre fue joven.

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