Gritos feministas en Ibiza

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

No es más feminista quien más grita. Aunque los gritos son necesarios, la igualdad se trabaja día a día, con cada decisión. La verdad, en todo en esta vida (el trabajo, las relaciones, los estilos de vida...), está en los detalles. En lo que sucede cuando los gritos callan. Feminismo es consumir productos, objetos y servicios elaborados, comercializados o cultivados por mujeres. No reírse de los comentarios y bromas machistas. No hacerle el juego a publicaciones que abusan del Photoshop. Ni a los perfiles en redes que ridiculizan a las mujeres por su físico. Apagar la televisión durante las retransmisiones deportivas en países en los que la mujer sigue siendo ciudadana de segunda. O de tercera. Apoyar proyectos impulsados por mujeres. Echarnos una mano unas a otras. Defendernos de las injusticias. Cerrar filas cuando alguien ataca a una mujer por algo por lo que no atacaría a un hombre. Ni media palabra sobre la forma de vestir. Ni una mirada juzgadora. No criticar a una mujer porque tenga o porque no tenga hijos. Denunciar las desigualdades. Romper techos de cristal. Ayudar a que otras los rompan. Señalar micromachismos. Escuchar, dejar por escrito o contar a los cuatro vientos historias de las mujeres que no tuvieron voz. O que aún no la tienen. No es más feminista quien más grita, pero tenemos que gritar por todas las que no pueden hacerlo. Y ser hormiguitas feministas cuando los gritos del 8M callen.

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