En Formentera todos somos jóvenes

uNo hace mucho la vida me dio una sorpresa agradable. Me encontré con una joven que estaba dispuesta a hablar y que tenía una lucidez fuera de lo normal. Uno que va cumpliendo años ve, con escepticismo, a los jóvenes con cierta distancia y prejuzga sin conocimiento, hay que reconocerlo. Cuando inicié la conversación estaba pensando para mis adentros: «A ver qué me va a contar esta jovenzuela», con esa arrogancia que parece que dan los años y que te hace olvidar que la mejor cura es la humildad.

La conversación fue fluida. No se me ocurrió mejor idea que iniciarla con aquello de que ‘uno ya tiene unos años’, mal comienzo. Me di cuenta al segundo. Su respuesta fue contundente y segura. Con una sonrisa de oreja a oreja y acompañada de una amiga, igual de joven, me contestó: «En Formentera todos somos jóvenes». Me quedé mudo, lo había clavado. Le pedí permiso para utilizar su frase y me lo dio, entre risas. Se llama Clara Cardona, tiene 19 años, y como ella muchos de su generación parece que comparten la idea. El hecho de que la frase la diga una joven la carga de poder y nos reconcilia a todos, especialmente a los más carrozas, con nosotros mismos. Es como una bocanada de aire fresco cuando doblas una esquina en plena canícula de verano. Te alivia. En cinco palabras, un titular, su genial atrevimiento deja varias reflexiones por el camino. Relaciona su isla con la juventud como fuente de compromiso, descubrimiento, aprendizaje, creatividad y lo que es más, le da un aire de eternidad. Es como si perdonara a los mayores, para que nos sintamos aliviados, por haberles dejado un mundo en decadencia y contaminado, pero que ellos están dispuestos a reconstruir. Gracias, Clara.

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