No apartar la mirada

Finalizada la temporada, cerrados la mayoría de los negocios de las islas tras un buen verano con muchos turistas visitando nuestras playas y discotecas, implica un aumento de personas que llaman a las puertas de instituciones como Cáritas que ayudan a intentar paliar sus necesidades básicas. ¿Pero no ha sido para todos una buena temporada? ¿no han estado trabajando? Sí, pero con lo que han ahorrado no les llega a pagar los precios desorbitados de la vivienda y llegar hasta el inicio de una nueva temporada. Una realidad constante pone en evidencia el gran problema de la vivienda en nuestras islas. 

Todas las inversiones en vivienda siempre serán pocas. Todo el esfuerzo que se lleve a cabo para facilitar precios asequibles tanto para la compra como para el alquiler serán insuficientes, ya que llevamos muchos años de retraso y el problema se ha ido enquistando. 

Este domingo el Papa nos convoca, con una nueva Jornada Mundial de los pobres, a reflexionar sobre el sufrimiento de tantos hermanos nuestros que viven las consecuencias de una riqueza mal distribuida, y nos invita a que «no apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7). Una invitación bíblica, a no apartar la mirada, el rostro, al pobre. A no excluirlo todavía más de la sociedad que frecuentemente les expulsa a la marginalidad. Solo siendo conscientes de la pobreza de los otros seremos capaces de remar todos juntos hacia la misma dirección para encontrar soluciones. No es cuestión de culpabilizar a nadie, es cuestión de encontrar una salida digna para los problemas que afectan a tantos hermanos nuestros. 

Nos recuerda el Papa en su mensaje para esta jornada que «cada día nos comprometemos a acoger a los pobres, pero esto no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte. Por eso, el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, nos reunimos en torno a su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso de vivir la pobreza y de servir a los pobres».

Vivir desde la pobreza, desde la sencillez, desde la austeridad, no solo tiene consecuencias beneficiosas para el planeta, para nuestra Casa Común, sino que también ayudaría a empatizar más con los que viven la pobreza extrema y solidarizarnos con su situación para erradicar dicha pobreza y las causas que la provocan.

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