Contra la demonización de los bancos

El populismo anticapitalista que tanto daño hace a la sociedad vuelve a ensañarse con los seis grandes bancos españoles, que han logrado unos beneficios netos agregados de 19.761 millones de euros en los nueve primeros meses del año, un 23% más que en el mismo periodo del año pasado. Son múltiples las voces que rechazan que a 30 de septiembre casi hayan ganado lo mismo que en los 12 meses del año pasado (20.800 millones) y que todo apunte a que al cierre de 2023 batirán récords históricos. También inciden en que los beneficios serían mucho más abultados sin el impuesto extraordinario que han tenido que pagar y que pasará de ser temporal a permanente si prospera el pacto de investidura entre PSOE y Sumar.

Las ganancias son consecuencia de la subida de los tipos de interés. Los bancos la aplican de inmediato para elevar el precio de los créditos que otorgan, pero la frenan a la hora de remunerar los depósitos que captan de sus clientes. Esta diferencia nutre sus márgenes y da aire a unas cuentas de resultados que estaban castigadas por años de tipos cercanos a cero. Lo hace, además, en un momento en que las entidades están menos necesitadas de liquidez que en épocas pasadas y por ello se resisten a pagar más por los depósitos. Todo ello sería más fácil de entender por las voces críticas si los bancos realizaran más pedagogía -el alza de tipos no será eterna- y cuestionaran menos un impuesto que llega para quedarse. También tendrían que resaltar más que sufren por la rentabilidad del negocio. Esta variable mejora, pero no lo suficiente para que todos puedan cubrir el coste del capital, aquel que los inversores exigen para invertir en acciones de bancos.

Ya lo dijo Barack Obama, al que justo ahora hace 15 años vi acceder a la presidencia de Estados Unidos cuando yo era corresponsal del diario Expansión en Nueva York. «No podemos permitirnos demonizar a cada inversor o emprendedor que intenta lograr un beneficio. Esto es lo que siempre ha alimentado nuestra prosperidad y es algo que contribuirá a que los bancos presten dinero y vuelvan a mover la economía una vez más», afirmó en su segundo discurso televisado a la Nación desde su llegada a la Casa Blanca y con la primera economía del mundo golpeada por la crisis financiera. Los populistas anticapitalistas harían bien en escucharle, igual que los bancos, que deberían ser prudentes, fortalecer su solvencia y no lanzarse al reparto de dividendos masivos.

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