Laura Escanes dará las campanadas

Con las ‘influencers’ ocurre lo mismo que con los humoristas. Si te hace gracia el chiste te ríes y, si no, pues no te ríes. No hay más. A mí, como no me gusta el reguetón y no tengo ni puñetera idea de moda, seguir a Laura Escanes me aporta más bien poco. Pero aunque no la siga, la respeto. Es una mujer emprendedora, que se ha ganado un sitio en el mundo de las redes sociales y tiene que soportar, día sí día también, que está allí porque se casó con un viejo rico. Me repugnan esos comentarios. Primero, porque ella ya tenía su trabajo de ‘influencer’ cuando conoció a su exmarido y segundo, porque la persona de la que te enamoras no te define. Repetir un patrón igual sí. Pero claro, los ataques siempre van dirigidos hacia el sexo femenino. Cosas del patriarcado.

Ahora presenta un programa en TV3 (’La travessa’) y la atacan sin piedad, entre otras cosas, por hablar castellano en sus redes. ¡Me explota la cabeza! Laura Escanes es catalana y bilingüe. Y como todas las personas que vivimos en Catalunya tiene ese don, ese poder. Lo que no entiendo es cómo algunos lo ven como una maldición. Tampoco les parece bien que la muchacha no sea periodista y menos que sea la encargada de conducir a los catalanes al nuevo año. ¿Perdona? Si es que ahora resulta que para dar las campanadas tienes que tener la carrera de periodismo y la de física cuántica.

Laura Escanes representa a una serie de gente que no necesita carreras universitarias para hacer bien su trabajo. Necesita talento y dedicarle muchas horas. Y eso creo que lo cumple a la perfección. Aunque, sinceramente, no la envidio. Podría vivir con su cuenta corriente pero no con sus ‘haters’. Personas anónimas, sin oficio ni beneficio, que no tienen nada mejor que hacer que meterse con esta chica por... ¿trabajar? ¿Nos metemos con los ‘influencers’ porque consideramos que se pasan el día comiendo gratis y viajando por el mundo y ahora que una se busca un trabajo de verdad en la tele tampoco nos parece bien? La vida está llena de contradicciones. Esto me recuerda a los manifestantes de ultraderecha que antes gritaban a por ellos y viva el Rey y ahora no se sienten cómodos siendo ellos y consideran al rey un mero secretario. Realmente, vivimos en un país sin criterio alguno.

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