En corto

El hallazgo de Haruki

Podría errar, pero estas dos frases enlazadas de Murakami, en una entrevista en Oviedo, son tan portentosas que no parecen ideadas de antemano: «Mi cabeza está llena de fallos, y yo escribo con esa cabeza. Si un ordenador tuviera tantos fallos como tengo en mi cabeza se podría romper». Aparte de suponer un formidable alegato frente a quienes se entregan de antemano a la Inteligencia Artificial, podría confirmar la sospecha de que el inicio de la historia del universo (la Creación, para quién así lo quiera) es un fallo del ser o de la nada, un traspiés, un impensable, un chisporroteo, una improvisación, que a cada tanto se repite y hace saltar la secuencia. Aún habría, así, esperanza frente a cualquier fatal destino escrito en partitura, una vez descartada nuestra capacidad racional para corregirlo. Haruki regentaba con su esposa un bar de jazz en Tokio, antes de meterse a escritor.

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