Carmen Maura y el feminismo: menos IA y más tontería natural

Hoy ha pasado algo curioso. He recibido una felicitación de Navidad de esas odiosas que nos atacan por WhatsApp cada año en estas fechas, pero a diferencia de las otras, esta me ha gustado. El tipo venía a decir algo como que, en este nuevo año, deseaba menos inteligencia artificial y más tontería natural. ¡A favor! A favor de ser imperfectos, tontos y caóticos. A favor de dejarnos sentir tristeza cuando hace falta y de aceptar nuestros defectos delante y detrás de las pantallas. Yo, por ejemplo, tengo que perder como mínimo una cosa cada día para sentir que estoy viva. Luego siempre la encuentro. En realidad, nunca pierdo nada, solo lo extravío un rato. Eso, a veces, me hace sentir un desastre total. Pero esa soy yo, caótica y natural. Algo parecido le ha pasado esta semana a Carmen Maura, una de las mejores actrices que tenemos en este país, dicho sea de paso. Que ha sido entrevistada por la gran Mercedes Milá en el programa ‘No sé de qué me hablas’. Ella, sin darse ni cuenta, suelta que no está muy de acuerdo con el feminismo de ahora. ¿Resultado? Trending topic en Twitter y no con comentarios demasiado agradables, la verdad. Yo, desde el sillón de mi casa, pienso sinceramente que ha sido una consecuencia de la tontería natural.

No existe un feminismo de ahora diferente al de antes. El feminismo es feminismo y no hay más que hablar. Si no te gustan las actitudes de algunos seres humanos, piensa por qué. A mí tampoco me gusta cómo piensan muchas personas que se llenan la boca de feminismo y no saben ni lo que es o viceversa. Tú ya puedes proclamar que no eres feminista, que si estás a favor de la igualdad sí lo eres. O puedes ir por la vida diciendo que el único feminismo que vale es el tuyo, cuando en realidad eres una hembrista de mucho cuidado. Da igual, me agarro a la felicitación navideña de mi amigo y añado, para el 2024, más reflexión y menos crítica. Menos miedo y más valentía. Más Mercedes Milá y menos Ana Rosa Quintana. Menos Tiktoks y más libros. Menos Spotify y más conciertos en directo. Más vida y menos muerte. Menos guerras y más paz.

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