Consecuencias de ser humano

Miguel Ángel Riera

Miguel Ángel Riera

Mientras algunos tienen una gran preocupación en mantener sus privilegios sobre otros, mientras otros continúan asegurándose su futuro mediante puertas giratorias, mientras muchos viven de espaldas a lo que sucede a su alrededor, la vida continúa poniendo en nuestra existencia la labor de personas preocupadas por los otros.

La semana pasada Manos Unidas, en su inicio de campaña, nos recordaba la importancia del ‘efecto ser humano’. Nos recordaba como el cambio climático, que está en nuestras manos poder cambiar, estaba poniendo en riesgo la vida de muchos hermanos nuestros, como otros se ven abocados a tener que dejar sus tierras por falta de recursos básicos como el agua o incluso el alimento.

Esta semana los premios Ramon Llull nos presentan otras consecuencias del ‘efecto ser humano’. Mientras unos se dedican a destruir y a denigrar la especie humana, otros han querido optar a lo largo de su vida para visibilizar otra manera de vivir, entregada a los otros. Han hecho de su vida un signo de esperanza, vida y lucha para transformar la realidad. Intentar convertir nuestro mundo en un mundo mucho más bonito donde se hace realidad el designio de Dios, el ir construyendo ya su Reino entre nosotros. Aunque para muchos, esto solo sea una utopía, otros optan por intentar que sea una realidad aportando su granito de arena.

Todos los que conocemos a Teresa Costa Castelló y a Joan Planells, ‘Murtera’, agradecemos a los que les han otorgado este premio, porque tanto una como el otro nunca han trabajado para recibir un premio, sino para que la vida de los otros fuera un premio, pero, aun así, sabemos que es de justicia visibilizar su trabajo. Agradecer que, en un mundo tan lleno de malas noticias, rivalidades e individualismos se nos recuerde que hay mucha gente que continúa haciendo el bien.

No podemos acallar todo el bien que se hace en el mundo, frente al mal que destruye a la humanidad. Hay que seguir, como han hecho los premiados, luchando para no dejarse vencer por la desidia y apostar por crear un mundo mejor a pesar de todo, para que siga siendo el efecto ser humano capaz de mejorar, y no destruir, el mundo en el que compartimos tantas experiencias y muchas de ellas llenas de vida, de solidaridad y de generosidad.