desde la marina

Alcaldadas

Alcaldada: «Acción arbitraria, desconsiderada y abusiva de un alcalde en el ejercicio de sus funciones». La definición viene a cuento al repasar los objetivos que tiene nuestro querido edil. Se le pregunta sobre los problemas endémicos de la ciudad y comenta que están en ello con análisis técnicos, evaluaciones, comisiones y auditorias. Bien está. Pero se nos ponen los pelos como escarpias al concretar acciones concretas. Se le plantea el problema de las calles convertidas en un masivo aparcamiento y para demostrarnos que mejoramos nos da un ejemplo: recolocando contenedores de basura se han conseguido 11 nuevos aparcamientos en la calle Campanitx. Parece que no entendió la pregunta. Y cuando habla de la Penya nos descoloca. Explica ufano que este verano, después de pasear varias veces el barrio, ha comprobado encantado la cantidad de turistas que lo visitan y apostilla que «de la Penya se cuentan muchas cosas que no suceden, lo cierto es que los vecinos reciben con cariño a quienes transitan sus calles y que es más el estigma que existe en el bario que lo que realmente sucede». Digo yo que tal vez se corre la voz de «¡que viene el alcalde!» y todo quisqui se comporta. Y si no se reconoce el problema, no hay problema.

Pero hay más de lo mismo. Se le pregunta por sus planes para la Marina y nos dice, ¡agárrense!, que la Marina tiene que ser un museo. Supongo que está feliz con una Dalt Vila museizada y vacía.

Tal vez por eso, en

vez de recuperar en su función la Peixateria, quiere convertirla en un centro cultural. Tiene su lógica. En una Marina que cada día tiene menos vecinos, ¿qué sentido tiene la Peixateria? Tal vez interesa que los pocos vecinos que todavía tiene, sin poder comprar un besugo, emigren al Ensanche. ¿Y qué me dicen de trasladar el Mercado a la plaza de la Paz, uno de los contados espacios verdes de la ciudad? Comenta que en donde está el actual se hará un parque. Es decir, que desviste a un santo para vestir a otro. Me pregunto por qué no se invita al personal a una consulta urbana para que dé su opinión sobre estas propuestas que afectan a toda la ciudad. Tal vez así, las ocurrencias de despacho no terminarían en alcaldadas.

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