Ibiza, la isla de los parches

César Navarro

César Navarro

u Tras 45 años de democracia y otros tantos de fructífera y lucrativa actividad turística, estas islas han mejorado mucho en muchísimos aspectos. A pesar de lo que digan cuatro iluminados, gozamos de una libertad sin precedentes, con un nivel de vida que para sí querrían muchos. Pero hay cosas que no sabemos solucionar. El hecho de que guardias civiles y policías se vean obligados a dormir en sus coches o a compartir piso con otras cinco o seis personas, es una anolamía gigantesca que nos debería avergonzar. La propiedad privada es uno de los pilares de esta democracia, pero el libertinaje económico y la avaricia nos está poniendo en una situación crítica. El Estado debe reaccionar con presteza ante un problema de una envergadura colosal. Si no puedes obligar a los propietarios a que alquilen a precios razonables; si no eres capaz de arbitrar medidas que les empujen a ello (incentivos fiscales, principalmente), y si sabes que no serás capaz de ofrecer viviendas oficiales (por el precio de mercado, porque en esta isla no se puede, no se debe construir más), pues atiende directamente al afectado. Súbele el puñetero complemento de insularidad. Querido administrador de la cosa pública, me gustaría ver cómo te desenvuelves en Ibiza con un sueldo de 1.300 ó 1.400 euros. No durabas dos días...

Suscríbete para seguir leyendo