Tribuna

El Orgullo: auténtica libertad

A veces sólo hace falta un instante para borrar lo que ha costado años construir. Como ese hogar que arde hasta reducirse a cenizas, a veces una simple chispa en el lugar y momento exactos es suficiente. Con los derechos ocurre lo mismo, aunque, a fuerza de darlos por sentados, parezca que lo hayamos olvidado. Los derechos sociales que, con mucho esfuerzo, hemos ido y se han ido conquistando a lo largo de las últimas décadas deben seguir cuidándose y reivindicándose con la misma fuerza e ilusión de siempre, recordando los pasos dados para saber aquellos que tenemos que dar hoy.

Los avances en materia LGTBIQA+, el fortalecimiento e implantación del feminismo como forma de hacer mejores nuestras vidas son sólo algunos ejemplos del poder que, como sociedad, tenemos para hacer posible lo que para muchos fue imposible, para disfrutar con absoluta normalidad lo que a muchos otros les costó insultos, golpes e incluso su propia vida. Basta echar la vista atrás para darnos cuenta de lo mucho que hemos cambiado. De lo lejos que han quedado, afortunadamente, tantas cosas.

Al final, por mucho que se empeñen algunos en hacer que no lo parezca, las personas no somos tan distintas y, en pocas palabras, lo único a lo que aspiramos es a ser felices. Y ser feliz no debería tener un precio tan alto. Y si bien hoy estamos mejor que ayer, observo con preocupación algunas resistencias al avance en dirección a una sociedad más justa e igualitaria que creíamos superadas, parecen fortalecerse, empujándonos a todos en sentido contrario, en dirección al lugar al que no queremos volver.

Frente al respeto a la diversidad entendida como una forma de riqueza colectiva, resurgen hoy y cobran fuerza voces (y con ello formaciones políticas) cuya única aportación es el insulto, el cuestionamiento, la violencia y, en definitiva, el regreso al pasado en blanco y negro del que proceden. Frente a esta involución no caben medias tintas. No es aceptable que desde el principal partido de la oposición de este país se blanqueen dinámicas que ponen en jaque todo lo conseguido para todos, también para ellos. No lo es ni se entiende salvo desde el prisma de la hipocresía de quien es capaz de votar en contra de derechos y oportunidades que luego practica cínica y desvergonzadamente.

Urge, por tanto, que todas y todos aquellos que hemos ido construyendo el país del que hoy disfrutamos, uno más tolerante, seguro, plural, rico en matices y, en definitiva, multicolor, pongamos pie en pared ante una amenaza que, a fuerza de haber sido blanqueada, hoy es más real que nunca. No permitamos ni un paso atrás. El orgullo es libertad.

Antonio Lorenzo Bustamante | Portavoz del grupo Socialista en el Ayuntamiento de Sant Antoni de Portmany 

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