La cuota de borracho

Marian Rebolledo

Marian Rebolledo

Casualmente estaba escuchando la radio cuando Bob Pop contó que a él también le habían acosado durante la fiesta posterior a los premios Feroz. Recuerdo bien una frase que dijo: «De repente pensé: me ha tocado mi cuota de borracho baboso que te toca en todas las fiestas y te aguantas». Y añadió que qué mal acostumbrados estamos, cuando ni siquiera somos conscientes de que se puede denunciar. Y cómo le comprendo. A mí me han tocado el culo en el trabajo, he sufrido agresiones sexuales en el autobús (tocamientos y un refrote asqueroso) y en las fiestas universitarias, allá por mi lejana juventud, ni te cuento. Había un grupo de tíos que llamaban a eso de ir metiendo mano a las chicas «irse al frote», y más te valía que no se te acercaran en el tumulto. El gran, inmenso avance es que ahora estos comportamientos se sancionen y sean reprobables tanto penal como socialmente. La lucha del Ministerio de Igualdad por hacer ver a la gente que una persona (hombre, mujer, da igual, en los Feroz denunciaron ambos sexos) no tiene por qué aguantar determinados comportamientos es encomiable, aunque a veces nos hayan irritado con una vehemencia que casa mal con nuestras conciencias acostumbradas a lo que hay. Desde el ministerio han hecho muchas cosas bien, y la afirmación ‘solo sí es sí’ es magistral como eslogan.

Ahora bien, si la ley del mismo nombre ha de modificarse, no nos enroquemos. Todo el mundo quiere lo mismo, proteger a las víctimas. Ya basta de que Pablo Iglesias salga a amenazar como hizo el lunes por la noche: «Si el gobierno pacta esto (la modificación de la ley) con el PP, lo pagará». Esto va de nuestros derechos, no de egos. A ver si nos tranquilizamos un poco.

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