Opinión

Lágrimas

En la parroquia de Santa Cruz se está realizando la Visita Pastoral, unos días en los que el Obispo reúne a todos los grupos de la parroquia para compartir con ellos cómo va desarrollándose la vida en nuestra comunidad. Unos encuentros que enriquecen el conocimiento de los fieles hacia nuestro Obispo y de nuestro Obispo hacia nuestros fieles.

El viernes por la noche fue el momento de encontrarse con los inmigrantes que se acercan y que participan en nuestras celebraciones y de la vida de la parroquia. Había una variedad, como la sociedad misma. Gente de diferentes países, de diferentes realidades, recién llegados y de los que llevan aquí toda la vida.

Una realidad sí era común para todos: el sufrimiento que ha supuesto venir a trabajar a nuestras islas. La dureza de dejar su casa, su país, su familia y encontrarse, frecuentemente, con una sociedad dura que les ha cerrado las puertas y que les pone dificultades. La poca empatía hacia su realidad, el difícil acceso a una vivienda, al estar sin papeles la explotación laboral. La mentira y el miedo. Miedo a tener que abandonar de un día para otro la habitación o el habitáculo en el que están malviviendo.

Ni el anuncio de una propuesta de ley de regularización de los inmigrantes les inspira esperanza, saben que por su realidad muchos no van a ver regularizada su situación y eso que están viviendo entre nosotros, trabajan como uno más, aunque no cobren lo mismo y no tengan los mismos derechos.

No es justo. Al relatar sus experiencias muchos son incapaces de controlar las lágrimas, que corren por sus mejillas. El dolor golpea lo más profundo de su ser. Son tratados como delincuentes cuando lo único que pretenden es poder tener una vida digna y compartir con esta, nuestra realidad, su realidad.

Necesitan integrarse, pero también que nosotros queramos integrarlos, dejar de verlos como una amenaza para verlos como hermanos que vienen a dignificar su vida y, a la vez, la nuestra. Escucharlos, acompañarlos, que puedan tener las mismas oportunidades que cualquier otro ciudadano. No es pedir tanto, tan solo que todos seamos capaces de abrirnos a la realidad que nos toca vivir, les necesitamos y nos necesitan.

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