Opinión

Falsas promesas

No es poco frecuente, cuando eres capaz de escuchar la situación de tantas personas que arriesgan su vida para venir a nuestras «maravillosas» islas, que no encuentren una nueva oportunidad porque todo ha sido un engaño. Un amigo le había dicho que aquí todo es fantástico, que vale la pena cruzar el charco. Que aquí se vive muy bien. Ciertamente es así. Vivimos muy bien. Pero cuando uno llega a nuestra realidad sin papeles, sin posibilidad de trabajo, sin poder acceder a una vivienda en condiciones, aunque tenga dinero… todo se va haciendo una montaña que impide que puedan encontrar en ninguna parte ese paraíso prometido.

Ya no digo nada cuando las promesas vienen de una banda que se dedica a prostituir a las chicas que vienen engañadas. Cuando se ven obligadas a ejercer la prostitución cuando ellas creían, porque así se lo habían prometido, que venían a trabajar de cualquier cosa menos a lo que posteriormente se encuentran. Engaños y engaños, denigradas, no se atreven ni a pedir ayuda.

Esos falsos amigos que les habían presentado falsas promesas cuando llegan a nuestras islas ya han desaparecido. Sin un techo, sin un trabajo, sin dinero… acaban en la calle malviviendo. Se acercan a las puertas de la parroquia a ver cómo podemos ayudarles, les enviamos a Cáritas para que puedan comer. Allí recobran la esperanza de un alojamiento, de poderse empadronar, siguen desorientados.

Esta es la realidad que vivimos en nuestras islas. Mi pregunta es, ¿cómo podemos parar esta dinámica? Porque además es cierto que nos hacen falta trabajadores, no somos capaces de cubrir todas las demandas de empleo que tenemos en nuestra «maravillosa» realidad. Pero así no. No podemos permitirnos que personas pierdan continuamente su dignidad intentando dar una respuesta a sus necesidades y dar una solución a nuestros problemas.

Necesitamos regularizar situaciones, necesitamos mirar a los ojos de tantos que se juegan la vida para poder mejorar su situación personal y aquí se encuentran con muros infranqueables que les hacen la vida todavía más imposible de lo que dejaron en sus países bajo falsas promesas.

Dejemos de pintar nuestra realidad como lo mejor que le puede suceder a uno y dejemos de distorsionar la realidad de unas islas en las que si no tienes mucho dinero, no te abre las puertas. Al contrario, muchas veces te marginan y te destruyen.

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