Jesús

El gran encuentro solidario de los moteros de Ibiza

La fiesta 'Sa Gentle' reunió ayer a cuatro centenares de motos clásicas en la Plaza de Jesús

La recaudación, con premios a los mejores vestidos de época, se destina a la lucha contra la esclerosis múltiple

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

El rugido de los motores y la llegada de docenas de pilotos a Jesús deja boquiabertos a todos los vecinos y conductores que ignoraban que se celebrara un gran encuentro de moteros en la plaza de la Iglesia. La llegada de la primera tanda, a las doce en punto, coincide con el inicio de una misa y parece que las campanas tañen a propósito para recibir al convoy, que ha partido de Sant Josep a las 11.30. Veinte minutos después llega otra multitud desde Sant Antoni y, a la una menos cuarto, aparece el último, que ha partido de Cas Campaner, el singular colmado y bar de la vénda de Atzaró.

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Llegada de un convoy de motos a Jesús. / Marcelo Sastre

Al final, acuden cuatro centenares de motos a la fiesta solidaria organizada por la Asociación Caleta Racers. Todos los grupos moteros de la isla, una decena en total, se han sumado a esta convocatoria, que recauda fondos a beneficio de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Ibiza y Formentera (Aemif).

Hay máquinas de todas clases: cafe racer, scrambler, custom o incluso joyas que parecen recién restauradas en un museo de la II Guerra Mundial. Es el caso de los seis sidecares que destacan en las filas del Club de Moto Clàssica d'Eivissa i Formentera. José Sirvent y José Guasch explican la peculiar historia de estos vehículos, digna de una película de espías del telón de acero. Los sidecares son idénticos a los que manejaba el ejército de la Alemania nazi. Los de color negro eran propios de la SS, los verdes se destinaban a las tropas en Europa y los ocres servían para que la Afrikakorps pasara más desapercibida en el desierto.

José Sirvent, en su sidecar.

José Sirvent, en su sidecar. / Marcelo Sastre

A partir de 1940, la BMW diseñó para la Wehrmacht el modelo R75. La leyenda dice que, tras la debacle nazi, los soviéticos se quedaron con el diseño en Alemania Oriental, lo replicaron y después lo facilitaron a China. Los ingenieros asiáticos también la adaptaron para sus fábricas y, en los 50, crearon los sidecares Chiang Jiang, los mismos que ahora lucen con admiración los miembros del Club de Moto Clàssica.

La quinta edición

Las caravanas motorizadas entran con toda solemnidad a la plaza de Jesús a través de un «pasillo de la fama». Uno de los responsables de la organización, Sebas Andrada, les va indicanco dónde aparcar ordenadamente, de manera que van creando un gran expositor con los distintos tipos de motos.

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Un motero, ataviado para la ocasión. / Marcelo Sastre

«Ya habíamos celebrado cuatro fiestas como esta, pero de manera privada, solo para los moteros. Este año hemos apostado por abrirla a todo el mundo que quiera venir», detalla Andrada. Él es miembro de Caleta Racers, la asociación organizadora, que se creó en 2016 con un grupo de apasionados al cafe racer. Se trata de un estilo de motos popularizado entre los rockers británicos a finales de los años 50. Las modificaban a su gusto, con especial tendencia a eliminar todos los elementos prescindibles, eliminando peso de la máquina para ganar velocidad.

De allí derivó también el custom, una tendencia que tiene a la Harley Davidson como su marca por excelencia, mientras que en el mundo cafe racer el abanico es más amplio. «Hay mucha Triumph, Royal Enfield, Gucci, BMW o Ducati», detalla Andrada. De serie, cuestan unos 15.000 euros, «pero si las customizas, suelen valer el doble».

Las vespas

Para esta cita, tampoco faltan las vespas. Toni Bonet llega con un modelo de 1954 y Miguel Caviggia con otro de 1956. Son de las más cotizadas, porque hace años que no se encuentran. Ambos forman parte de Vespa Tours y Clásicas en Ibiza, un grupo de apasionados que acostumbran a recorrer la isla y darse un homenaje en algún restaurante todos los domingos de invierno.

«En verano lo descartamos por completo, porque hay demasiado tráfico y muchos locos por la carretera», apunta Bonet. Él y su novia también suelen participar una vez al mes en encuentros de estas motos en la Península. Se suelen reunir un centenar de ellas, pero la cita más popular, el Vespafalla de Valencia, llegó a reunir a más de mil apasionados el pasado mes de marzo.

El artesano Salva Carbó, en su puesto de Loco Motero.

El artesano Salva Carbó, en su puesto de Loco Motero. / Marcelo Sastre

La fiesta de Jesús cuenta con food trucks, la actuación del grupo Rock the Night y un pequeño mercadillo. Allí se encuentra el puesto del fotógrafo Salva Carbó, que adquirió gran destreza trabajando el cuero a partir del confinamiento. Hasta el punto de que ha creado su propia marca, Loco Motero, y se ha especializado en accesorios personalizados para este mundo. «Lo que más me piden son carteras, guantes y alforjas para las motos».

‘Sa Gentle’

En el último convoy que se despliega en la plaza se encuentra el presidente de Caleta Racers, Xicu Tur. Pilota una Royal Enfield Interceptor 650 azul que le han prestado para la ocasión, ya que su Kawasaki W650 está en el taller.

Xicu Tur.

Xicu Tur. / Marcelo Sastre

Su vestimenta destaca tanto como la moto, con un traje negro que no desentonaría en ‘Peaky Blinders’. Como él, muchos más moteros se han ataviado para la ocasión y lucen elegantes prendas clásicas, tal y como animaban desde Caleta Racers.

«La concentración se inspira en el ‘Distinguished Gentleman’s Ride’, que son recorridos que se convocan por todo el mundo con motos clásicas y gente vestida al estilo vintage». Estas citas se limitan a circular en moto y recaudan fondos para la investigación del cáncer de próstata y la salud mental de los hombres. «Nosotros decidimos organizar una fiesta, ‘Sa Gentle’, con concursos a las mejores vestimentas y motos. Esta año la hacemos por todo lo alto y puede venir todo el mundo», apunta Tur. Así, se concederán premios en distintas categorías de motocicletas, «incluso a la más sucia», además de a la gente mejor trajeada o al bigote más singular. Los beneficios de esta edición se destinarán a Aemif. Tur, como neuropsicólogo, conoce bien la esclerosis múltiple, además de que trata a algún paciente con este trastorno en la residencia Sa Serra.

Volver a andar

Para apuntarse a los diferentes concursos, los participantes se inscriben en un puesto de Aemif, donde pagan una donación mínima de diez euros. Allí les atienden tres voluntarias de la asociación. Roxana Carcelén, auxiliar de enfermería de profesión, ayuda por vocación solidaria, al igual que la empresaria Ivonne Terreros. Para Guadalupe Fernández, su colaboración con la entidad es una forma de agradecer el trabajo que llevan a cabo con su marido.

«Sufrió un ictus hace dos años que le provocó afasia y tras el que no podía andar. Gracias a las terapias con Aemif ha mejorado muchísimo», confiesa ilusionada. Su marido ahora vuelve a caminar, aunque el brazo derecho le ha quedado inmovilizado. Con la labor de la neurologopedia, «ahora consigue hacerse entender cuando habla». «La verdad es que no tengo palabras para agradecer la ayuda de Aemif», subraya Fernández.

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