Lo más ‘in’ y ‘out’ para agosto

Llega un agosto de excepcionalidad poselectoral, temperaturas muy oscilantes, con erotismo rosa ‘Barbie’, batidos de calabaza y un Kir Royal pasado de moda. Dejamos ‘out’ los perfiles de ministros ‘in pectore’ de Núnez Feijóo, el bailoteo en Ferraz, ponerle emoticones a las facturas, los castillos en la arena, acordarse de que existieron los Beatles, contar el servicio militar, saber quién fue el Che Guevara, las playas con orca, imprecar al GPS, morrearse en las gasolineras, las verbenas con reguetón, las visitas augurales a la Moncloa, la partición de Bélgica y la presidencia semestral del Consejo de la UE. Falsamente ‘in’: ponerse a crear algoritmos, el bipartidismo, el más allá, jugar al mus, el bronceado rapidísimo, la demoscopia, añorar las canciones del verano.

‘In’: la mayonesa de aceitunas negras; estar a favor de Bertín Osborne; recapitular todo lo que pasó en la última semana de campaña electoral y no entender nada; el frescor de los pepinos; diferencias y similitudes entre Puigdemont y Trump; ir a festivales de música neoclásica; sacar el ‘blazer’ para las noches ilustradas; suscribirse a ‘Bloomberg’; ser ‘influencer’ millonaria y luego hacerse monja de clausura; los cursos de banjo; la arquitectura vernácula; ver ‘Violetas imperiales’ y decir que Carmen Sevilla hubiese triunfado en Hollywood; sembrar coles; no creerse todo lo que se dice sobre Oppenheimer; leer el ‘Kempis’ en la playa.

‘Out’: la hiperespeculación política; recurrir al ingenio de tertuliano; pasarse horas mirando la televisión con cara de bendito; las épocas con muchos acontecimientos históricos; fundar sectas satánicas ‘low cost’; emporrarse en las tumbonas; decir que agosto huele a sardina; irse a Marrakesh con la novia del mejor amigo; proclamar que estamos esperando las memorias de Angela Merkel; defender los manuales de urbanidad; la pretensión de saber leer las estrategias políticas entre líneas; exhibirse fumando habanos al borde de la piscina y dando lecciones de macroeconomía; decir por costumbre que “las cosas son más complejas”; criticar restaurantes a los que no se ha ido; suponer que en septiembre todo se aclarará.

Más ‘out’: la política de rebajas por liquidación; el agroturismo con zona ‘burkini’; que no se proceda a detener a más pirómanos; presumir de riego por aspersión; tener el amarre inconfesablemente realquilado; la Memoria Histórica; conocer a un politólogo republicano; pillar un constipado por calor; suponer que el diablo no existe; preguntarse qué horizonte tiene Ada Colau; leer novela negra; leer novela gótica, leer novela de detección; leer novelas; preferir un nuevo gobierno de Sánchez a elecciones anticipadas y al revés.

‘In’: el caciquismo ‘soft’; el corte helado de tres sabores; los partidos políticos con pretensiones de tómbola; escuchar pódcasts pedagógicos haciendo kilómetros; cortar la hierba del jardín cuando los vecinos todavía duermen; enamorarse por segunda vez de Lana Turner; descreer de los personajes con empatía; hojear los periódicos sentado en los escalones de la piscina; recordar cuando se daban los buenos días; decir ocurrencias sobre la crisis de la familia clásica; mirar en el mapa donde están Ucrania y Níger; descubrir vinotecas; borrarse todos los tatuajes y volver a los escapularios; olvidarse aposta el móvil en la repisa de la cocina; enseñar a silbar a los sobrinos; olvidarse de las urnas; negarse a comer tortillas experimentales; acordarse mucho de la familia Ulises; reencontrar una novia de cuando teníamos 17 años; invitarla a un gintónic de Pepsi-Cola y sonreír.

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